Esto es para Jonathan Harker.
Hoy debe quedarse usted aquí junto a su querida madam Mina. Nosotros vamos a proseguir nuestra investigación… si puedo llamarla así, ya que no necesitamos investigar lo que ya sabemos y en realidad sólo buscamos confirmación. Pero usted quédese y cuide de ella. Es su mejor y más sagrada tarea. Él no vendrá hoy aquí. Permítame que le cuente lo que nosotros cuatro ya sabemos, pues a ellos ya les he puesto al corriente. Nuestro enemigo se ha marchado; ha regresado a su castillo en Transilvania. Estoy tan seguro de ello como si una gigantesca mano de fuego lo hubiera escrito en la pared[256]. De algún modo había previsto esta contingencia y guardaba aquella última caja de tierra en alguna parte lista para embarcar. Por eso recogió su dinero; por eso huyó apresuradamente, no fuéramos a cazarle antes de que se pusiera el sol. Era su última oportunidad, salvo que pudiera esconderse en la tumba de la pobre señorita Lucy, que debió de creer abierta para él pensando que ella seguía siendo como él. Pero no hubo tiempo. Al fallarle esa posibilidad, Drácula se dirige sin titubear a su último recurso… su última trinchera, podría decir si deseara una double entente[257]. Es astuto. ¡Oh, muy astuto! Sabe que la partida aquí ha terminado y decide regresar a casa. Busca un barco que siga la misma ruta por la que vino y embarca en él. Ahora nos dirigimos a averiguar qué barco en concreto y a qué puerto se dirige; cuando lo hayamos descubierto, regresaremos y se lo contaremos todo. Entonces podremos consolarles a usted y a nuestra querida madam Mina con nuevas esperanzas. Pues cuando lo haya pensado bien, se dará cuenta de que todavía hay esperanza, que no todo está perdido. Esta criatura que perseguimos ha necesitado cientos de años para llegar hasta Londres; y sin embargo nosotros, tan pronto como hemos averiguado la disposición de sus guaridas, hemos conseguido ahuyentarle en un solo día. Aunque tenga poder para causar mucho daño y no padezca como nosotros, tiene limitaciones. Pero nosotros somos fuertes, cada uno a su manera; y todos juntos somos más fuertes aún. Anímese, querido esposo de madam Mina. Esta batalla no ha hecho sino comenzar y al final nosotros venceremos… tan seguro como que Dios se sienta en las alturas para velar por Sus hijos. Por lo tanto, consuélese hasta que regresemos.
VAN HELSING