— XXX —

Asomaba a sus ojos una lágrima

y a mi labio una frase de perdón;

habló el orgullo y se enjugó el llanto,

y la frase en mis labios expiró.

Yo voy por un camino; ella, por otro;

pero al pensar en nuestro mutuo amor,

yo digo aún: «¿Por qué callé aquel día?»

Y ella dirá: «¿Por qué no lloré yo?»