Amigo y dueño: Antes de ser realidad estas veinte novelas; cuando no estaba escrita, ni áun bien pensada, la primera de ellas, y todo este trabajo de siete mil páginas era simplemente una ilusión de artista, consideré y resolví que los Episodios Nacionales debian ser, tarde ó temprano, una obra ilustrada. La muchedumbre y variedad de tipos; lo pintoresco de los lugares; los accidentes sin número de la accion, compartida entre lo histórico y lo familiar; las escenas, ya verídicas ya imaginadas, que en todo el discurso de la obra habian de sucederse, eran grande motivo para que yo desconfiase de salir adelante con el pensamiento de esta dilatada narracion, si no venian en mi auxilio lápices hábiles que dieran al libro todo el vigor, todo el acento y el alma toda que para cumplir el supremo objeto de agradarte necesitaba. Hay obras á las cuales la ilustracion, por buena que sea, no añade nada. Esta, por el contrario, es aquella que, amparadas por el dibujo, pueden alcanzar extraordinario realce y adquirir encantos que con toda tu buena voluntad no hallarias seguramente en la simple lectura.

No habiendo sido posible verificar esta alianza preciosa en las primeras ediciones, que por varios motivos tuve siempre por provisionales, me estimulaba al trabajo la esperanza de ofrecerte, andando el tiempo, una edicion, como la presente, de forma hermosa y elegante, digna de tales ojos, y además completada con el TEXTO GRÁFICO que, á mi juicio, es condicion casi intrínseca de los Episodios Nacionales.

Esta esperanza, señor y amigo, ha llegado á ser cosa efectiva; y al consignarlo con alegría, no puedo ménos de atribuir el principal mérito de ellos, más que á mi constancia, á la buena suerte de haber encontrado en los Sres. Hermanos Mélida colaboradores tan eficientes, que con sus dibujos han tenido mis letras una interpretación superior á las letras mismas: de tal modo han igualado ellos aquí á los grandes artistas, cuyo don principal consiste en sublimar y enriquecer los asuntos.

Vestidos con magníficas galas, los Episodios Nacionales salen hoy nuevamente á la luz. Estos son aquellos veinte libritos que durante ocho años han andado por ahí, feos y desnudos, sin más atavío que la dalmática nacional, tan venerable como abigarrada. Humildes entónces, gozaron de tus favores; cortesanos ahora, se creen con derecho á obtener tu privanza.

Y como nada hay más fastidioso que los prólogos largos, ordeno y mando, en obsequio tuyo, que este sea pequeñísimo. Tengo preparado un luengo y prolijo escrito sobre el orígen de esta obra, su intencion, los elementos históricos y literarios de que dispuse, los datos y anécdotas que recogí; en suma, un poquito de historia ó más bien de Memorias literarias, con la añadidura de algunos desahogos sobre la novela contemporánea. Pero echando de ver que estas cosas interesan medianamente y caen mejor en postdata que en prólogo, me las guardo para el fin de la obra, donde podrá verlas, leerlas y gozarlas el que absolutamente no tenga otra cosa que hacer.

La brevedad de mi Prefacio me da derecho á tu gratidud. Por los contínuos favores que me dispensas, la mia es muy grande.

Madrid, Marzo de 1881