El TABLÓN DE DINKY: he aquí otro beneficio colateral. Durante la semana anoto en él todo lo que quiero y me dan todo lo que pido, a excepción de las revistas eróticas, como ya he dicho. Puede que algún día acabe aburriéndome el asunto, pero de momento es como tener a Santa Claus en exclusiva todo el año. Casi todo lo que pido son provisiones, como quien escribe la lista de la compra en la pizarra de la compra, pero no solo eso, desde luego.
A veces escribo «Último vídeo de Bruce Willis» o «Último compact de Weezer», cosas así. Una curiosidad sobre el compact de Weezer, ya que hablamos del tema. Un viernes, al salir del cine (siempre voy a la sesión del viernes por la tarde, aunque no den nada que me apetezca ver, porque es cuando los limpiadores van a mi casa), fui a la tienda de discos Toones Xpress para matar el tiempo porque llovía, de modo que no podía ir al parque, y mientras echaba un vistazo a las novedades, un chaval preguntó al dependiente por el nuevo compact de Weezer. El dependiente le contestó que no saldría hasta al cabo de unos diez días, pero yo lo tenía desde el viernes anterior.
Beneficios colaterales, lo dicho.
Si escribo «camisa esport» en el TABLÓN, ahí me la encuentro el viernes por la noche cuando vuelvo a casa, siempre en uno de los colores tierra que tanto me gustan. Si anoto «vaqueros nuevos» o «pantalones de vestir», me los traen. Siempre de The Gap, que es adonde iría yo si tuviera que comprarme ropa. Si quiero una marca determinada de aftershave o colonia, escribo el nombre en el TABLÓN DE DINKY y me lo encuentro en el baño cuando llego a casa. No salgo con chicas, pero la colonia me vuelve loco. Vete a saber por qué.
Esto les hará mucha gracia, seguro. Una vez escribí «Cuadro de Rembrandt» en el TABLÓN. Me pasé toda aquella tarde en el cine y de paseo por el parque, mirando a las parejas que se daban el lote y los perros atrapando frisbees mientras pensaba lo eventual que sería si los limpiadores me trajeran un Rembrandt de verdad. Imagínenselo, un maestro holandés auténtico en la pared de una casa en el barrio de Sunset Knoll de Columbia City. Eso sería pero que muy eventual.
Y en cierto modo, sucedió. Tenía un Rembrandt colgado en la pared del salón al llegar a casa, sobre el sofá, donde antes estaban los payasos de terciopelo. El corazón me iba a mil mientras cruzaba la habitación hacia él. Y cuando estuve ante él vi que era una copia… ya saben, una reproducción. Me decepcionó un poco, pero no mucho. Al fin y al cabo era un Rembrandt, aunque no original.
En otra ocasión escribí «Foto de Nicole Kidman con autógrafo». En mi opinión es la actriz viva más guapa del mundo, me pone a cien. Y al llegar a casa vi una foto publicitaria suya sujeta a la puerta del frigorífico con dos imanes en forma de verduras. La mostraba en el trapecio de Moulin Rouge. Y esa vez no había trampa; lo sé por la dedicatoria: «A Dinky Earnshow con cariño y besos de Nicole».
Oh, cariño. Oh, amor mío.
Les diré una cosa, amigos. Si me lo currara y realmente quisiera, quizá algún día consiguiera tener un Rembrandt auténtico colgado de la pared. ¿Por qué no? En un trabajo como este, lo único que puedes hacer es subir. En cierto modo, eso es lo que acojona.