Una tarde, mientras me hallaba absorto en mi habitual tarea de reflejar la historia del mundo, Bertrem, mi leal ayudante, aunque inepto en ocasiones, entró en mi estudio y pidió permiso para interrumpir mi trabajo.
—¿Qué ocurre, Bertrem? —demandé, pues el hombre estaba tan lívido como si se hubiera encontrado un gnomo metiendo un artilugio incendiario en la gran Biblioteca.
—¡Esto, Maestro! —dijo con voz trémula. Sostenía en las temblorosas manos un pequeño rollo de pergamino, atado con una cinta negra y sellado con cera del mismo color. Sobre la cera había estampada la impresión de un ojo.
—¿De dónde ha salido eso? —inquirí, aunque de inmediato supe quién lo había enviado.
—Ahí está el quid, Maestro —repuso Bertrem, que sujetaba el pergamino con las puntas de los dedos—. ¡No lo sé! Un momento antes no estaba allí, y al siguiente sí.
Consciente de que no sacaría de él nada que tuviera más sentido, le ordené que dejara el pergamino sobre el escritorio y se marchara. Saltaba a la vista que el Esteta era reacio a dejar la misiva (sin duda convencido de que estallaría en llamas o cualquier otra insensatez). Sin embargo, hizo lo que le ordenaba y se marchó, echando miradas hacia atrás una y otra vez. Empero, tras salir del estudio, se quedó esperando al otro lado de la puerta, según me enteré después, con un cubo de agua a mano, sin duda con la intención de arrojármelo encima al primer atisbo de humo.
Rompí el sello, desaté la cinta, y encontré esta carta, de la que transcribo parte a renglón seguido.
A Astinus:
Cabe la posibilidad de que en breve me embarque en una empresa arriesgada, de la cual es muy probable que no regrese (si es que finalmente decido llevarla a cabo) o si vuelvo, lo haré en otro estado. Si ocurriera que encuentro la muerte durante esta tentativa, te doy permiso para que publiques el auténtico relato de mi infancia y juventud, incluido aquello que siempre se ha guardado en el mayor secreto, mi Prueba en la Torre de la Alta Hechicería. Hago esto para salir al paso de las muchas historias absurdas y las mentiras que circulan con respecto a mí y a mi familia. Este permiso queda sujeto a la condición de que Caramon esté de acuerdo con mi decisión…
No olvidé la encomienda de Raistlin, como algunos han dado a entender. Ni Caramon ni yo consideramos que aquel fuera el momento oportuno para publicar este libro. Ahora que el sobrino de Raistlin, Palin, es ya un hombre adulto y se ha sometido a su Prueba en la Torre, Caramon ha dado permiso para que se publique.
Este es el auténtico relato de los años de infancia y juventud de Raistlin. Los lectores avispados advertirán discrepancias entre esta narración y otras que han aparecido antes.
Confío en que esos lectores tengan en consideración el hecho de que el nombre de Raistlin Majere se ha convertido en una leyenda con el transcurso de los años. Mucho de lo que se ha escrito, relatado y cantado sobre el gran archimago es falso o una alteración de la verdad.
Yo mismo soy culpable de parte de esto, ya que, de manera deliberada, de a la gente una idea errónea respecto a ciertos aspectos de la vida de Raistlin. La Prueba de la Torre de la Alta Hechicería —esa Prueba que tuvo una influencia sobre él tan devastadora y fatídica— es uno de los más importantes.
Existen otros relatos sobre su Prueba, pero esta es la primera vez que se describen los hechos reales.
El Cónclave de Hechiceros decretó mucho tiempo atrás que la naturaleza de la Prueba se mantuviera en secreto. A raíz de la «muerte» de Raistlin, empezaron a circular ciertos rumores absurdos e injuriosos sobre él. Caramon pidió permiso a Par-Salian para ponerles freno. Ya que, probablemente, tales habladurías podían perjudicar la reputación de todos los hechiceros de Krynn, el Cónclave dio permiso para que se contara la historia, pero únicamente si algunos hechos se modificaban.
En consecuencia, Caramon propició que se escribiera un relato abreviado de la Prueba de Raistlin, que se conoció como La prueba de los gemelos. En esencia, la historia es cierta, aunque advertiréis que los acontecimientos reales difieren bastante de los descritos anteriormente.
Termino con el final de la carta de Raistlin.
Rompo el silencio porque quiero que los hechos se conozcan.
Si me han de juzgar quienes vengan detrás, que se me juzgue por la verdad.
Dedico este libro a quien me dio la vida.
«Raistlin Majere».
La empresa a la que se refiere el archimago es su intento de entrar en el Abismo y derrocar a Takhisis. Aquellos interesados en conocerla pueden —encontrar esta historia en la Gran Biblioteca, en la trilogía Leyendas de la Dragonlance.