57

Vivir sin Eric se me hace difícil. Duro e insoportable.

Me he acostumbrado a verlo pulular por la oficina y por mi casa y estar sola me descompone.

Antes de marcharse, quiso decirle a mi jefa la verdad sobre nuestra relación, pero yo se lo prohibí. Odio los cuchicheos, y aunque sé que los habrá cuando todo el mundo se entere, cuanto más tarde mejor.

El mismo día que se marcha, me llama veinte veces. Necesita hablar conmigo y me recuerda que piense en su proposición sobre vivir en Alemania. Me necesita y me necesita ya.

El día de la operación, Sonia me llama y me indica que todo ha salido bien, pero que el humor de Eric es pésimo. Es un mal enfermo. Pasan los días y le comento a Sonia la posibilidad de ir yo a Alemania. Ella lo consulta con Eric y su respuesta es no.

Eric se niega. No quiere que lo vea mal. Intento convencerla, pero ella me recuerda que ya me avisó de que su hijo era un mal enfermo y que en un momento así era mejor no llevarle la contraria.

Desesperada, llamo a mi padre y le explico lo que ocurre.

Como puede, el hombre me tranquiliza y me ordena que me vaya a la cama a descansar. Al día siguiente, cuando llego de trabajar me encuentro a mi padre y a mi hermana esperándome en mi casa. Entre lágrimas e hipos les explico lo que le ocurre a Eric.

Veo la tristeza en sus ojos. Soy testigo de cómo se miran sin saber qué decirme. Pero, como siempre, no me fallan. Me animan y me aseguran que Eric es un hombre fuerte y que, pase lo que pase, regresará a mi lado. Yo quiero creer en ello. Necesito creer en ello.

De madrugada, mi padre y yo hablamos. Le comento la posibilidad de marcharme a vivir a Alemania con Eric y Flyn y él parece aceptarlo. Entiende y me anima a vivir mi vida junto a la persona que quiero y me ama. Papá es el ser más comprensivo del mundo y, a pesar del dolor que siente por saber que me marcho lejos de él, cree en el amor y en la necesidad de vivir el momento.

Una semana después, mi padre regresa a Jerez. Tiene que atender su negocio, pero mi hermana continúa pendiente de mí. Es maravillosa. La quiero con toda mi alma y, a pesar de que a veces me saque de mis casillas, es la mejor hermana del mundo.

De: Eric Zimmerman

Fecha: 17 de octubre de 2012 20.38

Para: Judith Flores

Asunto: Te echo de menos.

Odio el tratamiento y a mi hermana. Me pone de muy mala leche.

En cuanto a Flyn, no sé qué hacer con él.

Te echo de menos.

Te quiero.

Eric

De: Judith Flores

Fecha: 17 de octubre de 2012 20.50

Para: Eric Zimmerman

Asunto: Re: Te echo de menos.

¿Tú de mala leche?

¿Seguro?

No te creo… ¡imposible!

Un hombre como tú no conoce lo que es eso.

Sobre Flyn, dale tiempo. Es un niño demasiado pequeño.

Te quiero… te quiero… te quiero…

Jud

De: Judith Flores

Fecha: 18 de octubre de 2012 23.12

Para: Eric Zimmerman

Asunto: Holaaaaaaaaaa

Hola, ¡¡¡soy tu novia!!!

¿Cómo está hoy mi cariño?

Espero que un poquito mejor. Venga, sonríe, que seguro que tienes el ceño fruncido. Y vaaaaaaaale, ya he entendido la indirecta de que no quieres que vaya a verte. Me aguantaré.

Aquí en Madrid comienza a hacer frío. Hoy en la oficina ha sido un día de locos y he llegado hace poquito a casa. Tengo tanto trabajo que casi no tengo tiempo ni para respirar.

Espero que Flyn te lo esté poniendo fácil.

Besos, cariño, que pases una buena noche. Te quiero. ¿Me contestarás mañana?

Tu morenita

De: Eric Zimmerman

Fecha: 19 de octubre de 2012 08.19

Para: Judith Flores

Asunto: Hola

Odio que trabajes tanto.

¿Qué horas son ésas de llegar a casa? Cuando regrese a Madrid, hablaré muy seriamente con la idiota de tu jefa.

Te quiero, morenita.

Eric

De: Judith Flores

Fecha: 19 de octubre de 2012 20.21

Para: Eric Zimmerman

Asunto: No te metas en mi trabajo

Como te he puesto en el asunto, ¡no te metas en mi trabajo! El que sea tu novia no te da derecho a inmiscuirte en mis temas laborales.

¡Ah!, y por cierto… Yo te quiero más.

Judith

De: Eric Zimmerman

Fecha: 19 de octubre de 2012 22.16

Para: Judith Flores

Asunto: Soy tu jefe

No vuelvas a decirme que no me meta en tu trabajo. SOY TU JEFE.

Y en referencia a quién quiere más al otro, ¡ya te lo demostraré yo!

Eric

De: Judith Flores

Fecha: 19 de octubre de 2012 22.19

Para: Eric Zimmerman

Asunto: Mmmmm

Y digo yo, ¿por qué no me llamas por teléfono en vez de escribirme? ¿No tienes ganas de oír mi voz? Yo me muero por escuchar aunque sean tus gruñidos. Anda… venga… sé bueno y llámame, JEFE.

Y en cuanto a lo de querer… ¡demuéstramelo!

Jud

Le doy a enviar y espero… espero y espero y, como dice el refrán, ¡desespero!

Ni llama. Ni me escribe. Nada.

A las once de la noche opto por hacerme algo de cenar. No tengo mucha hambre, por lo que me hago una tortilla francesa pero, cuando la veo tan desangelada en el plato, decido echarle un ingrediente secreto que a mi sobrina luz le encanta: ¡lacasitos! Tortilla con lacasitos.

¡Buena cena!

Cojo el plato y, junto a una Coca-Cola, lo llevo hasta la mesita. Enciendo la televisión y, para variar, aparece un programa de cotilleo. Lo observo durante unos minutos y al final cambio. Cuando llego al canal Divinity veo que dan la serie Cinco hermanos y lo dejo aquí, porque esta serie me gusta mucho. Abro la Coca-Cola, doy un trago y suena la puerta.

Me extraño y miro el reloj. Las once y veintiuno. Me levanto, miro por la mirilla y de pronto grito: «¡Eric!». Abro la puerta y sin decir nada me lanzo a sus brazos.

—¡Ehhh, cuidadoooooooo!

Pero ¡ni cuidado ni leches!

Eric está allí. ¡No me lo puedo creer!

Me lo como a besos mientras él ríe y me mantiene entre sus brazos. Cuando me deja en el suelo, pletórica de felicidad, saludo sin aliento.

—Hola.

—Hola, cariño.

Vuelve a abrazarme y yo cierro los ojos. Aún no me puedo creer que él esté delante de mí. En mi casa. En mi salón. Entre mis brazos.

Cuando consigo separarme de él, lo miro y veo su cara cansada y sus ojos enrojecidos. Entonces me arrepiento de mi efusividad.

—¡Ay, cariño…! Qué bruta soy, ¡lo siento!

Eric sonríe y se acerca de nuevo a mí.

—No lo sientas. Es lo que necesitaba de ti, tu naturalidad.

Con cariño y deleite le agarro la cara con mis manos.

—¿Cómo estás?

—Bien… mucho mejor ahora que estoy contigo.

—¿Qué tal Flyn?

Tuerce el gesto.

—Bien, lo dejé bien. Veamos cuánto dura.

Sonrío. No me imagino a Eric bregando con un niño de nueve años.

—¿Por qué no me has dicho que venías?

—Era una sorpresa. Además, ¿no me has dicho hace unos minutos que te llamara aunque fuera para escuchar mis gruñidos? Pues aquí me tienes en carne y hueso.

Ambos reímos.

—¿Qué tal si me invitas a pasar a tu casa?

Cierro la puerta, le quito el pesado abrigo azul que trae y lo llevo hasta el sofá. Al sentarme frente a él, me percato de que está más delgado, pero su aspecto en general es bueno. Deseo achucharlo pero caigo en la cuenta de que no es el momento de demasiados achuchones. No quiero agobiarlo.

—¿Quieres beber algo?

—Un poco de agua.

Rápidamente me levanto, cojo una jarra, la lleno y voy hasta el comedor. Cuando me siento a su lado, me mira y señala el plato.

—¿Qué es eso?

—Mi cena, ¿quieres?

—¿Y qué sé supone que es?

Divertida por cómo mira el plato respondo:

—Tortilla con lacasitos.

—¿Tortilla con lacasitos?

Yo me río. Debe de pensar que estoy como una regadera.

—Cuando me quedo con mi sobrina Luz a veces no quiere cenar. Y descubrí hace tiempo que si le pongo lacasitos en vez de patatas fritas o arroz se come la tortilla. Y hoy, como no tenía muchas ganas de cocinar, decidí imitarla. Fin del cuento.

—Dios, nena —murmura, sonriendo—, ¡cuánto te he echado de menos!

—Y yo a ti… y yo a ti…

Eric me mira, yo no puedo apartar mis ojos de él.

—¿Por qué no me abrazas?

—No quiero agobiarte.

—Ven aquí. Estoy bien, tonta… muy bien.

Me hace sentar sobre él y comienza a repartir cientos de besos sobre mi cuello.

—Agóbiame y bésame. ¡Eres mi mejor medicina!

Minutos después, desnudos sobre mi sofá, Eric me muestra las ansias que tiene de mí y lo mucho que me ha echado de menos haciéndome dos veces el amor, con su posesión habitual.