ADDENDA

TRES POEMAS

I

Patricia La Estrada recuerda una visita que hizo con su abuelo a un amigo de este en Sussex[2]

La casa era un sinfín de cosas viejas,

un desorden de libros, trastos, mapas:

El hombre, un carcamal que en dos etapas

nos dijo buenos días. Cuatro abejas

le rondaban del labio a las orejas;

la mano en una pipa de esas guapas,

y la otra sobre un tomo con las tapas

roídas. Lentamente alzó sus cejas

y sonrió:

—¡Lestrade! —dijo a mi abuelo.

La belleza es verdad, nos entretiene

la vida.

Y me miró.

—Fue solo un vuelo…

y observando a esta niña ahora me viene…

—dijo, y pasó sus manos por mi pelo—:

Sí… era muy bella, y se llamaba Irene…

II

El profesor James Moriarty deja junto a la pitillera de plata de Holmes, en Reichenbach, una nota para el cazador Sebastián Morán[3]

Solitude

Before the night I’ll wear the blackbird clothes

—the clothes of pain, the vulture gloves.

The lie of mercy.

Before the night.

[Soledad

Antes de anochecer vestiré las ropas del pájaro negro

—las ropas del dolor, los guantes del buitre.

La mentira de la piedad.

Antes de anochecer.]

III

Algunos años después el Dr. John H. Watson recupera a un amigo[4]

No hay nada elemental, solo la muerte

merece algún respeto:

la vida es tal recurso de la suerte,

que un fracaso es un reto.

Así que, amigo mío, no lamente

descubrir el secreto:

el tiempo aquí no sirve, sea valiente,

que yo soy su amuleto.

Y no se quede ahí mirando todo,

buscando explicaciones:

se respira mejor desde aquí fuera.

No hay nada elemental ni hay otro modo

para estas vacaciones:

vámonos, Holmes, el infinito espera.