Ciento ocho

Olas reunidas. Pero hay borrasca.

—Ya os lo dije… ¡Era demasiado perfecto! Romántico, soñador, generoso, divertido… Educado en todo y por todo. ¡Venga ya! Por fuerza tenía que haber algo chungo.

Olly se tira de la cama de su madre, convencida de sus afirmaciones.

Erica y Diletta niegan con la cabeza.

—Pero ¡qué dices! ¿Por qué crees que tú eres la que más sabe del tema?

—Porque lo sé.

—Vale, pero el hecho de que a ti no te gustase no quiere decir que la cosa no fuese bien.

—Vale que no estaba mal, pero no lo puedo evitar. A mí este Alex nunca me acabó de convencer.

Niki, sentada en el sillón junto a la cama, tiene la cara entre las manos. Está destruida, sigue desconsolada la conversación de sus amigas acerca de su historia de amor. Mira a Olly a la derecha, y después a Diletta y Erica a la izquierda, y de nuevo a Olly. Como si estuviese siguiendo uno de esos partidos de tenis de algún campeonato internacional… Sólo que la única tenista que ha sido derrotada es precisamente ella.

Olly se sienta en la cama con las piernas cruzadas.

—Pero ¿de qué vais? Al principio estaba de lo más enamorado y luego… ¡Plaf, desaparece de repente! ¿No os parece extraño? Sin una razón, sin un porqué, nada… Yo os diré el porqué… O tiene otra o, peor aún, ¡su ex ha vuelto! Y no tenéis idea de lo que me gustaría equivocarme.

Diletta se pone de pie.

—¡De hecho, estoy segura de que te equivocas!

Olly se echa a reír.

—Sí, claro, cómo no. Y me lo dices tú, que todavía no te has ido a la cama con nadie.

—¿Y eso qué tiene que ver? ¿Es que acaso si hubiese follado entendería mejor a los hombres?

—Bueno, empezarías a saber orientarte un mínimo. Así es muy fácil, ¿no? Dictas sentencia sin haber probado antes el producto. Por ejemplo, Niki, perdona que te lo pregunte, ¿qué tal era el sexo entre vosotros?

Niki sonríe desconsolada.

—Lo siento… Perfecto, sublime, maravilloso, surreal… No lo sé, no logro encontrar palabras mejores que puedan dar una idea. Era un sueño.

—¿Has visto? Tiene otra.

—Pero ¿qué dices? Eres una gafe.

—Escuchad, podemos seguir discutiendo de este tema hasta la Selectividad. No tiene solución.

Niki asiente con la cabeza.

—Tiene razón. Creo que la única respuesta verdadera sólo nos la puede dar él.

Justo en ese momento, se abre la puerta de la habitación.

—¡Olly! Pero ¿qué estáis haciendo?

Olly se levanta de la cama sin mostrar sorpresa alguna.

—Mamá, es posible que hayas olvidado que nosotras este año tenemos la Selectividad. —Y sonríe a sus amigas—. Estábamos estudiando.

—¿Y tenéis que hacerlo precisamente en mi dormitorio?

—Nos sienta bien estudiar aquí. —Y en voz baja a las amigas—: El enemigo. —Y salen arrastrando a Niki, empujándola, intentando hacerla reír, despidiéndose de la madre de Olly educadas y sonrientes, listas de nuevo para desafiar al mundo.