Un campo cercano a Fores. — Suenan dentro cajas y trompetas. — Salen EL REY DUNCAN, MALCOLM, DONALBAIN, LENOX y ACOMPAÑAMIENTO, a reconocer a un SOLDADO que viene herido por la parte opuesta.
DUNCAN:
Quizá saber podremos de ese herido
nuevas de la batalla.
MALCOLM:
Es el sargento
que la vida arriesgó por rescatarme.
¿Herido mi valiente compañero?
Cómo quedaba. el campo a tu salida
quiere saber su alteza.
SOLDADO:
Asaz de incierto;
cual de dos fatigados nadadores,
que su arte ahogan, temerario encuentro.
El traidor Macdonwald, por cierto digno
de llamarse rebelde, pues su pecho
encierra de la humana villanía
cuantas especies abortó el infierno,
de las islas remotas de occidente,
de Kerns y Gallowglass triples refuerzos
condujo al campo; y por su inicua causa
la fortuna al principio sonriendo,
mozuela del rebelde parecia;
mas fue lisonja vana, que el acero
de Macbeth invencible (y este nombre
ganó con sus hazañas) paso inmenso
abrió en el seno de la adversa hueste;
y humeando en sangre el pavoroso hierro,
intrépido Macbeth e infatigable,
no cesó de lidiar hasta que al cuello
del esclavo alcanzó su ardiente espada
y la cabeza derribó del cuerpo.
Ya en nuestros muros enclavada queda.
DUNCAN:
¡Oh ilustre capitan! ¡oh noble deudo!
SOLDADO:
A la manera que engendrarse suelen
tempestad borrascosa y hondo trueno
en el cielo oriental do nace el día,
asi suele fluir del cauce mismo
de donde brota el bien mal infinito.
Escucha, rey de Escocia: aun no hubieron
los veloces kernesses confiado
su salud a la fuga; aun incompleto
quedaba el alto triunfo que vestida
de espléndido valor y de ardimiento
alcanzó la justicia, cuando empieza
el señor de Noruega más horrendo
y más fiero combate al campo baja
con peones sin fin y ballesteros.
y acicaladas armas y caballos
en cerrado escuadron.
DUNCAN:
¿Y le temieron
Macbeth y Banquo?
SOLDADO:
¡Sí señor! ¡cual teme
el león los rebaños de corderos!
¡cual águila imperial teme a las bandas
de pardas codornices! Nunca vieron
mas audacia los hombres; parecían
flamígeras tormentas; y sus hierros
sonaban en los cuerpos enemigos
como en el yunque suena el martilleo.
O en la sangre de mil y mil heridas
profuso baño buscan, o quisieron
otro Gólgota hacer del feroz campo.
Pero desmayo; mis heridas siento
que imploran ya socorro.
DUNCAN:
Muy bien cuadran
tus heridas, soldado, y tus conceptos.
Ambos hablan de honor: llevadle; cuiden
de su salud los mios con esmero.
(Se llevan al SOLDADO).