Hillingham, 24 de agosto. —Debo imitar a Mina, y seguir anotando las cosas que van sucediendo. Después podremos mantener largas charlas cuando volvamos a encontrarnos. Me pregunto cuándo será eso. Ojalá estuviera otra vez conmigo, pues me siento muy desgraciada. Anoche me pareció volver a soñar, igual que cuando estaba en Whitby. Quizá sea el cambio de aires, o la vuelta a casa. Todo me parece oscuro y horrendo, pues no consigo recordar nada; pero me siento atenazada por un vago temor, y me siento muy débil y agotada. Cuando Arthur vino a almorzar pareció muy afligido al verme y yo no estaba de humor para fingir alegría. Me pregunto si mamá me dejaría dormir en su habitación esta noche. Me inventaré una excusa y lo intentaré.
25 de agosto. —Otra mala noche. Mamá no quiso aceptar mi proposición. Ella tampoco parece encontrarse demasiado bien y sin duda teme preocuparme. Intenté mantenerme despierta y lo conseguí durante un rato; pero cuando el reloj marcó las doce me desperté de una cabezada, de modo que debí de quedarme dormida. Oí una especie como de arañazos o aleteos contra la ventana, pero no les presté atención, y como no recuerdo nada más, supongo que me quedé dormida. Más pesadillas. Ojalá pudiera recordarlas. Esta mañana me siento horriblemente débil. Mi cara tiene una palidez fantasmal y me duele la garganta. Creo que algo va mal con mis pulmones, pues constantemente me falta el aire. Cuando venga Arthur intentaré alegrarme; si no, sé que también él será desgraciado al verme así.