Escena III[3]

Los PRECEDENTES y ROSSE.

DUNCAN:

¿Quién viene allí?

MALCOLM:

El de Rosse.

LENOX:

Extrañas nuevas

anuncia ese mirar vivo e inquieto.

ROSSE:

Salud a vuestra alteza.

DUNCAN:

Valeroso

y noble capitan, ¿de dónde bueno?

ROSSE:

De Fife, mi señor, do tremolaban

para nuestro desmayo y vilipendio

las banderas triunfantes de Noruega.

El mismo soberano, el mismo Sweno[4],

con numerosa banda y el apoyo

del aleve Cawdor, rompió el tremendo

sanguinario conflicto; hasta que pudo

el heroico Macbeth de hierro a hierro

medir con él las armas y humillarle

y a su audacia imponer pesado freno

y arrancar de sus manos la victoria

ya cuasi conseguida.

DUNCAN:

Al cielo demos

loor y gratitud; hoy nuestras armas

venturosas se muestran.

ROSSE:

Los noruegos

por treguas claman ya: ni aun sepultura

les permitimos dar a los guerreros

que abatió nuestra hueste en sus reales,

hasta que su monarca como feudo

desembolsó en San Colmes diez mil piezas

para nuestros soldados.

DUNCAN:

Alto precio

también dí por mi ciega confianza

en el infiel Cawdor; proclamen luego

los heraldos su muerte; y Macbeth sea

de todos sus dominios heredero

y de su casa y títulos.

ROSSE:

Cumplidos

serán vuestros mandatos.

DUNCAN:

Corto premio

para tanta proeza me parece,

que aun más ganó Macbeth.

MALCOLM:

Señor…

DUNCAN:

Marchemos.