Música. — Atraviesan la escena muchos criados con antorchas, platos, jarras, manteles y otros preparativos para el banquete.
MACBETH:
Si estuviera consumado ya el acto, bien hecho fuera;
o si encerrase en sí misma la hazaña sus consecuencias,
con un éxito infalible o con la ruina cierta;
de modo que el duro golpe omnipotente pudiera
todo el mal o todo el bien llevar en sí de la empresa.
Entonces yo saltaría de este promontorio y vega
de los tiempos, sin espanto, a las regiones inciertas
y costas de lo futuro. Mas queda al alma cual rémora
de sus hechos la memoria; y las lecciones cruentas
que enseñamos, tornar suelen contra aquel que las enseña:
tal la justicia divina, vuelve a las manos protervas
del que preparó el veneno el cáliz en que se encierra.
Con doble fe yo le guardo; que hay sangre suya en mis venas
y soy su huésped también; y mi rastrillo y mi puerta
cerrar debo a su asesino, en vez de aguzar violentas
armas contra mi señor. Y ha sido, ademas, tan recta,
tan justa su vida toda, sus virtudes tan excelsas,
que ellas clamarán venganza; ellas con sonora lengua
pedirán justicia al cielo: y la pública clemencia,
cual alma de puro infante que sobre las brisas vuela
o cual celestial querube que cabalga en las tormentas,
a todos mi hecho execrable lanzará a la vista yerta
y los aires rasgarán suspiros y ardientes quejas
y con lágrimas calientes los taladrará la pena.
No siento agudo acicate dando a mi designio espuela,
sino es la audaz ambición que se enaltece soberbia
y que a sí misma se abruma al mover su mole inmensa.