Un día nos encontramos con un montón de basura. Primero vi unas manchas de aceite que refulgían en el agua. Poco después aparecieron residuos domésticos e industriales. Casi todos los desechos eran de plástico, de formas y colores diversos, pero también había trozos de madera, latas de cerveza, botellas de vino, andrajos y trozos de cuerda, todo rodeado de una espuma amarillenta. Nos adentramos en ella. Eché un vistazo para ver si había algo que nos pudiera ser útil. Recogí una botella de vino vacía que todavía conservaba el corcho. El bote salvavidas chocó contra un frigorífico que había perdido el motor. Estaba flotando con la puerta mirando hacia el cielo. Extendí la mano, agarré el pomo de la puerta y la abrí. Me asaltó un olor tan acre y asqueroso que hasta tiñó el aire. Con la mano sobre la boca, miré en el interior. Había manchas, líquidos oscuros, una gran cantidad de verduras podridas, leche tan cortada e infectada que se había convertido en una gelatina verdosa y los restos descuartizados del animal muerto que estaba tan negro de la putrefacción que ni siquiera acerté a identificarlo. Por el tamaño, creo que debía de ser cordero. En los confines cerrados y húmedos de la nevera, el hedor había tenido tiempo suficiente para multiplicarse, fermentar, amargarse y encolerizarse. Me agredió los sentidos con tanta rabia contenida que me revolvió el estómago, hizo que me diera vueltas la cabeza y que me temblaran las piernas. Afortunadamente, el mar llenó el agujero vacío y se lo tragó rápidamente. El espacio que había dejado la nevera se llenó de otros desechos.
Dejamos los residuos atrás. Durante muchas horas, cada vez que el viento soplaba de aquella dirección, todavía los olía. El mar tardó un día entero en lavar las manchas aceitosas de los costados del bote salvavidas.
Introduje una nota en la botella: «Carguero de propiedad japonesa, Tsimtsum, con bandera panameña, hundido el 2 de julio de 1977 en el Pacífico, a cuatro días de Manila. Estoy en un bote salvavidas. Me llamo Pi Patel. Algo de comida, algo de agua, pero tigre de Bengala gran problema. Por favor, notifiquen a mi familia en Winnipeg, Canadá. Agradezco cualquier ayuda. Gracias». Puse el corcho a la botella y lo tapé con un trozo de plástico. Até el plástico al cuello de la botella con un trozo de cordel de nylon, haciendo varios nudos. Arrojé la botella al agua.