MACBETH. después LENOX.
MACBETH:
¿Dónde está la visión? ¡Desvanecida!
Cuéntense los instantes de esta hora
en los fastos del tiempo por malditos.
¡Hora aciaga y cruel! Ah, Lenox. ¡Hola!
(Entra LENOX.)
LENOX:
¿Qué manda vuestra alteza?
MACBETH:
¿No las vistes?
LENOX:
Nada he visto, señor.
MACBETH:
¿Y qué sus sombras
junto a ti no pasaron?
LENOX:
No por cierto.
MACBETH:
Infectas sean las rachas silbadoras
en que juntas cabalgan; y malditos
los que en ellas fiaren. ¿Quién ahora
galopaba aquí cerca?
LENOX:
Tres jinetes
anunciando que en fuga vergonzosa
partió, señor, Macduff hacia Inglaterra.
MACBETH:
¿A Inglaterra Macduff?
LENOX:
Hacia sus costas
dicen que se ha fugado.
MACBETH:
Así él previene
a tiempo mis hazañas. No se logra
jamas firme propósito si el hecho
no acompaña al designio. Desde ahora
los primeros instintos de mi mente
la mano cumplirá. No más demoras;
y porque pueda el alto pensamiento
conseguir desde hoy mismo su corona,
hoy de Macduff sorprenderé el castillo;
daré muerte a sus hijos, a su esposa,
a cuantos vivan de su odiosa estirpe;
no ha de ser mi amenaza perezosa;
consumarse ha, por Dios, antes que el tiempo
entibie este furor que me devora;
no más visiones ya. Venga el caballo
y los jinetes sigan mi derrota.