Carta, Sor Agatha, Hospital de San José y la Virgen María, Buda-Pest, a la señorita Miss Wilhelmina Murray

12 de agosto

Querida señorita:

Le escribo siguiendo los deseos del señor Jonathan Harker, quien aún se encuentra demasiado débil como para escribirle personalmente, aunque evoluciona bien, gracias a Dios, a San José y a la Virgen María. Lleva casi seis semanas a nuestro cargo, aquejado de una violenta fiebre cerebral. Desea que le envíe su amor y que le diga que mediante este mismo correo escribo en su nombre al señor Peter Hawkins, de Exeter, para comunicarle, con todos los respetos, que lamenta su retraso y que ha cumplido con su misión. Aún deberá reposar algunas semanas en nuestro sanatorio de las colinas, pero luego regresará aquí. Desea que le diga que no lleva suficiente dinero consigo y que le gustaría pagar su estancia aquí, de modo que otros que lo necesiten no carezcan de ayuda.

Suya, con simpatía y todas las bendiciones,

SOR AGATHA

P. D. —Aprovechando que mi paciente se ha dormido, vuelvo a abrir la carta para poner algo más en su conocimiento. Me lo ha contado todo sobre usted y sé que en breve va a convertirse en su esposa. ¡Mis bendiciones para ambos! Ha sufrido una conmoción terrible (eso dice nuestro doctor), y en su delirio ha desvariado sobre cosas horribles; lobos, veneno y sangre, fantasmas y demonios, y otras cosas que no me atrevo a escribir. Tenga siempre mucho cuidado y asegúrese de que no ocurra nada que pueda alterarle de este modo en el futuro; las huellas de una enfermedad como la suya no desaparecen así como así. Deberíamos haberle escrito hace mucho, pero no sabíamos nada de sus amigos, y no llevaba encima ningún documento que alguien pudiera entender. Llegó en el tren de Klausenburgo y el jefe de estación le contó al guardia que le trajo que había llegado a la estación corriendo, exigiendo a gritos un billete de regreso a casa. Viendo por su comportamiento violento que era inglés[123], le dieron un billete para la estación más lejana en la dirección que seguía el tren.

Puede estar segura de que está bien cuidado. Ha conquistado el corazón de todos nosotros con su dulzura y amabilidad. Realmente está mejorando y no tengo la menor duda de que en un par de semanas volverá a ser el mismo. Pero cuide de él, por su bien. Le ruego a Dios, a San José y a la Virgen María que les den muchos, muchos años de felicidad a ambos.