Los PRECEDENTES. MACBETH. BANQUO. ROSSE. ANGUS.
DUNCAN:
¡Valiente deudo[11]! ¡esperanza
de la corte y patria mia!
A mis brazos bien venido
el de militar virtud
Perdona la ingratitud
que prevenir no he sabido.
Porque es tan alto tu vuelo
que no le puede alcanzar
por más que intente volar
el galardón con su anhelo
¡Ojalá hubieras ganado
menos prez[12]; y yo podría
quedar con la granjería
de haberte demás premiado!
MACBETH:
Servicios de noble pecho
que alberga lealtad y honor,
harto los premia, señor,
el placer de haberlos hecho.
El feudo de la nobleza,
su amor, su valor egregio,
son hijos del trono regio,
partes son de vuestra alteza.
Y del que en alta ocasión
lidiando por su rey muere,
basta con que se dijere
que cumplió su obligación.
DUNCAN:
Tu eres el árbol, Macbeth,
que yo planté tierno niño;
te hizo crecer mi cariño,
y me deleito en tu prez.
Cerca de mi corazón
te doy, Banquo, otro lugar,
que bien puedes sustentar
tan noble comparación.
BANQUO:
Creciendo en él será vuestra
la cosecha.
DUNCAN:
Capitanes,
al premiar vuestros afanes
el gozo oculto se muestra
En lágrimas… Perdonad.
Hijos, señores, parientes,
distinguidos combatientes
de acrisolada lealtad,
Sabed que en bien del estado,
con madura reflexión,
del trono la sucesión
establecer he pensado.
Mi primogénito hijo
hereda la monarquía;
y príncipe en este día
de Cumberlanda[13] le elijo.
Mas no triste y macilenta
será, Malcolm, tu fortuna;
que derramaré en su cuna
gracias y dones sin cuenta.
Brillarán como luceros
los pechos de mis señores,
con insignias y favores,
con preeminencias y fueros.
Partamos para Inverness,
y deberé a tu amistad,
Macbeth, hospitalidad.
MACBETH:
Permitid que a vuestros pies
os agradezca ese honor.
Mensaje tan lisonjero
conducir yo mismo espero,
si de ello me hacéis favor,
a mi esposa y mi castillo.
DUNCAN:
Disponlo a tu voluntad.
MACBETH:
Señor, la mano me dad;
a vuestra alteza me humillo.
(Saluda para retirarse y dice aparte)
¿La injusta suerte destina
a Malcolm por heredero?
Hoy se da el paso primero
de mi gloria o mi ruina.
Estrellas, tened oculto
vuestro lucir rutilante;
y del pecho palpitante
no iluminéis el tumulto.
Cúmplase el hecho inhumano
que el ánima me contrista[14];
mas ver no pueda la vista
lo que ejecuta la mano.
(Vase).
DUNCAN:
Bien. dijiste, Banquo amigo,
que era Macbeth eminente,
tan cortés como valiente
delante del enemigo.
Sigámosle, ya que así
por servirnos se apresura.
Sus honores y ventura
son ventura para mí.
(Suenan cajas y trompetas. — Parten).