LA MONEDA DE LA SUERTE

En otoño de 1996, crucé Estados Unidos desde Maine hasta California en mi Harley-Davidson, parando en librerías independientes para promocionar una novela titulada Insomnia[11]. Fue un viaje genial. El punto culminante fue seguramente el día en que me senté en la entrada de una tienda abandonada en un pueblo de Kansas a contemplar la puesta de sol mientras la luna llena salía en el otro extremo del horizonte. Recordé una escena de El príncipe de las mareas en la que sucede lo mismo y un niño fascinado exclama: «¡Hazlo otra vez, mami!» Más tarde, en Nevada, me alojé en un destartalado hotel donde las camareras dejaban fichas de casino de dos dólares sobre la almohada, así como una tarjetita que decía algo así como: «Hola, me llamo Marie. Buena suerte». Allí se me ocurrió esta historia. La escribí sin recurrir a la taquigrafía y en el papel del hotel.