EL VIRUS DE LA CARRETERA
VIAJA HACIA EL NORTE

Debo decir que poseo el cuadro descrito en este relato, ¿no les parece extraño? Mi mujer lo vio y pensó que me gustaría (o que al menos me arrancaría alguna reacción), de modo que me lo compró como… ¿regalo de cumpleaños? ¿De Navidad? No lo recuerdo. Lo que sí recuerdo es que a ninguno de mis tres hijos les gustó. Lo colgué en mi despacho, y todos afirmaban que el conductor los seguía con la mirada cuando cruzaban la habitación (de muy pequeño, a mi hijo Owen le producía la misma sensación una foto de Jim Morrison). Me gustan las historias de cuadros que cambian, de modo que por fin escribí este relato sobre mi cuadro. La única otra vez que recuerdo haberme sentido inspirado para escribir un relato basado en un cuadro real fue con «La casa de Maple Street», basado en un dibujo en blanco y negro de Chris van Allsburg. Dicho relato aparece en Pesadillas y alucinaciones[9]. También escribí una novela sobre un cuadro que cambia; se titula El retrato de Rose Madder[10] y probablemente es mi novela más leída (aunque no se ha hecho una película de ella). En esa historia, el virus de la carretera se llama Norman.