Escena III§

LAS MISMAS. MACBETH.

MACBETH:

Misteriosas nocturnas vejezuelas

a quien espanta el día

y a las sombras servís de centinelas,

¿qué hacéis en esta orgía?

TODAS:

Una cosa sin nombre.

MACBETH:

Yo os conjuro;

satisfaced mis dudas y preguntas,

por aquel rito impuro

que en lúgubre festín celebráis juntas.

Si quier sea vuestra ciencia del infierno;

si quier[54] soltéis los vientos y tormentas

contra los templos santos del Eterno;

o entre espumosas hondas y huracanes

y ráfagas crueles

perezcan navegantes y bajeles;

o que en la espiga se consuma el grano

y se tronchen los árboles robustos

y los tiernos arbustos;

o que se desplome al llano

el castillo y sepulte al castellano;

o que sesguen y doblen la cabeza

la pirámide y torre a su cimiento;

o que en sus propias urnas,

el tesoro feraz naturaleza

de las ricas semillas y los jugos

seque y destruya con mortal intento;

habladme, responded.

BRUJA 1ª:

¿Y qué demandas?

BRUJA 2ª:

Habla.

BRUJA 3ª:

Pregunta.

BRUJA 1ª:

Dinos si prefieres

oír de nuestras voces la respuesta;

o bien la que dispuesta

tienen en prontos labios,

los potentes espíritus más sabios.

MACBETH:

Llamadlos ya, mujeres.

BRUJA 1ª:

En el caldero arrójese encantado,

que cuece a borbotones,

sangre de marrana

que haya devorado

sus nueve lechones.

Y la grasa espesa

que la horca trasuda,

échese en la llama;

y nutra y sacuda

el flotante fuego;

no tardes más; ven luego.

TODAS:

Ven, espíritu humilde o eminente;

y haz gala de tu ciencia sorprendente.

(Truenos. — La aparición de una cabeza armada).

MACBETH:

Di, visión peregrina.

BRUJA 1ª:

Tus preguntas el numen adivina

y el mal conoce con que tu alma lucha;

con silenciosa reverencia escucha.

APARICIÓN:

Macbeth, Macbeth, Macbeth,

de Macduff te precaví.

Basta por esta vez. (Desaparece).

MACBETH:

Esa advertencia grave

te agradezco, quien quiera que tú seas.

Pulsaste como arpista

la cuerda que mi espíritu contrista;

una palabra más.

BRUJA 1ª:

Nunca permite

que se le emplace así ni se le cite;

otro más poderoso se presenta.

(Truenos. — Aparición de un niño ensangrentado).

APARICIÓN:

Macbeth, Macbeth, Macbeth, no tengas cuenta

de ser resuelto, audaz y sanguinario.

El poder de los hombres es precario;

y ninguno a Macbeth podrá ofender

de cuantos han nacido de mujer. (Desciende).

MACBETH:

Si así fuere, oh Macduff, vive tranquilo;

esta seguridad haré yo empero

doblemente segura, firme y fuerte.

Yo tomaré una prenda de la suerte

y esa será tu vida; que así espero

ahuyentar el temor que me anonada

y sueño y paz hallar en mi almohada.

(Truenos. — Aparición de un niño coronado, con un árbol o rama en la mano).

Pero nueva visión se me presenta

de soberana estirpe; pues sustenta

en la frente infantil regios listones

y las diademas de oro y los florones.

BRUJA 1ª:

Óyele con silencio y atención.

APARICIÓN:

Sea, Macbeth, tu pecho de león;

desprecia ajeno enfado o alegría

y de la rebelión la mano impía.

Macbeth será invencible, hasta que vea

que el gran bosque de Birnam se cimbrea

y con marcha veloz raudo camina

y asedia la colina

del alto Dunsinane. (Desciende)

MACBETH:

No me curo

de ser vencido entonces ¿Ni quién puede

reclutar la floresta y al seguro

árbol decir que suelte y desenrede

y entresaque de tierra sus raíces?

¡Oráculos felices!

Así me place. Su rebelde mano

no alzará la traición, sino levanta

el bosque de Birnam del verde llano

la eternamente soterrada planta;

y Macbeth gozará de larga vida

enaltecido en su real asiento;

y solo a su muerte natural debida

en lenta senectud dará el aliento.

Una cosa no más saber quisiera:

decid, si a tanto vuestra ciencia alcanza,

si de lograr el trono haber debiera

la sucesión de Banquo confianza.

TODAS:

No quieras saber más.

MACBETH:

Voy satisfecho;

si esto no declaráis, honda, profunda,

eterna maldición así os confunda

cual enciende mi pecho.

¿Por qué se hunde, decidme, esa caldera?

BRUJA 1ª:

Espera, rey Macbeth.

BRUJA 2ª:

Espera.

BRUJA 3ª:

Espera.

TODAS:

Placer demos a los ojos

y acibar al corazón.

Venid, sombras deleznables;

mira, Macbeth, ellos son.

(Pasan por el proscenio las sombras de ocho reyes. El último lleva un espejo. — La sombra de Banquo los sigue).

MACBETH:

A la sombra de Banquo se parece.

¡Huyan de mi presencia sus despojos!

La corona real que le ennoblece,

me taladra los ojos:

la segunda también es semejante

y la tercera a la que va delante.

Brujas inmundas, ¿para qué enseñáis

esta odiosa visión? También el cuarto

se asemeja al primero. ¿Tantos vais?

No os puedo soportar, la vista aparto;

¿en el trono verá tu raza fiera.

consumar a los tiempos su carrera?

¿Tanto se ha de extender…? Mas otro viene;

el séptimo después; octavo luego;

y en el bruñido espejo que sostiene

reyes cuento sin fin… ¡cesad, os ruego!

y a algunos, suerte infausta, galardonas

con triples cetros, globos y coronas.

¡Horrorosa visión! mas… verdadera;

que te distingo en sangre salpicado,

¡oh Banquo! y sonriendo la cimera[55]

sacudes hacia mí y el brazo helado:

tu estirpe en esas formas se divisa;

y más que en todo en tu infernal sonrisa.

¿Y habrá de ser así?

BRUJA 1ª:

Cual tú lo viste

lo disponen los hados, mas… acaso

¿te sorprendes, Macbeth? ¿te encuentras triste?

Tu espíritu se alegre de fe escaso;

de especiales deleites le colmemos;

en torno de Macbeth juntas dancemos.

Danos, aire, un sonido melodioso; (Música).

bailad, bailad , hermanas. (Bailan las brujas).

Y este grande monarca venturoso,

dirá que cortesanas

las brujas le reciben del desierto,

con amorosas danzas y concierto.

(Desaparecen bailando).