ANÁLISIS HISTÓRICO

Hasta finales del siglo veinte, los que han estudiado a los muertos vivientes estaban convencidos de que la frecuencia de los brotes permanecía constante a través del tiempo. Las sociedades que habían sufrido más ataques que otras aparentaban eso sólo porque mantuvieron los mejores registros. El ejemplo que se elige normalmente es el de la antigua Roma comparada con el comienzo de la Edad Media. Esta teoría fue usada también para calmar a los alarmistas afirmando que, cuanto más y más confiaba la humanidad en su conjunto en la palabra escrita, parecía como si los brotes se volviesen más y más comunes. Este modo de pensar, aunque aún es común, ha caído en el rechazo por algún tiempo.

La población mundial aumenta. Su centro ha pasado de la zona rural al casco urbano. El transporte une el planeta a una velocidad cada vez mayor. Todos estos factores han llevado a un renacimiento de las enfermedades infecciosas, la mayoría de las cuales creíamos haber erradicado hace siglos. La lógica dicta que el Solanum puede florecer en un entorno tan bien preparado. Aunque la información se está registrando, compartiendo y almacenando como nunca antes se había hecho, esto no puede ocultar el hecho de que los ataques zombi están aumentando y que su frecuencia se refleja en el desarrollo de nuestro planeta. A este ritmo, los ataques sólo aumentarán y culminarán en una de dos posibilidades. La primera es que los gobiernos del mundo tendrán que admitir, tanto privada como públicamente, la existencia de los muertos vivientes y crear organizaciones especiales para tratar con la amenaza. En ESTE escenario, los zombis se convertirán en parte aceptada de nuestra vida diaria (marginados, de fácil contención, tal vez incluso vacunados). La segunda, un escenario más ominoso, podría resultar en una guerra total entre los vivos y los muertos: una guerra para la que ahora tú estás preparado.