Canción del río Támesis
Una pizca de sal
se cuela y el río crece,
adoptando el color del té,
hinchado para unirse a la hierba.
En sus riberas, las ruedas y los engranajes
de máquinas monstruosas
chirrían y giran, su fantasma interior
se desvanece entre los recodos,
susurrando misterios.
Todo minúsculo engranaje dorado tiene dientes,
toda gran rueda mueve
un par de manos que sacan
el agua del río,
la devoran, la convierten en vaho,
compelen la gran máquina a acelerar
bajo la fuerza de su disolución.
Despacio, la marea sube,
y corrompe el mecanismo.
Sal, óxido y limo
ralentizan las piezas.
Por las orillas
los tanques de hierro
se mecen hasta sus amarres
con el hueco tañido
de una gigantesca campana
del bombo y cañón
que grita como una lengua de trueno
bajo la que fluye el río.
ELKA CLOKE