Escena IX§

Alarmas. — MACDUFF.

MACDUFF:

Por aquí suenan voces. Si a los filos

cayeras ¡oh tirano! de otra espada,

si no murieras por el hierro mío,

de mi esposa y mis hijos las visiones

persiguieran mis sueños de contino;

muestra, Macbeth, el rostro; yo no puedo

herir los miserables que vendidos

por su ración pelean; en tu busca

execrable, tirano, me fatigo;

o te atraviesa el corazón mi acero,

o a la vaina otra vez volverá limpio.

¿Por qué aquí no te encuentro en el tumulto?

Uno de grande nota allí distingo;

déjamele encontrar, ciega fortuna;

déjamele encontrar; no más te pido. (Alarmas).