Escena XIII§

LOS MISMOS. MACDUFF con la cabeza de MACBETH en una lanza.

MACDUFF:

Salve, Malcolm: al cielo soberano

plugo que la cabeza del traidor,

derribada cayese por mi mano:

libres son ya los tiempos y el honor.

Te rodea de Escocia la nobleza;

y en los pechos de todos pienso oír,

el título sagrado que a tu alteza

unánimes quisieran conferir.

En los labios resuene el eco santo

que guarda receloso el corazón:

Perdonad si a vosotros me adelanto.

¡Que viva el rey!

TODOS:

¡Que viva el rey Malcolm!

(Trompetas & clarines).

MALCOLM:

No prodigaré el tiempo, caballeros,

ni al honor olvidando y la virtud,

sus instantes huirán de mí ligeros

sin que los selle dulce gratitud.

Yo os concedo, guerreros denodados,

los títulos de condes y el blasón;

los primeros que Escocia coronados

vio con tan merecida distinción.

Cuanto hay demás que hacer, llamar al seno

de su patria querida y a su hogar,

los míseros proscriptos, que el veneno

o el parricidio atroz logró ahuyentar;

Y hoy mendigan con fiera pesadumbre

sustento amargo y con fatal gemir;

y al recordar su patria, viva lumbre

se ve en sus ojos por el llanto hendir[79];

Mandar que a los secuaces pronta se haga

justicia del tirano y su mujer;

la cual se dice que en la propia daga

vino al fin cual suicida a perecer;

Y lo demás, en fin, que os sea debido,

en coyuntura propia y en sazón,

será con el favor de Dios cumplido

cual anhelo con recto corazón.

Para bien de mi pueblo la corona

acepto que de Duncan heredé:

os convido, señores, para Escona;

y ante vosotros juramento haré.

(Trompetas & clarines).

FIN DEL DRAMA.