10. ELEGIR EL MARCO TEÓRICO
La tarde en que el estudiante fue a escuchar qué opinaba su director de tesis sobre el proyecto que le había mandado, salió confundido. El profesor, después de volver a agradecerle su colaboración en el congreso, le contó de las invitaciones que le enviaron participantes en esa reunión durante las semanas siguientes para ir a simposios en París, Chicago y Sevilla. Le anticipó que quizá, en reconocimiento al apoyo que su alumno le había dado, trataría de conseguir que también lo invitaran a él a la Bienal de Estambul. Sí, ya sabía que no se dedicaba a artes visuales, pero los coloquios de esa Bienal buscaban distinguirse, entre las más de doscientas bienales diseminadas en todos los continentes, organizando reuniones académicas innovadoras. No se ocupaban de transgénero, poscolonialismo y movimientos artísticos radical-chic como la mayoría, sino de cuestiones sorprendentes. Y el tema que estaba encarando para su tesis sobre lo que distingue a las conferencias de inauguración y de clausura se prestaba para una comparación con lo que en el arte —y sobre todo en las bienales— hay de invención incesante enfrentada a las conclusiones.
—Está bien, le agradezco, balbuceó el estudiante. Pero no tengo idea de cómo trabajar mi tema, ni siquiera he empezado. No sé cómo probar la hipótesis que puse en el preproyecto que le mandé hace tres semanas. ¿Sería más útil aplicar la teoría del carisma de Weber, la teoría de Bourdieu sobre la distinción paradójica que se logra en el mundo académico al ser un hereje consagrado o la de Richard Sennett sobre el respeto, visto en ciertos casos como una mala adaptación que sucede en sociedades desiguales entre la confianza en uno mismo y la consideración de los demás?
—No se trata de aplicar ninguna teoría. Las teorías sirven sólo si no se aplican a algo ¿Y por qué elegir entre las tres?
—Porque tienen incompatibilidades y no quiero ser ecléctico.
—Como las teorías no nos dicen cómo funciona la realidad sino más bien cómo no estudiarla, disponer de varias es útil para ver qué se les olvidó analizar a las otras y, si son de distintas épocas, percibir qué cambió.
—A ver si entiendo. Aunque maneje varias teorías, necesito construir un marco en el cual ordenar mis datos sobre quiénes dieron conferencias magistrales, en qué países, qué premios recibieron antes y después de que los invitaran, cuántas citas recibieron cada año.
—Si quiere guardar más datos compre un disco duro más grande. Los especialistas en metodología suelen actuar como un vendedor de cuadros. Es cierto que los marcos son bonitos para mostrar cosas: dorados, blancos, tallados, barrocos, de aluminio. Pero ¿encontró alguna vez un pintor que comenzara su obra maestra escogiendo el marco?
—¿Pero siempre hay que poner las cosas en un contexto, verdad?
—Nunca entendí lo que significa contexto. Un marco hace que una pintura se vea mejor, puede orientar la mirada, aumentar el valor, permite establecer la fecha, pero no agrega nada a la pintura. El marco, o el contexto, es precisamente la suma de factores que no inciden en los datos, algo que todos sabemos sobre los marcos. Si yo fuera usted, me abstendría por completo de los marcos. Simplemente describa el estado de las cosas en cuestión.
—«Simplemente describa». Disculpe que pregunte, ¿pero no es terriblemente ingenuo eso? ¿No es el tipo de empirismo o realismo contra el que nos han alertado? Creí que su razonamiento era… este… más sofisticado.
—¿Por qué cree usted que es fácil describir? Debe de estar confundiéndose, supongo, con sucesiones de clichés. Por cada cien libros de comentarios y argumentos, hay sólo uno de descripción. Describir, estar atento al estado de cosas concreto, encontrar la única forma adecuada de describir una situación dada, a mí esto siempre me resultó increíblemente difícil.
—¿Por qué habla de la única forma de describir? Entonces ¿de qué me sirve manejar varias teorías si debo construirme un único punto de vista?
—A diferencia de las teorías (y las instituciones académicas que las difunden como buenas) lo productivo de un punto de vista es que se puede modificar. Y también tener varios sobre un mismo objeto, como cuando rodeamos una estatua o vemos un paisaje desde abajo, entre los árboles, o desde arriba en el estacionamiento con mirador.
—Entonces la tarea es sumar descripciones para llegar a una buena explicación del conjunto de perspectivas que existen del fenómeno que se analiza.
—Diría que si su descripción necesita de una explicación, no es una buena descripción, eso es todo. Sólo las malas descripciones necesitan una explicación. En realidad es bastante simple. ¿Qué se quiere decir con «explicación social» la mayoría de las veces? Agregar otro actor para dar a los ya descritos la energía necesaria para actuar. Pero si tiene que agregarlo, entonces la red no era completa. Y si los actores ya reunidos no tienen suficiente energía para actuar, entonces no son «actores» sino meros intermediarios, tontos, títeres. No hacen nada, por lo que no deberían estar en la descripción de todos modos. Nunca he visto una buena descripción que necesite una explicación. Pero he leído incontables malas descripciones a las que no se agregaba cosa alguna con la adición de innumerables «explicaciones».
—Bueno, no lo llamemos marco ni explicación. Pero debo tener en cuenta el contexto en que se producen las distintas observaciones.
—Cuando aparece el contexto es una manera de detener la descripción porque uno está cansado o es demasiado perezoso para continuar.
—Ése es mi problema: que usted me consiguió dos años de prórroga y debo terminar en ese tiempo una tesis que aún no comencé.
—Es que también debemos cuestionar qué significa haber terminado una tesis. No es escribir las trescientas páginas que fija el reglamento ni llegar a una conclusión que demuestre para siempre una hipótesis. La tesis debe proponer descripciones, miradas, debates densos, que no repitan lo que ya se sabe. Una tesis es como un laboratorio, donde lo que importa es no repetir las mismas pruebas, experimentos, simulaciones.
—Eso me ayuda un poco. Hay que simular, pero probar que se está simulando mejor que antes porque se pone a prueba lo que imaginábamos.
—Como lo hace un trabajador que perdió su empleo y experimenta si en otro lugar, quizá cambiando un poco su currículum, su perfil, los modos de presentar sus habilidades, logra conseguir otro trabajo. O una cadena de televisión que ve caer su rating y modifica su comportamiento ante la audiencia.
—Pero la ciencia no puede manipular la realidad como una empresa televisiva. No simulamos en un laboratorio como en una actividad dedicada a capturar clientelas.
—A eso debemos aspirar. Construir saberes que desmonten la simulación que perjudica a la gente, que la somete, para experimentar con formas de comprensión, de relación con otros. No se trata de enseñar a las personas cómo sospechar de quienes simulan para dominarlos —aunque sea necesario a veces— sino de acercarnos a ver cómo se arreglan las personas comunes para armar saberes que escapen a las maquinarias. Las campañas de develamiento tipo Amnistía Internacional o Wikileaks hacen visibles procesos de engaño o control social que algunos críticos sospechaban, les ponen datos y exhiben su desmesurado tamaño. Inhiben algunos mecanismos de ocultamiento o simulación. Consiguen alguna vez que algún gobierno quite un fusible, o sea un ministro, y ponga otro. O que a una corporación se le vuelva inútil un comercial para vender medicamentos que no curan. Tampoco tu estudio desmitificador de las conferencias magistrales va a lograr que desaparezcan. Pero admiro tu vocación crítica. Voy a seguir apoyando tu investigación y confío en que llegue a ser apreciada. Si eso sucede, acabarán invitándote a varios congresos por año y al final a dar conferencias magistrales. Si no es a los 50 será a los 60 años. Sabremos si tu tesis es realmente buena si encuentras la manera de dejar de ser magistral, aunque aceptes las invitaciones por el interés turístico de la ciudad donde se hace la reunión o por amistad con el presidente del congreso. El principal asunto no es moral: ¿por qué voy a congresos y más congresos? Tal vez podemos decir que es también moral, en el sentido de que no voy a vender un saber consolidado sino a compartir incertidumbres. Quizá podamos decir que la pregunta es parecida para una emisora de televisión o un sitio de internet que vende otro tipo de saberes.
El estudiante salió tan inquieto de la entrevista que llamó por celular a su novia para asegurarse dónde estaba. En mi casa, le contestó. Tomó un taxi para llegar rápido. Ni bien entró, contó todo. Ella le dijo:
—Ese diálogo está publicado. Salvo las recomendaciones un poco moralistas del final —agregó mientras tomaba de su biblioteca un libro en el que Bruno Latour contaba el diálogo, quizá en parte verdadero, en parte apócrifo, que había tenido con un alumno en su oficina de la London School of Economics.
El estudiante de conferencias magistrales leyó en la portada del libro: Changer de société. Refaire la sociologie. Ella dijo: mira, lo compré cuando hice ese año de intercambio en Oxford y le comenzó a leer en francés: Aquí dice que «la théorie de l´acteur-réseau… ne peut s´appliquer à quoi que ce soit… elle peut être utile, mais seulement si elle ne s´applique pas à n’importe quelle chose».
Él tomó el libro y siguió encontrando frases que su profesor había usado, casi textuales, en la conversación. Exclamó:
—Ni mencionó a Latour. Toda su crítica a mi modo de encarar la investigación era un recitado de algo pensado por otro. Es un repetidor que oculta las fuentes.
—No exactamente —dijo ella. Cuando estuve en el Reino Unido y en Francia, en 2008 y 2009, esta manera de razonar se había vuelto en algunas universidades sentido común.
—¿Y por qué si estabas en Oxford compraste el libro en francés?
—Porque como es la lengua nativa de Latour preferí leerlo en lo que suponía el original. Pero descubrí que la primera edición había sido hecha por Oxford University Press en 2005, un año antes de que se tradujera en París y con otro título: Re-assembling the Social. Él lo había escrito en inglés. Parecía un homenaje de Latour a la lengua en la cual daba preferencias a sus redes como actor científico.