4 de noviembre, tarde. —El accidente con la lancha nos ha supuesto un terrible contratiempo. De no haber sido por eso, hace tiempo que habríamos alcanzado a la barcaza; y ahora mi querida Mina sería libre. Temo pensar en ella, allí en las rasas, cerca de aquel horrendo lugar. Hemos conseguido caballos, y estamos siguiendo el rastro. Anoto esto mientras Godalming se prepara. Vamos armados. Los zíngaros deberán andarse con ojo si pretenden luchar. ¡Oh, si al menos Morris y Stewart estuvieran con nosotros! ¡Debemos tener esperanza! Si no escribo más… ¡Adiós, Mina! Que Dios te bendiga y te proteja.