En este Libro Segundo publico relatos que corresponden plenamente al ascenso y apogeo de los Mitos. Van ordenados en este caso por la fecha de su publicación.
Viene primero un Lovecraft aún bastante dunsaniano con El ceremonial (1923). Frank Belknap Long aporta, en sus Perros de Tíndalos (1929), elementos evidentes de fantasía científica que combina hábilmente con los pentáculos del ocultismo. La sombra sobre Innsmouth (1931) nos muestra a un Lovecraft dado ya de lleno a los Mitos en su expresión definitiva. En La piedra negra (1931), Robert Howard empieza a hacer ya pura exégesis de los Mitos y nos aclara algunos de sus detalles, en especial la génesis de los Unaussprechlichen Kulten de von Junzt y del People of the Monolith de Geoffrey, dos de los libros canónicos de la mitología de Cthulhu. Clark Ashton Smith en Estirpe de la cripta (1932), relata un macabro episodio que ilustra la cita del Necronomicon utilizada como lema de dicha narración.
En la noche de los tiempos (1934), de Lovecraft, es uno de sus relatos que más datos han proporcionado a Derleth, a Lin Carter y a Fritz Leiber para sistematizar la cosmogonía de los Mitos. Se trata de un cuento que cae de lleno dentro de los límites de la fantasía científica. Es también este relato un ejemplo perfecto de la tesis de Freud según la cual lo siniestro es lo que algún día fue familiar y se ha olvidado. En él se mezclan contradictoriamente el deseo y el terror. Representa una reelaboración de la dunsaniana La ciudad sin nombre, del propio Lovecraft, en un nivel realista y de fantasía científica.
Reliquia de un mundo olvidado (1935), de Hazel Heald fue escrito en gran parte por el propio Lovecraft, que llevaba su misión de corrector de estilo más allá de todo limite permisible (diré, a este respecto, que todos los cuentos de la Heald, así como el Yig de la Bishop y el Diario de Lumley entre otros, forman parte asimismo de este sorprendente tipo de colaboración anónima). En esta Reliquia, Heald-Lovecraft interpretan, de acuerdo con los postulados de los Mitos, la antigua leyenda de la Gorgona.
Las ratas del cementerio (1936) es el título del primer relato que publicó en su vida Henry Kuttner, luego célebre autor de fantasía científica. Las Ratas constituyen, sin duda, el cuento más espeluznante de Kuttner. En él pasan a primer plano los elementos de terror macabro propios de los Mitos.
En El vampiro estelar (1935), Robert Bloch —entonces apenas un adolescente y luego célebre autor de Psycho— hace que el propio Lovecraft intervenga como personaje en la figura del pálido estudiante de artes místicas que vivía en Providence. El cuento está dedicado a Lovecraft, el cual, en justa reciprocidad, hizo aparecer a su amigo, bajo el nombre de Robert Blake, en El morador de las tinieblas (1935) que es, como se verá, la continuación del Vampiro de Bloch.
Dos años después murió Lovecraft y, al poco, estalló la guerra mundial. Ante sus horrores, huyeron a esconderse, asustados, los propios Mitos «aborrecibles».
A continuación, por afán informativo, enumero los trece relatos de Lovecraft pertenecientes a los Mitos:
La Ciudad sin Nombre (1921)
El Ceremonial (1923)
La Llamada de Cthulhu (1926)
El Color que cayó del Cielo (1927)
El Caso de Charles Dexter Ward (1927)
El Horror de Dunwich (1928)
El que susurraba en las tinieblas (1930)
La Sombra sobre Innsmouth (1931)
En las Montañas de la Locura (1931)
Los Sueños en la Casa de la Bruja (1932)
La Cosa en el Umbral (1933)
En la Noche de los Tiempos (1934)
El Morador de las Tinieblas (1935)
Con los que incluyo en esta Antología, quedan todos ellos traducidos al castellano. Sólo faltan por traducir sus poemas relativos al ciclo de Cthulhu, que fueron recopilados después de su muerte en un volumen titulado Hongos de Yuggoth (1941).
Debo añadir, sin embargo, que hay numerosos relatos de la segunda época de Lovecraft (de su época realista), que podrían perfectamente considerarse pertenecientes a los Mitos. Por ejemplo, El horror en Red Hook (1925), Las declaraciones de Carter (1919), El Modelo de Pickman (1926), A través de la puerta de la llave de plata (1932), etc.