Campo en las cercanías de Dunsinane. — Entran MENTETH, CATHNESS, ANGUS, LENOX y SOLDADOS con tambores y banderas.
MENTETH:
Cerca está la hueste inglesa
adonde viene Malcolm;
el buen Siward la acaudilla
y la acompaña Macduff;
arde en todos la venganza;
y no dudo que su voz,
a los mismos religiosos
arranque de la oración,
para que lidien bizarros;
y la sangre que les dio
la Escocia por ella viertan.
ANGUS:
Marchemos, pues, sin temor
hacia el bosque de Birnam,
que por él pasa Malcolm.
CATHNESS:
¿Se sabe si está con ellos
Donalbain?
LENOX:
Creo que no.
De todos los caballeros
tengo yo exacto padrón:
el hijo de Siward viene,
mandando imberbe escuadrón
de donceles, que aquí esperan
en el combate feroz,
hacer su primer protesta
de virilidad y honor.
MENTETH:
¿Y el tirano?
CATHNESS:
Con robusta
triple fortificación
corona de Dunsinane
la escarpada elevación.
Dicen unos que está loco;
otros con más compasión
le llaman valiente furia;
mas no hay humano valor,
que una causa tan obesa
abroche en el cinturón
de la dorada esperanza.
ANGUS:
Ahora con fiero aguijón
le atraviesan los costados
su asesinato y traición:
ahora acusa sus maldades
turbulenta sedición;
y si manda le obedecen
por miedo, no por amor:
ahora siente que anda suelto
su título en derredor,
como ropa de gigante
que envuelve a enano ladrón.
MENTETH:
¿Y quién criticará entonces
que recedan con horror
sus pestilentes sentidos,
si eterna condenación
fulmina dentro del pecho
desmayado el corazón?
CATHNESS:
¡Bien! Marchemos, arrojados
y prestemos sumisión
a quien sumisión se debe;
búsquese quien al dolor
de la república enferma
encuentre mitigación;
y purguemos nuestra patria
junto al noble campeón,
derramando, si es preciso,
cuanto encarnado licor
fluye en las hinchadas venas.
LENOX:
Oh el que en su alta previsión
precise para regar
nuestra soberana flor;
y para ahogar la cizaña
que marchita su esplendor:
marchemos para Birnam.
TODOS:
Marchemos. ¡Viva Malcolm!