Eran al menos quince o veinte; hombres, mujeres, niños. Abrimos fuego a setenta, quizá ochenta metros. Veía cómo salían volando pedazos de carne. ¡Nuestros disparos dañaban sus filas! Pero seguían avanzando. ¡Simplemente, siguieron avanzando!
Divisé a uno y dejé escapar una ráfaga de mi BXP. Sé que le rompí en dos la columna porque aquel hombre se dejó caer como una hoja. Aún con espasmos en las piernas, ¡se arrastraba hacia mí! A veinte metros, abrimos fuego con el Vektor. ¡Nada! Veía cómo los trozos de órganos y huesos les salían disparados por la espalda. Había extremidades literalmente serradas por las articulaciones. La SS77 es la mejor ametralladora jamás construida: 840 metros por segundo, 800 disparos por minuto; pero no estaba consiguiendo ¡absolutamente nada! Con las granadas sólo habíamos conseguido derribar a uno de ellos. ¡A uno! Su cuerpo mutilado estaba inmóvil pero la cabeza aún intentaba mordernos. [Nombre no revelado] empezó a disparar con su RPG.
El maldito proyectil dio de lleno en un blanco fácil de atacar ¡y destrozó una roca que había detrás! Finalmente, cuando estaban a cinco metros de nosotros, usamos la poca gasolina que nos quedaba para el lanzallamas. Los hijos de puta se encendieron como antorchas pero ¡no se detuvieron! Uno de ellos agarró a [Nombre no revelado], haciéndolo prender también mientras le mordía en el cuello. Vi al resto de aquellas cosas rodearlo conforme nos perdíamos entre la jungla. Una multitud de cuerpos agachados ardiendo desgarrando a otra antorcha humana que no dejaba de gritar. ¡La puta que parió al demonio, ¿qué diablos se suponía que teníamos que hacer?!
—MERCENARIO SERBIO DURANTE LA GUERRA CIVIL DE ZAIRE, 1994
Elegir las armas correctas (nunca lleves sólo una) puede establecer la diferencia entre un montón de zombis muertos o convertirte en uno de ellos. Cuando te enfrentas con un no muerto, es fácil creer en la estrategia de supercomando: cargar con las armas más pesadas y más potentes posibles y salir a patearles el culo. No sólo es absurdo, también es suicida. Los zombis no establecen torres de control al más puro estilo de Tras la línea enemiga, con un derribo en masa a la primera descarga teatral de artillería. Armarse para el encuentro con un zombi requiere una consideración especial, tener la cabeza bien fría y hacer un análisis práctico de todos los factores implicados.