DIARIO DEL DOCTOR SEWARD

5 de noviembre. —Al amanecer hemos divisado al grupo de zíngaros alejándose rápidamente del río. Han rodeado su leiter-waggon formando una piña, y han acelerado la marcha, como si se sintieran acosados. La nieve cae en copos ligeros y se intuye una extraña agitación en el aire. Podría deberse a nuestro propio nerviosismo, pero también la meteorología es extraña. A lo lejos puedo oír el aullido de los lobos; la nieve les hace bajar de las montañas; estamos rodeados de peligros por todos los flancos. Los caballos están casi listos, y pronto reanudaremos la marcha. Cabalgamos hacia la muerte de alguien. Pero sólo Dios sabe de quién, o dónde, o qué, o cuándo, o cómo sucederá…