LOS MISMOS. MACDUFF con la cabeza de MACBETH en una lanza.
MACDUFF:
Salve, Malcolm: al cielo soberano
plugo que la cabeza del traidor,
derribada cayese por mi mano:
libres son ya los tiempos y el honor.
Te rodea de Escocia la nobleza;
y en los pechos de todos pienso oír,
el título sagrado que a tu alteza
unánimes quisieran conferir.
En los labios resuene el eco santo
que guarda receloso el corazón:
Perdonad si a vosotros me adelanto.
¡Que viva el rey!
TODOS:
¡Que viva el rey Malcolm!
(Trompetas & clarines).
MALCOLM:
No prodigaré el tiempo, caballeros,
ni al honor olvidando y la virtud,
sus instantes huirán de mí ligeros
sin que los selle dulce gratitud.
Yo os concedo, guerreros denodados,
los títulos de condes y el blasón;
los primeros que Escocia coronados
vio con tan merecida distinción.
Cuanto hay demás que hacer, llamar al seno
de su patria querida y a su hogar,
los míseros proscriptos, que el veneno
o el parricidio atroz logró ahuyentar;
Y hoy mendigan con fiera pesadumbre
sustento amargo y con fatal gemir;
y al recordar su patria, viva lumbre
se ve en sus ojos por el llanto hendir[79];
Mandar que a los secuaces pronta se haga
justicia del tirano y su mujer;
la cual se dice que en la propia daga
vino al fin cual suicida a perecer;
Y lo demás, en fin, que os sea debido,
en coyuntura propia y en sazón,
será con el favor de Dios cumplido
cual anhelo con recto corazón.
Para bien de mi pueblo la corona
acepto que de Duncan heredé:
os convido, señores, para Escona;
y ante vosotros juramento haré.
(Trompetas & clarines).
FIN DEL DRAMA.