Agradecimientos

Al escribir esta secuela de LA SOMBRA DE ENDER y LA SOMBRA DEL HEGEMÓN, me enfrenté a dos nuevos problemas. Primero, estaba expandiendo los roles de varios personajes secundarios de los libros anteriores, y corría el serio riesgo de inventar aspectos de su apariencia o su pasado que contradijeran algún detalle olvidado de algún volumen previo. Para evitarlo en lo posible, me apoyé en dos comunidades online.

La Web Filótica (http://www.philoticweb.net) tiene una línea temporal que combina las historias de EL JUEGO DE ENDER y LA SOMBRA DE ENDER, que me resultó de gran ayuda. Fue creada por Nathan M. Taylor con la ayuda de Adam Spieckerman.

En mi propia web, Hatrack River (http://www.hatrack.com), colgué los primeros cinco capítulos del manuscrito de esta novela, con la esperanza de que los lectores que hubieran leído los otros libros de la serie más recientemente que yo pudieran pillar inconsistencias inadvertidas y otros problemas. La comunidad de Hatrack River no me decepcionó. Entre los muchos que respondieron (y les doy las gracias a todos) encontré particularmente valiosas las sugerencias de Keiko A. Haun («accio»), Justin Pullen, Chris Bridges, Josh Galvez («Zevlag»), David Tayman («Taalcon»), Alison Purnell («Eaquae Legit»), Vicki Norris («CKDexter-Haven»), Michael Sloan («Papa Moose»), y Oliver Withsandley.

Además, tuve la ayuda, capítulo a capítulo durante todo el libro, de mi equipo regular de primeros lectores: Philip y Erin Absher, Kathryn H. Kidd, y mi hijo Geoffrey. Mi esposa, Kristine A. Card leyó como acostumbra cada capítulo cuando las páginas estaban aún calientes tras salir de la LaserJet. Sin ellos, no podría haber continuado con este libro.

El segundo problema de esta novela fue que la escribí durante la guerra en Afganistán entre Estados Unidos y sus aliados y las fuerzas de los talibán y Al Qaeda. Ya que en MARIONETAS DE LA SOMBRA tenía que mostrar el futuro estado de las relaciones entre los musulmanes y el mundo Occidental, y entre Israel y sus vecinos musulmanes, tuve que hacer una predicción sobre cómo podría resolverse algún día la actual situación de odio. Como me tomo bastante en serio mi responsabilidad hacia las naciones y pueblos de los que escribo, para comprender las causas de la actual situación me basé en el libro de Bernard Lewis What Went Wrong: Western Impact and Middle Eastern Response (Oxford University Press, 2001).

Este libro está dedicado a los padres de mi esposa. Además de que gran parte de la paz y alegría en mi vida y la de Kristine procede de nuestra íntima y armoniosa relación con nuestras amplias familias, estoy en deuda con James B. Alien, por su excelente labor como historiador, sí, pero más personalmente por haberme enseñado a acercarme a la historia sin temor, dirigiéndome allá a donde apunten las pruebas, asumiendo ni lo mejor ni lo peor sobre los pueblos del pasado, y adaptando mi visión personal del mundo cada vez que tiene que ser reajustada, pero sin descartar descuidadamente ideas previas que sigan siendo válidas.

A mis ayudantes, Kathleen Bellamy y Scott Alien, les debo mucho más de lo que les pago. Y en cuanto a mis hijos, Geoffrey, Emily y Zina, y a mi esposa, Kristine, son el motivo por el que merece la pena levantarse de la cama cada día.