Escena XIII[21]

Música. — Atraviesan la escena muchos criados con antorchas, platos, jarras, manteles y otros preparativos para el banquete.

MACBETH:

Si estuviera consumado ya el acto, bien hecho fuera;

o si encerrase en sí misma la hazaña sus consecuencias,

con un éxito infalible o con la ruina cierta;

de modo que el duro golpe omnipotente pudiera

todo el mal o todo el bien llevar en sí de la empresa.

Entonces yo saltaría de este promontorio y vega

de los tiempos, sin espanto, a las regiones inciertas

y costas de lo futuro. Mas queda al alma cual rémora

de sus hechos la memoria; y las lecciones cruentas

que enseñamos, tornar suelen contra aquel que las enseña:

tal la justicia divina, vuelve a las manos protervas

del que preparó el veneno el cáliz en que se encierra.

Con doble fe yo le guardo; que hay sangre suya en mis venas

y soy su huésped también; y mi rastrillo y mi puerta

cerrar debo a su asesino, en vez de aguzar violentas

armas contra mi señor. Y ha sido, ademas, tan recta,

tan justa su vida toda, sus virtudes tan excelsas,

que ellas clamarán venganza; ellas con sonora lengua

pedirán justicia al cielo: y la pública clemencia,

cual alma de puro infante que sobre las brisas vuela

o cual celestial querube que cabalga en las tormentas,

a todos mi hecho execrable lanzará a la vista yerta

y los aires rasgarán suspiros y ardientes quejas

y con lágrimas calientes los taladrará la pena.

No siento agudo acicate dando a mi designio espuela,

sino es la audaz ambición que se enaltece soberbia

y que a sí misma se abruma al mover su mole inmensa.