Basta recorrer un módico catálogo de atlas de imágenes para comprobar que el universo entero puede cartografiarse en una sucesión de láminas. Hay atlas del cosmos, de los cielos nocturnos, de las nieves europeas, de colores, de la Biblia, del agua, de habanos, del ciclismo épico, de la Vespa o de los robots de Leonardo. Pero el atlas por antonomasia es el atlas de mapas, que debe su nombre al titán de la mitología griega condenado a llevar la bóveda celeste sobre los hombros. Como el coloso mitológico, el mapa carga con toda la información y el saber sobre el mundo, y ha sido desde los comienzos de la cartografía un instrumento de poder y dominación. Imagen paradójica, es la representación más precisa del mundo y a la vez la más abstracta. De ahí que el arte haya encontrado en el mapa un material infinitamente apropiable para desnaturalizar los órdenes instituidos, interrogar las identidades territoriales, tender pasajes en fronteras infranqueables, conjeturar otros mundos posibles y trazar recorridos imaginarios. Si los planisferios abundan en los mapas de artistas latinoamericanos es porque desde el Sur alcanzan otras visiones globales: catástrofes gráficas, juegos visuales o conceptuales que recomponen los órdenes hegemónicos, figuran sus estallidos inesperados o los dinamizan con contracorrientes de flujos que disuelven las oposiciones tajantes. Pero hay también recortes parciales que extrañan las geografías locales, nacionales o continentales, itinerarios irónicos del nomadismo turístico o mercantilizado y superficies impensadas para inscribir un mapa, como la palma de una mano, una lonja de carpaccio sobre un plato o un par de sandalias: la cartografía del arte es un venero de metáforas.
Francis Alÿs - Adriana Varejão - Suely Rolnik - Guillermo Kuitca - Alfredo Jaar - Jorge Macchi - Vik Muniz - Carlos Busqued - Mario Bellatin - Rivane Neuenschwander - João Gilberto Noll - Los Carpinteros - Antonio José Ponte