Dedico este libro a las pocas mujeres que me enorgullezco de llamar amigas: Jodi Dabson Bollendorf, Kate Buker, Toni Kelner, Dana Carheron, Joan Hess, Eve Sandstrom, Paula Woldan y Betty Epley. Todas vosotras me habéis aportado algo diferente,y me siento agradecida de conoceros.

Hay unas cuantas personas a las que he expresado ya mi agradecimiento y a las que debo repetírselo: a Robin Burcell, ex policía y escritor en la actualidad, y al agente del FBI George Fong, que estuvieron increíbles respondiendo a mis preguntas sobre seguridad y desactivación de bombas. Agradezco las aportaciones de Sam Saucedo, ex locutor de noticias y escritor en la actualidad, que me explicó algunas cosas sobre políticas fronterizas. También tengo que dar las gracias a S. J. Rozan, que estuvo encantada de ilustrarme sobre temas de arquitectura, aunque lo relativo a los vampiros la dejara pasmada. Puede que haya pasado por alto alguna de las informaciones, pero fue por una buena causa. Como de costumbre, tengo contraída una gran deuda con mi amiga Toni L. P. Kelner, que se leyó mi primer manuscrito sin reírse lo más mínimo. Y a mi nueva incorporación, Debi Murray; de ahora en adelante, si cometo errores, tendré a alguien a quien echarle la culpa. Debo mucho a los numerosos y maravillosos lectores que visitan mi sitio web (www.charlaineharris.com) y dejan sus mensajes de ánimo e interés. A Beverly Batillo, presidenta de mi club de fans, que me ha levantado los ánimos más de una vez cuando me encontraba de capa caída.