William Wilkinson
En 1890, mientras veraneaba en Whitby, Stoker encontró en la biblioteca municipal un libro titulado An Account ofthe Principalities of Wallachia and Moldavia (Un informe sobre los principados de Valaquia y Moldavia), escrito en 1820 por William Wilkinson, cónsul británico en Bucarest. A pesar de sus numerosos errores (como, por ejemplo, convertir en Bladus a Radu El Hermoso), el libro de Wilkinson contenía una palabra que inmediatamente llamó la atención de Stoker: Drácula. El hijo del dragón. El diablo. Voivoda Drácula. Conde Drácula. ¿Acaso no era un nombre mucho más sutil, sugerente y sonoro para el diabólico vampiro cuyas andanzas pensaba escribir algún día, que el del más bien vulgar Conde Wampyr? Además de brindarle el nombre perfecto para su maléfico personaje, el libro de Wilkinson sigue siendo la única fuente de información demostrable consultada por Stoker al respecto del Drácula histórico, cuya más bien tenue relación con el vampiro literario ha sido enormemente exagerada durante las últimas tres décadas.
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Un informe sobre los principados de Valaquia y Moldavia
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Valaquia continuó pagando tributo hasta el año 1444; cuando Ladislao, Rey de Hungría, preparándose para guerrear contra los turcos, captó al voivoda Drácula para formar una alianza con él. Las tropas húngaras marcharon a través del principado y a ellos se les unieron cuatro mil valacos al mando del hijo de Drácula.
Tras ser derrotados los húngaros en la celebrada batalla de Varna, Hunniades, su general y regente del reino durante la minoría de edad de Ladislao, regresó precipitadamente para hacer nuevos preparativos para proseguir la guerra. Pero el voivoda, temeroso de la venganza del Sultán, le arrestó y le mantuvo prisionero durante un año, pretendiendo así demostrar a los turcos que le trataba como a un enemigo. En el momento en que Hunniades llegó a Hungría, reunió un ejército y se puso al frente del mismo, regresó a Valaquia, atacó y derrotó al principado, y ordenó que el voivoda fuera decapitado en su presencia; hecho lo cual ordenó voivoda a uno de los primados del país, llamado Dan.
Bajo el mando de este voivoda, los valacos volvieron a unirse a los húngaros en 1448 y guerrearon contra Turquía; pero tras ser completamente derrotados en la batalla de Cossova, en Bulgaria, y tras comprobar que no podían seguir plantando cara a los turcos, se sometieron de nuevo al tributo anual, que pagaron hasta el año 1460, cuando el Sultán Mahomet II, ocupado entonces en completar la conquista de las islas del Archipiélago, les brindó una nueva oportunidad de sacudirse el yugo. Su voivoda, también llamado Drácula*, no se sintió satisfecho con meras medidas prudentes de defensa: al frente de un ejército cruzó el Danubio y atacó a un número escaso de tropas turcas que se hallaban estacionadas en las cercanías; pero este intento, como el de sus predecesores, únicamente se vio recompensado con un éxito momentáneo. Tras volver Mahomet sus ejércitos hacia él, le hizo retroceder a Valaquia, hasta donde le persiguió y donde le derrotó. El voivoda escapó a Hungría y el Sultán ordenó que su hermano Bladus fuera nombrado en su lugar. Éste firmó un tratado con Bladus, mediante el que ató a los valacos a tributo perpetuo; y puso los cimientos de esa esclavitud, de la que ningún esfuerzo ha tenido hasta ahora el poder de librarles con efecto duradero.
* Drácula en el idioma valaco significa Diablo. Los valacos, entonces como ahora, estaban acostumbrados a darle este nombre a cualquier persona que se hiciera notar, bien por su valor, su crueldad, o su astucia.