15. FUENTES Y VERSIONES

Sería contradictorio con el sentido de este libro dar una bibliografía que distinguiera nítidamente los autores, textos y congresos citados de los que son ficcionales. En las publicaciones antropológicas muchas veces se usan seudónimos para los entrevistados y se cambia el nombre de la ciudad o la institución a fin de guardar confidencialidad sobre las identidades. En este texto aparecen algunos nombres de expositores en congresos, aunque no hayan ocurrido como se relatan o las frases reproducidas estén tomadas de artículos o libros suyos; en otros casos cito los textos reales. Pero el carácter ensayístico del volumen o de conferencias reconvertidas en entrevistas, y el propósito de quitarles cualquier tono magistral y destacar los interrogantes, volvía preferible no interrumpir la fluidez de la lectura con precisiones académicas. Finalmente, en tiempos de Google basta subir cualquier frase al servidor para que nos envíe al lugar de aparición y casi siempre sea posible descargar el texto en su versión ¿original? como libro, artículo o ponencia. Se trata de que los debates hagan visibles las incertidumbres entre lo que se dice y los plurales modos de acceso a la información. En vez de conclusiones o referencias de autoridad, trabajar lo irresuelto de las explicaciones.

Menciono, sin embargo, unas pocas fuentes a fin de reconocer lugares y algunos interlocutores significativos para la elaboración de estas páginas. El capítulo 4 es una versión modificada de un texto que me pidió Jesús Martín Barbero, en nombre de la revista colombiana Errata, para un número sobre interdisciplina. El capítulo 5, que da título al libro, comenzó como documento base para la exposición de arte Extranjerías, que curé con Andrea Giunta en el Espacio de la Fundación Telefónica de Buenos Aires en 2009, y presentamos ampliada en 2012 en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo de México; discutí otras versiones de ese texto en el coloquio «Fronteras e imaginarios culturales» (México, 2012) y cuando ocupé la Cátedra Bolaño en la Universidad Diego Portales (Santiago de Chile, 2013).

«Por qué existe literatura y no más bien nada» tuvo su primera escritura para la conferencia inaugural en el VIII Congreso Internacional Orbis Tertius sobre Literaturas compartidas, celebrado en La Plata del 7 al 9 de mayo de 2012. Allí sucedió la conversación entre un profesor argentino y uno alemán que narro en el capítulo dos, y esa noche, en el hotel, imaginé el cuento con el estudiante de doctorado que, al escuchar la pregunta sobre las diferencias entre una conferencia de inauguración y otra de clausura, halló tema para su tesis. Por supuesto, la mayor parte de lo que sucede en ese relato y en los demás en que interviene el estudiante son ficciones, incitadas por mi relación con alumnos a los que dirigí tesis, conversaciones con colegas y por la asistencia a congresos de la Latin American Studies Association, la American Anthropological Association, CLACSO, ALAS y otras multitudinarias reuniones de antropólogos, sociólogos y comunicólogos en Europa, Estados Unidos y América Latina. Ante la imposibilidad de citar a tantos organizadores que me invitaron y amigos con los que disfruté esos encuentros, espero que comprendan por qué evito la fatiga de las listas y gocen las ironías a esas aglomeraciones.

La historia contada en el último capítulo sobre el reconocimiento que me hizo la Facultad de Artes de La Plata, de la que me había expulsado, junto a muchos colegas, la represión del gobierno predictatorial en 1975, efectivamente ocurrió en septiembre de 2011.

Los autores que más me provocaron para llegar a este libro están mencionados en los capítulos correspondientes. Agrego el estímulo recibido de quienes me acompañaron en los últimos años en la investigación sobre Jóvenes, culturas urbanas y redes digitales (publicada en papel por Ariel, UAM y Fundación Telefónica y descargable gratuitamente en la página de esta última institución), especialmente a los coordinadores Francisco Cruces y Maritza Urteaga. Los cursos en la Universidad Autónoma Metropolitana de México, que me concedió libertad y apoyo para investigar, así como otros dados en New York University, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Sao Paulo, sirvieron para escuchar las preguntas de los estudiantes, sus modos de buscar información y dudar sobre certezas clásicas de las ciencias sociales.

Agradezco los comentarios de los lectores iniciales de estas páginas: Gabriela Adamo, Verónica Gerber, Alejandro Grimson, Claudio Lomnitz, Rossana Reguillo, Ana Rosas Mantecón, Juan Villoro y Rosalía Winocur. Sus experiencias innovadoras en la relación entre investigación, escritura, comunicación y usos sociales del saber, que me interpelan desde hace años, facilitaron comprender y cuidar el riesgo de esta apertura en los modos habituales de conocer y de contarlo.

María Álvarez, Susana Cruzalta y Jenni Rosaldo me asistieron en la búsqueda de información y aspectos prácticos de la producción del libro.