Próspero sostenía el péndulo delante de mí.
—Las verdaderas regresiones no transcurren como en la pista —explicó.
—¿Y cómo transcurren? —pregunté, aunque hubiera preferido largarme, puesto que la curiosidad que sentía era tan grande como el miedo.
—Relajadamente. El viajero en el tiempo se tumba y cae en una especie de sueño. Luego permanece todo el rato relajado —contestó Próspero.
—¿Una especie de sueño? —inquirí.
—No dura mucho en nuestro tiempo, sólo unas horas. Pero, en la regresión, durante esas horas algunos viajeros han vivido toda una vida en el pasado.
—¿Toda una vida?
—Tienen la sensación de haber estado años o incluso décadas en el pasado. Yo mismo viví cinco años siendo un guerrero de Ablai Khan. Y sólo estuve dos horas en trance.
—Bueno, al menos la gente obtiene algo a cambio de lo que paga —me burlé, aunque las rodillas me temblaban ligeramente.
—No acepto dinero.
—Entonces, ¿qué? ¿Bonos?
—Mi misión es ayudar a la gente —replicó Próspero, y me acercó el péndulo dorado—. Mire fijamente el péndulo.
—No lo dirá en serio —dije sonriendo con nerviosismo.
—Mire fijamente el péndulo.
Quise apartar la vista, pero oscilaba tan plácidamente. Y la voz de Próspero era tan agradable.
—Mire fijamente el péndulo…
—Vuestra madre, con su sola presencia, es capaz de despojar a los hombres de su fertilidad.
Mis tentativas de provocar a Drake eran cada vez más desesperadas. Entonces, de repente, se me cerraron los ojos.
—Así, muy bien… sígalo con la mirada… —susurró Próspero.
El péndulo oscilaba de un lado a otro con regularidad, me sentía tranquila y pensé: «Realmente no está nada mal un péndulo, qué relajante».
—¿Cuál es el mayor problema de su vida? —preguntó Próspero.
—El amor… —respondí relajada, y me senté en su catre.
—Suele ocurrirle a la mayoría de las personas. Eso se debe a que no saben qué es el verdadero amor.
Los párpados se me cerraron lentamente. Me invadió un cansancio inaudito.
Fue como si alguien me hubiera dado un bebedizo para dormir. Todavía balbuceé:
—Seguro que vuestra madre también es capaz de castrar ovejas con su sola presencia…
—Ahora túmbese —susurró Próspero.
Yo estaba completamente relajada y me tumbé de espaldas.
—No piense en nada.
—Hum… no pensar en nada… suena seductor…
Sonreí y cerré del todo los párpados.
La vista se me nubló definitivamente, pronto moriría atravesado por la espada de Drake. Mi penúltimo pensamiento de añoranza fue para mis hijos: Susanna… Judith… Hamnet… Y mi último pensamiento fue para el amor de mi vida… Anne… mi maravillosa Anne…
—Ahora viajará al pasado —oí decir a Próspero en la lejanía—. Pero debo advertirla. El viaje es peligroso y si muere estando en el pasado, su espíritu morirá también en el presente. O sea que tenga cuidado.
Si no hubiera estado tan profundamente relajada, eso me habría dado un miedo terrible.
Y, finalmente, oí decir a Próspero en voz muy baja:
—Volverá a despertarse cuando haya descubierto qué es el verdadero amor.