Escena II

Campo en las cercanías de Dunsinane. — Entran MENTETH, CATHNESS, ANGUS, LENOX y SOLDADOS con tambores y banderas.

MENTETH:

Cerca está la hueste inglesa

adonde viene Malcolm;

el buen Siward la acaudilla

y la acompaña Macduff;

arde en todos la venganza;

y no dudo que su voz,

a los mismos religiosos

arranque de la oración,

para que lidien bizarros;

y la sangre que les dio

la Escocia por ella viertan.

ANGUS:

Marchemos, pues, sin temor

hacia el bosque de Birnam,

que por él pasa Malcolm.

CATHNESS:

¿Se sabe si está con ellos

Donalbain?

LENOX:

Creo que no.

De todos los caballeros

tengo yo exacto padrón:

el hijo de Siward viene,

mandando imberbe escuadrón

de donceles, que aquí esperan

en el combate feroz,

hacer su primer protesta

de virilidad y honor.

MENTETH:

¿Y el tirano?

CATHNESS:

Con robusta

triple fortificación

corona de Dunsinane

la escarpada elevación.

Dicen unos que está loco;

otros con más compasión

le llaman valiente furia;

mas no hay humano valor,

que una causa tan obesa

abroche en el cinturón

de la dorada esperanza.

ANGUS:

Ahora con fiero aguijón

le atraviesan los costados

su asesinato y traición:

ahora acusa sus maldades

turbulenta sedición;

y si manda le obedecen

por miedo, no por amor:

ahora siente que anda suelto

su título en derredor,

como ropa de gigante

que envuelve a enano ladrón.

MENTETH:

¿Y quién criticará entonces

que recedan con horror

sus pestilentes sentidos,

si eterna condenación

fulmina dentro del pecho

desmayado el corazón?

CATHNESS:

¡Bien! Marchemos, arrojados

y prestemos sumisión

a quien sumisión se debe;

búsquese quien al dolor

de la república enferma

encuentre mitigación;

y purguemos nuestra patria

junto al noble campeón,

derramando, si es preciso,

cuanto encarnado licor

fluye en las hinchadas venas.

LENOX:

Oh el que en su alta previsión

precise para regar

nuestra soberana flor;

y para ahogar la cizaña

que marchita su esplendor:

marchemos para Birnam.

TODOS:

Marchemos. ¡Viva Malcolm!