Me muestra un álbum de fotos, recuerdos de la familia. Primero aparecen las fotos de su boda. Una ceremonia hindú en la que Canadá sobresale por los cantos. Un él más joven, una ella más joven. Fueron a las cataratas del Niágara de luna de miel. Se lo pasaron muy bien. Hay sonrisas que lo demuestran. Volvemos atrás en el tiempo. Fotos de sus días estudiantiles en la Universidad de Toronto; con un grupo de amigos; delante de Saint Michael´s College; en su habitación; durante Diwali en la calle Gerard; recitando en la iglesia de San Basilio vestido con una toga blanca; con otra especie de toga blanca en el laboratorio del departamento de zoología; el día de su graduación. En cada una luce una sonrisa, pero sus ojos cuentan otra historia.
Fotos de su estancia en Brasil, rodeado de perezosos de tres dedos in situ.
Gira la hoja y saltamos al otro lado del Océano Pacífico. No hay casi nada. Me dice que la cámara disparaba a menudo, en todas las ocasiones importantes de rigor, pero que lo perdió casi todo. Lo poco que tiene es gracias a los esfuerzos de Mamaji por reunir y enviarle lo que encontró tras los acontecimientos.
Hay una foto que fue tomada en el zoológico durante la visita de un VIP. Me revela otro mundo en blanco y negro. La foto está repleta de gente. El centro de atención es un ministro de Estado de la Unión. En el fondo se asoma una jirafa. A un extremo se distingue un señor Adirubasamy considerablemente más joven.
—¿Es Mamaji? —le pregunto, señalándolo.
—Sí —responde.
Hay un hombre al lado del ministro que lleva unas gafas con montura de carey. Está muy bien peinado. Es perfectamente posible que sea el señor Patel, con un rostro más redondo que el de su hijo.
—¿Este de aquí es tu padre?
Niega con la cabeza.
—No sé quién es.
Durante unos segundos, se queda callado.
—Mi padre estaba al otro lado de la cámara.
En la misma hoja hay una foto de grupo. Casi todos son niños. Le señala con el dedo.
—Mira, este de aquí es Richard Parker —dice.
Me deja asombrado. Miro de cerca, intentando extraerle la personalidad de su aspecto. Por desgracia, la foto es en blanco y negro, y está un poco desenfocada. Una foto hecha en mejores tiempos, de forma espontánea. Richard Parker está mirando hacia otro lado. Ni siquiera se ha dado cuenta de que le están haciendo una foto.
La página de enfrente está dedicada exclusivamente a una foto en color de la piscina del Aurobindo Ashram. Se trata de una piscina al aire libre con agua limpia y brillante, baldosas azules y una piscina contigua para hacer saltos de trampolín.
En la siguiente página aparece una foto de la entrada principal del Petit Séminaire. El lema de la escuela está pintado en el arco encima de la puerta: Nil magnum nisi bonum. No existe grandeza sin bondad.
Y ya está. Una infancia entera plasmada en cuatro irrelevantes fotos.
Se vuelve melancólico.
—Lo peor de todo —dice— es que apenas recuerdo cómo era mi madre. La veo en mi mente, pero es una imagen fugaz. En cuanto intento mirármela de cerca, se desvanece. Lo mismo me pasa con su voz. Si la viera por la calle, todos sus rasgos se agolparían en mi memoria. Pero es muy poco probable que ocurra. Es muy triste no acordarte de cómo es tu propia madre.
Cierra el álbum.