Aposento del palacio de Fores. — LENOX y OTRO SEÑOR.
LENOX:
Acertaron mis discursos el designio de tu mente;
mejor pudiera el ingenio interpretarlos; conviene,
empero, ser cautelosos. Al rey Duncan mano aleve
arrebató vida y cetro; y eso que Macbeth ardiente
amor por Duncan sentía. Quiso Banquo ser jinete
y halló sepulcro en el yermo. ¿Quién sabe si le dio muerte
a Banquo Fleance su hijo, puesto que huyó? Recogerse
temprano es sabio consejo en tiempos como el presente.
Por lo demás fue monstruoso que a1 anciano rey hiriesen
sus propios hijos; atroz. ¡Y cuánto a Macbeth le duele!
A su piadoso furor ¿no se debió incontinente
el castigo de los reos? ¿No mató a los delincuentes,
del sueño y de la ebriedad esclavos? ¿no fue prudente
su conducta en aquel caso? ¿Pues quién con ojos pacientes
negar luego viera el hecho a los dos guardias aleves?
Sostengo que hizo muy bien; y aun más digo: me parece
que a estar los hijos del rey en su poder (y la suerte
los defienda de este mal), vieran lo que era atreverse
a matar su mismo padre; y también la mano fuerte
de la justicia alcanzara al traidor Fleance. Cuenta tiene,
no obstante, ser cautelosos… que a Macduff las redes tienden
por algunas imprudencias y porque faltó al banquete.
¿Sabéis adónde se halla?
SEÑOR:
Si los rumores no mienten
a Inglaterra se ha fugado; cuyo santo rey proteje
al heredero de Duncan. Macduff hará que las gentes
de guerra que Siward manda, con las fronterizas huestes,
en pro del joven Malcolm la justa guerra comiencen.
Entonces, si la permiten los cielos omnipotentes,
volverá el pan a las mesas; el sueño al lecho inclemente;
libertad a los festines y al otoño ricas mieses.
Prestaremos nuestro feudo como a los nobles compete;
pero a Macbeth estas nuevas exasperan y estremecen;
y no tardará el tirano si pronto no le acometen,
en prepararse.
LENOX:
¿Fue cierto que a Macduff llamar hiciese?
SEÑOR:
No hay duda; mas el mensaje despreciando
Macduff, vuelve
absoluta negativa; y a juzgar del continente
y gesto del mensajero, iba allá para sus mientes
diciendo: llegará el día que el no muy caro te cueste.
LENOX:
Así aprenderá a guardar la distancia conveniente.
Algún ángel del Señor con él a Inglaterra llegue;
y al santo rey Eduardo las desgracias le revele
que afligen a nuestra patria, mísera, triste y doliente;
para que piadosos vengan sus ínclitos combatientes,
de bendiciones orladas las almas y espadas fuertes;
y quebranten la coyunda que nuestros cuellos sostienen.
SEÑOR:
Los cielos oigan piadosos tus gemidos y tus preces.
LENOX:
Escuchad a quien os pide justicia, cielos clementes.