CAPÍTULO 14

Morir deglutida por Nina fue aún más tonto que morir aplastada por el lavabo de una estación espacial.

Mi vida volvió a pasar ante mi ojo espiritual (también las hormigas tienen sólo uno). Pero esta vez fue mi triste existencia como hormiga: el encuentro con Buda, los improperios de Krttx, la visión del grandioso hormiguero, la brutal paliza al reencarnado, la telaraña, la pelota de goma naranja, el intento de Nina de ocupar mi lugar en la familia…

Cuando ves una vida como ésa no te entristece morir. Vi de nuevo la luz. Cada vez más clara. Era maravillosa. Me envolvía. Más dulce que la última vez. Más cálida aún. Más amorosa. La abracé y me fundí en ella. Me sentía tan bien. Tan protegida. Tan feliz. La pesadilla había acabado.

Durante dos segundos.

Luego volví a ser una hormiga.

Me encontraba en otro cuerpo, más pequeño y ágil, ¡pero volvía ser una puta hormiga!

Regresa a un destino de hormiga, no alcances la paz interior y ¡siéntete más frustrada que nunca!

—Hola —oí que susurraba la voz dulce de Buda.

Me di la vuelta. De nuevo me encontraba en el túnel subterráneo donde había despertado la última vez. Y esta vez también me sonreía un Buda-hormiga increíblemente gordo. Parecía muy contento consigo mismo, con el mundo, con todo el universo. Totalmente al contrario que yo.

—¡TENEMOS… QUE… HABLAR! —exigí sulfurada.

—Te sientes apesadumbrada porque no has podido ir hacia la luz —constató Buda.

Era cierto. Pero no pensaba admitirlo delante de él. Además, no era asunto suyo. Yo tenía otro tema en la agenda:

—¡No merezco reencarnarme en hormiga!

—Tienes una curiosa visión de las cosas —dijo Buda divertido.

—Vale, he metido la pata algunas veces, ¡pero tu juicio es demasiado duro! —protesté—. Exijo que me liberes de esta existencia de hormiga.

—No puedo.

—¡Pensaba que tú eras el muftí supremo!

—Sólo tú puedes.

—¿Cómo? —pregunté excitada.

Si había un camino para salir de allí, quería tener el plan de ruta.

—El camino se hace al andar —susurró Buda.

—Pareces una galleta de la suerte —dije exaltada.

—Puede —Buda sonrió dulcemente—, pero eso no lo hace menos cierto.

Y, dicho esto, se esfumó.

¡Aquel tipo me estaba cargando!

Reflexioné un momento sobre qué podría significar su cháchara de galleta de la suerte, pero no tenía la más remota idea.

Y volví a pensar en el convite del funeral. Nina quería quedarse con Alex. Y él cedería. No hoy, ni mañana. Pero seguro que algún día. Lo sabía.

Porque Nina así lo quería.

Y Alex ya estuvo a punto de decidirse por ella una vez.

Yo aún estaba viva.

Y ahora estaba muerta.

O sea que ya no les obstaculizaba el camino y, antes o después, Alex se liaría con ella. Y entonces sería la nueva madre de Lilly.

La idea me hizo un nudo en mi pequeño estómago de hormiga.

Oí a cierta distancia el trote de muchos pies de hormiga y las ristras de invectivas de Krttx. Lo tuve claro: no podía permitir que volviera a reclutarme. Tenía que coger las riendas de esa vida de hormiga entre mis propias seis garras y evitar como fuera que Nina se hiciera cargo de mi familia.

Y sólo había alguien que pudiera ayudarme: la hormiga reencarnada a la que la reina iba a ejecutar. Quizás ella sabía cómo puedes influir en la vida de las personas reales siendo una persona con forma de hormiga.

Así pues, arranqué a correr antes de que Krttx me echara el ojo encima, y comencé mi nueva vida.

Una vida en la que Giacomo Casanova interpretaría un papel esencial.