«ARQUITECTURA.– La arquitectura es la expresión de la verdadera naturaleza de las sociedades, como la fisonomía es la expresión de la naturaleza de los individuos. Esta comparación, sin embargo, es aplicable sobre todo a la fisonomía de los funcionarios (prelados, magistrados, almirantes). Sólo la naturaleza ideal de la sociedad, de hecho –la de autoridad y prohibición– se expresa en las construcciones arquitectónicas reales. Los grandes monumentos levantan una suerte de dique que opone una lógica de majestad y autoridad a todos los elementos disruptores; es en la forma de las catedrales y los palacios donde la Iglesia y el Estado hablan e imponen silencio a las multitudes. Los monumentos, de hecho, inspiran obviamente el buen comportamiento social y a menudo genuino temor. (...) La desaparición de la composición pictórica académica, en cambio, abre el camino a la expresión (y por lo tanto la exaltación) de procesos psicológicos claramente enfrentados a la estabilidad social. (...) Las formas se han vuelto cada vez más estáticas, dominantes. Desde el comienzo, en cualquier caso, el hombre y el orden arquitectónico hacen causa común, siendo que el último es sólo el desarrollo del primero. Por lo tanto, un ataque a la arquitectura, cuyas producciones monumentales hoy dominan realmente el mundo entero, congregando a las multitudes serviles a su sombra, imponiendo admiración y maravilla, orden y obligación, es necesariamente, un ataque al hombre.»
«INFORME.– Comenzaremos un diccionario a partir del momento en que no ofrezcamos el significado sino la tarea de las palabras. Así, lo informe no es sólo un adjetivo que tiene tal o cual significado, sino un término que permite desclasificar, frente a la exigencia general de que cada cosa tenga una forma. Lo que designa no implica derechos en ningún sentido y puede ser aplastado en cualquier parte como una araña o un gusano. Para contentar a los académicos haría falta, de hecho, que el universo adquiriera una forma. Toda la filosofía no tiene otra meta: se trata de ponerle una levita a lo que existe, una levita matemática. Por el contrario, afirmar que el universo no se parece a nada y es informe, equivale a decir que el universo es algo así como una araña o un escupitajo.»25
GEORGES BATAILLE (Billon, Francia, 1897),
Encyclopaedia Acephalica