Capítulo 9

Conseguir que los animales se acostumbren a la presencia de seres humanos es el verdadero meollo del arte y la ciencia de dirigir un zoológico. El objetivo clave consiste en reducir la distancia de huida de un animal, es decir, la distancia mínima que un animal pondrá entre sí mismo y el enemigo percibido. A un flamenco en libertad no le importunarás siempre que te mantengas a más de doscientos setenta y cinco metros. A la que cruces esa línea, el ave se pone tensa. Si te acercas todavía más, conseguirás una reacción de huida que no cesará hasta que vuelva a establecerse el límite de doscientos setenta y cinco metros, o hasta que al flamenco le fallen los pulmones y el corazón. Distintos animales tienen diferentes distancias de huida y las calculan de maneras distintas. Los felinos observan, los ciervos escuchan, los osos huelen. Las jirafas permitirán que te mantengas en un radio de hasta veintiocho metros si vas en automóvil, pero echará a correr si estás a menos de ciento treinta y siete metros a pie. Los cangrejos violinista salen disparados cuando te acercas a más de nueve metros, los monos aulladores se agitan en sus ramas cuando estás a dieciocho y los búfalos africanos reaccionan a los setenta.

Nuestras herramientas para disminuir la distancia de huida se basan en los conocimientos que tenemos del animal, la comida y el amparo que les proporcionamos y la protección que les brindamos. Cuando funciona, el resultado es un animal salvaje emocionalmente estable y libre de estrés que, aparte de no huir, goza de buena salud, vive muchos años, come bien, se comporta y lleva una vida social natural y, en el mejor de los casos, se reproduce. No diré que nuestro zoológico estaba a la altura de los de San Diego, Toronto, Berlín o Singapur, pero los guardianes de valía siempre salen adelante. Mi padre tenía un talento innato. Lo que le faltaba de capacitación formal lo compensaba con el don de la intuición y mucho ojo. Tenía una habilidad especial para mirar un animal y saber qué le pasaba por la cabeza. Era atento con las criaturas a su cargo, y ellas, a cambio, se multiplicaron, algunas en exceso.