1. HABILIDADES FÍSICAS
Con demasiada frecuencia se dice que los no muertos poseen unos poderes sobrehumanos: fuerza inusual, velocidad del rayo, telepatía, etc. Las historias van desde zombis que vuelan por los aires a zombis que escalan superficies verticales como arañas. Mientras se inventan esas características para darle más dramatismo a la situación, el gul se aleja bastante de este demonio mágico y omnipotente. Nunca olvides que el cuerpo de un no muerto es, antes que otra cosa, humano. Los cambios se observan en la manera en que un cerebro recién infectado usa el cuerpo resucitado. No habría forma de que un zombi pudiera volar a menos que los humanos pudieran volar. Pasa lo mismo con el dominio de la fuerza, la teletransportación, el traspaso de objetos sólidos, la transformación en lobo, la respiración del fuego o una amalgama de diferentes talentos místicos atribuidos a los muertos andantes.
Imagina que el cuerpo humano es un juego de herramientas. El cerebro sonámbulo posee estas herramientas y, únicamente esas herramientas, están a su disposición. No puede crear nuevas como de la nada. Pero puede, como comprobarás, usar estas herramientas en combinaciones poco convencionales, o hacer que duren más allá de los límites humanos normales.
A. Vista
Los ojos de un zombi no son diferentes de los de un humano corriente. Aunque aún son capaces (dado el índice de descomposición) de transmitir señales visuales al cerebro, la forma en que el cerebro interpreta dichas señales es otro asunto. Los estudios son inconcluyentes en lo que concierne a las habilidades visuales de los no muertos. Pueden captar a la presa a distancias comparables a las humanas, pero si pueden distinguir a un humano de uno de ellos aún está por debatir. Una de las teorías sugiere que los movimientos que realizan los humanos son más rápidos y suaves que los de los no muertos, lo que causa que llamen la atención al ojo zombi. Se han realizado experimentos en los que humanos han intentado confundir a gules que se acercaban, imitando sus movimientos y arrastrando los pies mientras cojeaban con torpeza. Hasta la fecha, ninguno de estos intentos ha tenido éxito. Se ha llegado a sugerir que los zombis poseen visión nocturna, un hecho que explica su habilidad para la caza nocturna. Esta teoría ha sido desacreditada por el hecho de que todos los zombis son expertos alimentándose de noche, incluso aquellos que no tienen ojos.
B. Oído
No cabe duda alguna de que los zombis poseen un oído excelente. No sólo pueden detectar el sonido, también pueden determinar su dirección. El alcance básico parece ser el mismo de los humanos. Los experimentos con frecuencias extremadamente altas y bajas han producido resultados negativos. Los exámenes también han mostrado que los zombis se sienten atraídos por cualquier sonido, no sólo por los que producen las criaturas con vida. Se ha documentado que los gules perciben sonidos que el oído humano ignora. La más probable, aunque indemostrable, explicación es que los zombis dependen de todos sus sentidos en igual medida. Los humanos se orientan con la vista desde su nacimiento y dependen de otros sentidos sólo si pierden el primero. Tal vez, esta discapacidad no la comparten con los muertos andantes. De ser así, esto explicaría su habilidad para cazar, luchar y alimentarse en total oscuridad.
C. Olfato
A diferencia del oído, los no muertos tienen un sentido del olfato más agudo. Tanto en situaciones de combate como en las pruebas de laboratorio, han sido capaces de distinguir el olor de una presa viva de las otras. En muchos casos, y contando con una orientación del viento ideal, se ha comprobado que los zombis huelen los cadáveres frescos a una distancia de más de un kilómetro. De nuevo, esto no significa que los gules tengan un sentido del olfato mayor que el de los humanos, simplemente es que ellos se valen más de él. No se sabe exactamente qué secreción en particular es la que indica la presencia de la presa: el sudor, las feromonas, la sangre, etc. En el pasado, la gente pretendía moverse sin ser detectada por las áreas infestadas intentando camuflar el olor humano con perfumes, desodorantes u otro producto químico de olor fuerte. Ninguno tuvo éxito. En la actualidad se llevan a cabo experimentos con vistas a sintetizar el olor de los seres vivos para usarlo como señuelo o incluso repelente de los muertos andantes. Quedan años para que se encuentre un producto que funcione.
D. Gusto
No se sabe mucho sobre las papilas gustativas alteradas de los muertos andantes. Los zombis tienen la habilidad de distinguir la carne humana de la de los animales, y prefieren la primera. Los gules poseen también una habilidad asombrosa para rechazar la carroña en favor de la carne fresca recién muerta. Un cuerpo humano que lleve muerto entre doce y dieciocho horas será rechazado como comida. Lo mismo pasa con los cadáveres que han sido embalsamados o preservados de cualquier otra forma.
Todavía no sabemos si esto tiene algo que ver con el gusto. Puede que tenga que ver con el olfato o, quizá, con otra clase de instinto que no hemos descubierto. ¿Por qué exactamente la carne humana es preferible? La ciencia todavía tiene que encontrar una respuesta a esta confusa, frustrante y terrorífica pregunta.
E. Tacto
Los zombis no perciben, literalmente, los estímulos físicos. Todos los receptores nerviosos siguen muertos después de la resurrección. Verdaderamente se trata de su ventaja más grande y terrorífica sobre los vivos. Nosotros, como humanos, tenemos la habilidad de experimentar el dolor físico como un signo de deterioro corporal. Nuestro cerebro clasifica tales sensaciones, las agrupa teniendo en cuenta el estímulo que las provoca y después archiva la información para usarla como aviso en futuras lesiones. Este es el don de la fisiología y el instinto que nos permite sobrevivir como especie. Por esta razón valoramos virtudes como el coraje, que inspira a las personas a realizar acciones a pesar de las señales de peligro. La incapacidad de reconocer y evitar el dolor es lo que convierte a los muertos andantes en criaturas tan formidables. No notan las heridas y, además, estas no les impiden atacar. Aunque el cuerpo de un zombi sufra daños severos, continuará atacando hasta que no quede nada de él.
F. Sexto sentido
Las investigaciones realizadas a través de la historia, combinadas con los estudios de campo y de laboratorio, han demostrado que los muertos andantes atacan incluso cuando todos sus órganos sensoriales han sido dañados o se han descompuesto por completo. ¿Significa esto que los zombis poseen un sexto sentido? Tal vez. Los seres vivos usan menos del 5% de su capacidad cerebral. Es posible que el virus pueda estimular otras habilidades sensoriales que la evolución ha olvidado. Esta teoría es la que se discute más acaloradamente en la guerra contra los no muertos. Hasta ahora, no hay pruebas científicas que apoyen a ningún bando.
G. Cicatrización
A pesar de las leyendas y las tradiciones antiguas, la fisiología de los no muertos ha demostrado no poseer poderes de regeneración. Las células que están dañadas siguen estando dañadas. Cualquier herida, sin importar su tamaño o su naturaleza, seguirá abierta mientras que esté en fase de resurrección. Se han llevado a cabo una variedad de tratamientos médicos para estimular el proceso de cicatrización en gules capturados. Ninguno resultó positivo. Esta incapacidad para repararse a sí mismos, algo que los seres vivos poseemos, supone una importante desventaja para los no muertos. Por ejemplo, cada vez que nos esforzamos físicamente, nuestros músculos se desgastan. Con el tiempo, estos músculos se reconstruyen y pasan a ser más fuertes que antes. La masa muscular de un gul permanecerá dañada, reduciendo su efectividad cada vez que la use.
H. Descomposición
La esperanza de vida media para los zombis —cuánto tiempo es capaz de funcionar antes de descomponerse del todo— es de tres a cinco años. Por muy fantástico que suene —el cuerpo humano es capaz de prevenir los efectos naturales de descomposición— lo que causa su putrefacción es biología básica. Cuando un cuerpo humano muere, su carne inmediatamente se cubre de billones de organismos microscópicos. Estos organismos siempre estuvieron presentes en el entorno externo y dentro del cuerpo. Mientras vivimos, el sistema inmunológico funciona como una barrera entre estos organismos y su objetivo. Cuando morimos, la barrera se abre. Los organismos empiezan a multiplicarse exponencialmente cuando se alimentan y, por esa razón, el cadáver sufre un colapso a nivel celular. El olor y la decoloración asociados con la carne en descomposición son el efecto del proceso biológico del trabajo de estos microbios. Cuando pides un bistec «muy hecho», estás pidiendo un trozo de carne que ha empezado a pudrirse; lo que antes era carne dura, ha sido reblandecida por microorganismos que han colapsado su fibra robusta. En un periodo corto de tiempo, ese bistec, igual que un cadáver humano, se quedará en nada, dejando tan sólo material demasiado duro y falto de nutrientes para ningún microbio, como huesos, dientes, uñas y pelo. Este es el ciclo de la vida normal, la forma en que la naturaleza recicla los nutrientes y los hace volver a la cadena alimenticia. Para parar este proceso y preservar el tejido muerto, es necesario situarlo en un entorno inapropiado para las bacterias, como puede ser un lugar con temperaturas muy bajas o muy altas, o en compuestos químicos tóxicos como el formaldehído, o, en este caso, saturarlo con Solanum.
Casi todas las especies de microbios que están implicadas en la descomposición humana normal han rechazado en repetidas ocasiones la carne infectada por el virus, embalsamando al zombi eficazmente. Si este no fuera el caso, combatir a los muertos vivientes sería tan fácil como evitarlos durante varias semanas o incluso días hasta que se pudrieran y quedaran únicamente los huesos. Los investigadores deben aún encontrar la causa exacta de esta condición. Se ha descubierto que al menos una especie de microbio ignora los efectos de repulsión del Solanum: de otro modo, los no muertos permanecerían en perfecto estado de conservación para siempre. Asimismo, se ha determinado que las condiciones naturales como la humedad y la temperatura juegan un papel importante. Los no muertos que frecuentan los pantanos de Luisiana puede que no duren tanto como los que viven en zonas frías, o en el seco desierto de Gobi. Las situaciones extremas, como el frío intenso o la inmersión en líquidos conservantes, podrían, hipotéticamente hablando, permitir a la especie de los no muertos vivir indefinidamente. Se sabe que estas técnicas permiten a los zombis actuar durante décadas, incluso siglos. (Véase «Ataques registrados»). La descomposición no supone que un miembro, de los muertos andantes simplemente se desplome. La putrefacción afectaría a varias partes del cuerpo en momentos diferentes. Se han encontrado especímenes con el cerebro intacto pero el cuerpo descompuesto. Otros con el cerebro parcialmente podrido podían mantener ciertas funciones corporales, pero el resto estaban totalmente paralizadas. Recientemente, circula una teoría popular que intenta explicar la historia de la momia del antiguo Egipto como uno de los primeros ejemplos del embalsamado de un zombi. Las técnicas de conservación permitían que vivieran durante varios miles de años después de haber sido sepultados. Cualquiera con un conocimiento mínimo del antiguo Egipto encontraría esta historia falsa y ridicula: ¡El paso más importante y complicado en la preparación del faraón para su entierro era la extracción del cerebro!
I. Digestión
Pruebas recientes han descartado, de una vez por todas, la teoría de que la carne humana supone el combustible para los no muertos. El tracto digestivo de un zombi está completamente inactivo. El sistema complejo que procesa la comida, que extrae los nutrientes y excreta los restos no se tiene en cuenta en la fisiología de un zombi. Las autopsias que se han llevado a cabo en no muertos controlados han demostrado que su alimento permanece en su estado original, sin digerir en ninguna de las secciones del tracto. La materia, que mastican parcialmente y que se pudre de forma lenta, continuará acumulándose mientras el zombi devore más víctimas, hasta que salga, a la fuerza, por el ano, o literalmente haga que estallen el estómago o los intestinos. Aunque estos ejemplos que resultan impresionantes sobre la falta de digestión son escasos, cientos de informes de testigos oculares confirmaron que los no muertos tenían el vientre hinchado. ¡Un espécimen capturado y analizado detenidamente contenía 96 kilos de carne dentro de su sistema! Existen casos aún menos numerosos que han confirmado que los zombis continúan alimentándose hasta mucho después de que su tracto digestivo le haya explotado desde dentro.
J. Respiración
Los pulmones de los no muertos continúan funcionando en lo que se refiere a inhalar aire y expulsarlo de su cuerpo. Esta función otorga a los zombis su firma personal: el gemido. Lo que los pulmones y la química del cuerpo no consiguen, sin embargo, es extraer el oxígeno y eliminar el dióxido de carbono. Dado que el Solanum obvia la necesidad de ambas funciones, el sistema respiratorio queda obsoleto en el cuerpo de un gul. Esto explica cómo los muertos vivientes pueden caminar bajo el agua o sobrevivir en entornos letales para los humanos. Sus cerebros, como ya se dijo antes, no dependen del oxígeno para sobrevivir.
K. Circulación
Resultaría inapropiado decir que los zombis no tienen corazón. Lo que no sería inapropiado decir, sin embargo, es que no han encontrado ninguna utilidad para él. El sistema circulatorio de un no muerto es poco más que una red de tubos inútiles llenos de sangre coagulada. Pasa lo mismo con el sistema linfático, así como con otros fluidos corporales. A pesar de que esta mutación pareciera otorgarle a los no muertos una ventaja sobre el resto de la humanidad, en realidad ha demostrado ser una bendición. La falta de masa de fluidos previene la fácil transmisión del virus. Si esto no fuera cierto, el combate cuerpo a cuerpo sería prácticamente imposible, ya que el humano que se defendiera sería salpicado con toda seguridad con sangre u otros fluidos.
L. Reproducción
Los zombis son criaturas estériles. Sus órganos sexuales están necróticos y son impotentes. Se han hecho intentos para fertilizar óvulos de zombi con esperma humano y viceversa. Ninguno tuvo éxito. Los no muertos tampoco muestran signos de deseo sexual, ni hacia su especie ni hacia los vivos. Hasta que las investigaciones puedan demostrar algo diferente, el gran miedo de la humanidad —que los muertos se reprodujeran y trajeran al mundo más muertos— resulta ser una imposibilidad reconfortante.
M. Fuerza
Los gules poseen la misma fuerza bruta que los vivos. Qué potencia pueda ser ejercida depende en gran medida del zombi en cuestión. La masa muscular que posee una persona viva será toda la que posea muerta. A diferencia de un cuerpo vivo, no se ha descubierto si las glándulas suprarrenales funcionan en los muertos, despojando a los zombis del estallido temporal de potencia del que disfrutamos los humanos. La única ventaja sólida que los muertos vivientes poseen es una resistencia increíble. Imagina que estás entrenándote o realizando cualquier otro acto de ejercicio físico. Lo más probable es que el dolor y la extenuación dicten tus límites. Estos factores no se aplican a los muertos. Continuarán una acción, con la misma energía dinámica, hasta que los músculos literalmente acaben por descomponerse. A pesar de que los gules van debilitándose progresivamente, esto les permite un poderoso primer ataque. Muchos grupos de tres o incluso cuatro humanos, físicamente en forma, cayeron ante un único zombi decidido.
N. Velocidad
Los muertos andantes suelen moverse con los hombros caídos o cojeando. Incluso sin heridas o una descomposición muy avanzada, su falta de coordinación provoca que anden a grandes zancadas de forma inestable. La velocidad viene determinada principalmente por la longitud de las piernas. Los gules más altos darán zancadas más largas que sus homólogos de piernas más cortas. Al parecer los zombis son incapaces de correr. El índice de velocidad más rápido es de apenas un paso cada 1,5 segundos.
Al igual que con la fuerza, la ventaja de los muertos sobre los vivos es su falta de cansancio. Los humanos que crean que pueden aventajar a los no muertos que los persigan, deberían acordarse del cuento de la liebre y la tortuga, teniendo en cuenta, claro, que en este caso la liebre tiene muchas posibilidades de ser devorada viva.
O. Agilidad
Un humano posee una destreza un 90% mayor que la del gul más fuerte. En algunos casos se debe a la rigidez general que sufre el tejido de sus músculos necrosados (de ahí sus pasos torpes). El resto se debe a sus primitivas funciones cerebrales. Los zombis apenas tienen coordinación mano-ojo, una de sus grandes debilidades. Nadie ha visto jamás saltar a un zombi, ni de un lado a otro, ni, simplemente, de arriba abajo. Balancearse por una superficie estrecha es, del mismo modo, lo más hábiles que pueden ser. Nadar es también una función reservada exclusivamente para los vivos. La teoría demuestra que, si el cadáver de un no muerto está lo suficientemente hinchado para alcanzar la superficie, puede suponer un peligro a flote. Sin embargo, esto no es muy común, porque si el cuerpo se encuentra en un índice bajo de descomposición, no puede acumularse el gas dentro del cuerpo. Los zombis que caminan o caen en el agua deambularán sin rumbo por el fondo hasta terminar disolviéndose. Pueden ser escaladores con éxito, pero sólo en ciertas circunstancias. Si los zombis perciben que la presa se encuentra encima, por ejemplo, en el segundo piso de una casa, siempre intentarán llegar hasta ellos. Intentarán escalar cualquier superficie sin importar lo inviable o imposible que resulte. En todas, excepto en las situaciones más fáciles, estos intentos han terminado en derrota. Incluso en el caso de las escaleras, donde sólo se requiere la coordinación mano-mano, únicamente uno de cada cuatro zombis lo consigue.
2. PATRONES DE COMPORTAMIENTO
A. Inteligencia
En repetidas ocasiones se ha demostrado que nuestra mayor ventaja sobre los no muertos es nuestra habilidad para pensar. La capacidad mental promedio del zombi se encuentra por debajo de la de un insecto. En ninguna ocasión han demostrado habilidad alguna para razonar o usar la lógica. Intentar llevar a cabo una tarea, fallar, entonces por ensayo y error descubrir una nueva solución es una habilidad que comparten muchos miembros del reino animal pero que los muertos andantes han perdido. Los zombis han fallado repetidas veces en los laboratorios los test de inteligencia ajustados al nivel de los roedores. Un caso realizado en exteriores exponía a un humano de pie al final de un puente desplomado frente a una docena de zombis al otro lado. Uno por uno, los muertos andantes caían por uno de los lados al intentar inútilmente alcanzarlo. En ningún momento ni uno sólo de ellos se dio cuenta de lo que estaba pasando y cambió su táctica en modo alguno. De forma contraria al mito y a la especulación, nunca se ha visto a los zombis usando herramientas de ningún tipo. Incluso coger una piedra para usarla como arma está más allá de su entendimiento. Esta simple tarea probaría un proceso de pensamiento básico que implica comprender que la roca es un arma más eficiente que la mano desnuda. De un modo irónico, la era de la inteligencia artificial nos ha permitido identificarnos más fácilmente con la mente del zombi que con la de nuestros más primitivos ancestros. Existen escasas excepciones, pero incluso los ordenadores más avanzados carecen de la habilidad para pensar por sí solos. Hacen lo que están programados para hacer, nada más. Imagina un ordenador programado para llevar a cabo una función. Esta función no se puede parar, modificar o eliminar. No puede almacenarse ningún dato nuevo. No puede instalarse ninguna orden nueva. Este ordenador desempeñará una única función, una y otra vez, hasta que la fuente de energía finalmente se termine. Así es el cerebro de un zombi. Conducido por el instinto, es una máquina monotarea impenetrable, que no puede forzarse y que únicamente puede ser destruida.
B. Emociones
No se conocen sentimientos de ningún tipo en los muertos andantes. Toda clase de guerra psicológica, desde enfurecer a los no muertos a provocar que sientan piedad, ha acabado en desastre. Alegría, tristeza, fe, ansiedad, amor, odio, miedo; todos estos sentimientos y miles más que constituyen el corazón humano resultan tan inútiles para los muertos vivientes como el órgano del mismo nombre. ¿Quién sabe si esto supone para la humanidad su mayor debilidad o su mayor fuerza? El debate continúa, y probablemente lo haga para siempre.
C. Recuerdos
En la actualidad, creemos en vano que un zombi retenga los conocimientos de su anterior vida. Oímos historias sobre muertos que vuelven a sus lugares de residencia o de trabajo, utilizando maquinaria que les es familiar, o incluso mostrando compasión para con sus allegados. En realidad, no existe ni una mínima prueba que avale esta falsa esperanza. Probablemente, los zombis no podrían mantener los recuerdos de su anterior vida ni a nivel consciente ni subconsciente, porque ¡ninguno de estos existe! Nunca podrán entretener a un gul con la mascota de la familia, con los parientes vivos, con sus vecinos, etc. No importa qué persona fuera en su anterior vida, esa persona se ha ido, ha sido reemplazada por un autómata desprovisto de mente con el único instinto de alimentarse. Esta situación implora la siguiente pregunta: ¿Por qué los zombis prefieren las zonas urbanas a las afueras? Para empezar, los no muertos no prefieren la ciudad, sino que simplemente se quedan en el lugar donde resucitaron. En segundo lugar, la principal razón por la que los zombis tienden a quedarse en las ciudades en lugar de desplegarse hacia las afueras es debido a que las zonas urbanas contienen una mayor concentración de presas.
D. Necesidades físicas
Además del hambre (que discutiremos más tarde), los muertos no han mostrado ninguna de las necesidades o carencias expresadas en vida mortal. Nunca se ha visto a los zombis dormir o descansar bajo ninguna circunstancia. No han reaccionado ni al frío ni al calor extremo. En condiciones meteorológicas extremas, nunca han buscado refugio. Incluso algo tan simple como la sed es desconocido para los muertos vivientes. Desafiando a todas las leyes de la naturaleza, el Solanum ha creado lo que podría describirse como un organismo autosuficiente en todos los aspectos.
E. Comunicación
Los zombis no poseen habilidades para el lenguaje. Aunque sus cuerdas vocales están capacitadas para el habla, su cerebro no.
La única habilidad vocal parece ser un lamento profundo. Los zombis liberan este gemido cuando identifican a la presa. El sonido perdura bajo y constante hasta que se realiza el contacto físico. Entonces, cambia de tono y volumen cuando el zombi comienza su ataque. Este sonido espeluznante, asociado comúnmente con los muertos andantes, sirve como llamada para otros zombis y, tal y como se ha descubierto recientemente, es un arma psicológica muy potente. (Véase «Defendiendo»).
F. Dinámicas sociales
Siempre han proliferado teorías de que los no muertos funcionan como una fuerza colectiva, como un ejército comandado por Satán o una colmena de algún tipo de insecto que se siente atraído por las feromonas; la idea más reciente afirma que consiguen consenso de grupo mediante telepatía. Lo cierto es que los zombis no poseen organización social de la que hablar. No hay jerarquía, no hay una cadena de mando, no se dirigen hacia ningún tipo de colectivización. Una horda de no muertos, sin tener en cuenta tamaño o apariencia, es, simple y llanamente, un grupo de individuos. Si cientos de gules convergen en el emplazamiento de una víctima, se debe a que cada uno se ha dejado llevar por su propio instinto. Los zombis parecen ignorarse entre ellos. No se ha observado nunca que reaccionen a la visión de otro a ningún alcance. Esto nos devuelve a la cuestión de la percepción: ¿Cómo puede un zombi distinguir entre uno de los suyos y un humano u otra presa en el mismo campo de acción? Aún no se ha encontrado una respuesta. Los zombis eluden la presencia de otros zombis del mismo modo que eluden objetos inanimados.
Cuando se chocan con otro de ellos, no expresan ningún intento de relacionarse o comunicarse. Los zombis que se alimentan del mismo cadáver tiran de la carne en repetidas ocasiones en lugar de apartar a empujones a sus competidores. La única sugerencia de esfuerzo en común se ha observado en ataques en grupo notorios: el gemido de un gul llamando a otros que puedan percibir tal sonido. Una vez que oyen el lamento, otros muertos andantes casi siempre convergen en su emplazamiento. Un estudio antiguo expuso la teoría de que se trataba de un acto deliberado cuando un explorador usaba su gemido como señal para que los otros atacaran. Sin embargo, ahora sabemos que esto ocurre por puro accidente. El gul que gime cuando detecta a una presa lo hacen debido a una reacción instintiva, y no como alerta.
G. Cazar
Los zombis son organismos migratorios, no muestran aprecio alguno hacia el territorio o el concepto de hogar. Viajarán kilómetros y quizá, con el tiempo suficiente, cruzarán continentes en su búsqueda de comida. Su patrón de búsqueda es fortuito. Los gules se alimentan por la noche y durante el día. En realidad, más que buscar una zona de forma deliberada, se topan con ella. No detectan ciertas zonas ni edificios a no ser que en ellas haya alguna presa. Por ejemplo, algunos han buscado en granjas y otras construcciones rurales mientras que otros del mismo grupo han ignorado por completo aquel lugar. Las zonas urbanas requieren más tiempo para explorarlas, por eso los no muertos permanecen más tiempo en dichas áreas, aunque ningún edificio servirá de precedente sobre otro. Los zombis parecen ignorar totalmente lo que les rodea. Por ejemplo, no mueven los ojos de ninguna manera para obtener información sobre un nuevo objeto. Arrastran los pies en silencio, miran al infinito, deambulan sin rumbo fijo hasta detectar a la presa. Tal y como se ha discutido anteriormente, los no muertos poseen la extraña habilidad de dirigir un ataque a la localización exacta de la víctima. Una vez que se produce el contacto, el anteriormente callado y abstraído autómata se transforma en algo más parecido a un misil dirigible. La cabeza se vuelve inmediatamente en la dirección de la víctima. La mandíbula cae, los labios se contraen y desde las profundidades de su diafragma surge un gemido. Una vez que se realiza el contacto, los zombis no pueden distraerse en modo alguno. Continuarán persiguiendo a la presa y pararán sólo si pierden el contacto, si realizan una matanza con éxito o si son destruidos.
H. Motivación
¿Por qué los no muertos atacan a los vivos si se ha demostrado que la carne humana no tiene una función nutritiva? ¿Por qué su instinto les lleva al asesinato? La verdad intenta eludirnos.
La ciencia moderna, combinada con datos históricos, ha demostrado que los vivos no son las únicas delicias del menú de los no muertos. Los equipos de rescate cuando entran en zonas infestadas las describen, de modo consecuente, como desprovistas de toda vida. Cualquier criatura, sin importar su tamaño o especie, será consumida por un zombi en pleno ataque. La carne humana, sin embargo, siempre será preferible a otras formas de vida. Un experimento consistía en exponer ante un espécimen capturado dos cubos idénticos de carne: uno de carne humana y otro de carne animal. En repetidas ocasiones el zombi prefirió la humana.
No se sabe aún por qué. Lo que sí puede confirmarse, más allá de toda duda, es que el instinto provocado por el Solanum convierte a los no muertos en asesinos y devoradores de cualquier criatura viva que descubran. Al parecer, no hay excepciones.
I. Matar a los muertos
Aunque parezca que destruir a un zombi puede ser simple, no hay nada más lejos de la realidad. Tal y como hemos visto, los zombis no requieren ninguna de las funciones fisiológicas que los humanos necesitamos para sobrevivir. La destrucción o el daño severo al sistema circulatorio, digestivo o respiratorio no harían nada a un miembro de los muertos andantes, en tanto en cuanto esas funciones no se mantienen en el cerebro. Simplemente piensa que existen miles de formas de matar a un humano y sólo una de matar a un zombi. El cerebro debe ser destruido, de cualquier manera posible.
J. Deshacerse del cuerpo
Los estudios muestran que el Solanum puede vivir en el cuerpo de un zombi destruido durante otras cuarenta y ocho horas. Se ha de tener un cuidado extremo a la hora de deshacerse del cadáver de un no muerto. La cabeza en particular conlleva el mayor riesgo, dada su concentración del virus. Nunca cargues con el cadáver de un no muerto sin ropa protectora. Trátalo como si fuera cualquier clase de material tóxico o altamente letal. La cremación es la forma más segura y efectiva de eliminarlo. A pesar de los rumores de que quemar un grupo de cadáveres podría propagar Solanum en forma de plaga a través del aire, el sentido común nos diría que ningún virus es capaz de sobrevivir al calor intenso, por no hablar de un incendio.
K. ¿Domesticación?
Repetimos, el cerebro de un zombi ha demostrado ser, hasta el momento, inalterable. Los experimentos que se han realizado con productos químicos, cirugía e incluso descargas electromagnéticas, han dado resultados negativos. La terapia para cambiar su comportamiento y otros intentos para entrenar a los muertos vivientes como bestias de carga o algo parecido también han acabado en fracaso. De nuevo, no podemos cambiarle el chip a la máquina. Será tal como es o no será.