RAFAEL SANZIO
Sala 49. Cat. P301. 1519-1520. Óleo sobre tabla. 147,4 cm × 116 cm × 2,8 cm.
La pintura más querida por Felipe IV (de ahí el nombre de La Perla, la joya de la colección real) presenta a dos niños, Jesús y Juan Bautista, jugando juntos bajo la mirada de sus madres, un episodio que no figura en la Biblia. En los Evangelios sólo se señala que María e Isabel estuvieron juntas durante su embarazo; el primer encuentro entre sus hijos se produce ya de adultos, durante el bautismo de Jesús.
La mirada de Jesús va más allá del lienzo: nos indica que también nuestra mirada debe buscar más allá de lo obvio, descifrando las claves ocultas y dejando que la obra nos hable. Éste y otros cuadros están pensados para transmitir y recordar ideas que en su tiempo era peligroso poner por escrito. Una clave importante para comprender el secreto de La Perla descansa en que el encuentro de los niños no figura en los Evangelios oficiales, pero sí en el Apocalypsis Nova del beato Amadeo. El cuadro es un guiño a los que sepan reconocer esa fuente.
En 1518, cuando fueron pintados este cuadro y La Sagrada Familia del Roble, toda Europa creía estar llegando al colapso, con el debilitamiento de la Iglesia, la aparición de Lutero o el descubrimiento de América. Además, una gran conjunción planetaria que iba a tener lugar en 1524 convenció a muchos de que se aproximaba el fin de los tiempos. Fue una época en la que toda la población estuvo especialmente atenta a augurios y profecías. Rafael no fue ni mucho menos ajeno a esto; ya había demostrado su erudición y su profundo conocimiento simbólico en la deslumbrante Escuela de Atenas de los Museos Vaticanos, y tanto La Perla como La Sagrada Familia del Roble son excelentes ejemplos de su sabiduría y pericia.