ACTO TERCERO

ESCENA I

Entra CASIO con MÚSICOS y el GRACIOSO.

CASIO

Tocad aquí, señores. Premiaré vuestra labor.

Algo que sea corto, y dad los buenos días

al general.

[Tocan.]

GRACIOSO

MÚSICO 1.º

GRACIOSO

MÚSICO 1.º

GRACIOSO

MÚSICO 1.º

GRACIOSO

MÚSICO 1.º

GRACIOSO

MÚSICO 1.º

GRACIOSO

Salen los MÚSICOS.

CASIO

GRACIOSO

CASIO

GRACIOSO

CASIO

Sale el GRACIOSO.

Entra YAGO.

Me alegro de verte, Yago.

YAGO

¿No os habéis acostado?

CASIO

Pues no. Cuando nos despedimos ya era de día.

Yago, me he permitido

llamar a tu esposa. Mi súplica es

que me proporcione una ocasión

para hablar con la dulce Desdémona.

YAGO

Ahora mismo os la mando.

Y veré la manera de alejar al moro

para que converséis con mayor libertad.

CASIO

Os lo agradezco de veras.

Sale [YAGO].

En Florencia no vi a nadie tan leal.

Entra EMILIA.

EMILIA

Buenos días, teniente. Me apena

que cayerais en desgracia. Mas todo irá bien.

El general y su esposa lo están comentando,

y ella os defiende. Otelo responde

que el hombre al que heristeis es muy renombrado

y tiene amistades, y que, en justa prudencia,

se imponía el despido. Mas afirma que os aprecia

y que no necesita más defensa que su afecto

[[para aprovechar la mejor ocasión]]

y admitiros de nuevo.

CASIO

No obstante, os suplico

que, si lo creéis posible y conveniente,

me procuréis ocasión para conversar

a solas con Desdémona.

EMILIA

Venid, os lo ruego. Os llevaré

donde podáis hablar con libertad.

CASIO

Os estoy muy agradecido.

Salen.