Capítulo 47

¡Otra vez! ¡Otra vez! ¡Otra vez!

Me senté junto al agua y de nuevo me entraron ganas de echarme a llorar por culpa de Champion. Y sin embargo esta vez era muy distinta de cuando lo pillé con Susi, y también de cuando me refugié sola bajo la grúa en Cuxhaven. Justo cuando iba a dar rienda suelta al llanto, el pequeño que llevaba en el vientre me dio una patada como para decirme: oye, que no hay sólo un amor, ni tampoco una única forma de ser feliz en el mundo.

El ternero había crecido en mi vientre, y no sólo poseía un corazón que latía, sino también una personalidad propia, particular, lo presentí con claridad en ese instante. Esa certeza me hizo muy feliz, y empecé a cantar en voz baja una vieja canción que cantaban las embarazadas en nuestra vacada cuando la preñez iba tocando a su fin:

Can you feel the cría tonight?

Su corazón late dentro de mí.

Se nota, alivia las penas que hay.

¿Quién necesita a un toro así?

El ternero me dio una patada aprobadora en el vientre. Y seguí cantando:

Can you feel the cría tonight?

¿Cómo le late el corazón?

Se nota, hace que la vaca que en mí hay

aguante cualquier sinrazón…

Sí, tenía la fuerza necesaria para traer a ese ternero al mundo. Ahora estaba completamente segura.

Se nota, hace que la vaca que hay en mí

por fin se decida a vivir…

Mientras cantaba lo supe: no volvería a derramar una sola lágrima más por Champion. Y no por orgullo o algo parecido, no: había acabado definitivamente con él.

El amor a la pequeña criatura que crecía dentro de mí era tan grande que en ese momento me llenó de una profunda paz interior.

No sospechaba que ésa sería nuestra última noche en esos verdes pastos. Y que por la mañana iríamos camino de un lugar al que las personas llamaban restaurante de alta cocina.