Escena XIII§

MACBETH. LADY MACBETH.

MACBETH:

Mi sangre Banquo anhela, que ha corrido,

siempre sangre por sangre en este mundo.

De su cepo profundo

las montañas tal vez se han desprendido

y al mar se han arrojado.

Los árboles se dice que han hablado;

y hoy la entraña observando de los cuervos,

adivina el augur de hombres protervos[48]

los hechos sanguinarios

y de la muerte los sucesos varios.

¿Qué hora podrá ya ser?

LADY MACBETH:

Pronto la aurora

disputará el imperio de esta hora

a la noche callada.

MACBETH:

Macduff no tuvo en nada

desairar mi convite.

LADY MACBETH:

Ya lo he visto,

y el despecho y la ira mal resisto.

¿Sabes la causa tú?

MACBETH:

La sabré presto;

que en casa de esos nobles que detesto

tengo muchos criados

con oro y esperanzas sobornados.

Antes que soplen matutinas brisas,

consultaré también las profetisas.

Yo buscaré remedio;

yo sabré lo peor por el peor medio.

Cedan causas y efectos al bien mio;

que de sangre vadeo un ancho rio;

y si seguir temiera,

mas largo y más tedioso volver fuera

de en medio la corriente,

que el tránsito cumplir. Tengo en la mente

cosas en embrión de grande empeño.

LADY MACBETH:

Pero advertid, señor, que os falta el sueño

preciso a la natura.

MACBETH:

Vámonos a dormir. Esta tristura

que continuo me agita,

el temor ha de ser, que necesita

ardua costumbre y fuerza,

nos es nueva esta vía

uso le falta al crimen todavía.