8 de Mayo, 1992
Querido amigo,
Es raro cómo las cosas pueden volver a cambiar tan repentinamente como lo hicieron en un principio. Algo sucede y de pronto todo vuelve a la normalidad.
El lunes Brad volvió al instituto.
Parecía muy cambiado. No porque tuviera cardenales ni nada. De hecho, tenía la cara bien. Pero antes, Brad era un tío que siempre iba por el pasillo con energía. La verdad es que no puedo describirlo de otra manera. Algunas personas caminan cabizbajas por alguna razón. No les gusta mirar a los ojos a los demás. Brad nunca fue así. Pero ahora lo es. Sobre todo con Patrick.
Los vi hablando en voz baja en el pasillo. Yo estaba demasiado lejos para oír lo que decían, pero se notaba que Brad estaba ignorando a Patrick. Y cuando Patrick empezó a enfadarse, Brad simplemente cerró su taquilla y se alejó. No es que fuera muy extraño, porque Brad y Patrick nunca hablaban en el instituto ya que Brad quería mantener las cosas en secreto. Lo extraño fue que Patrick se hubiera acercado primero a Brad. Así que supuse que ya no se encontraban en los campos de golf. Y que ni siquiera hablaban por teléfono.
Después, esa tarde, estaba fuera fumándome un cigarrillo a solas, y vi a Patrick también fumándose un cigarrillo a solas. No estaba tan cerca como para saludarlo y no quise interferir en su tiempo libre, así que no me acerqué a él. Pero Patrick estaba llorando. Estaba llorando desconsoladamente. Después de aquello, cada vez que lo he visto por alguna parte, no parecía estar allí. Era como si estuviese en otro lugar. Y creo que lo supe porque así es como la gente decía que estaba yo. Quizá todavía lo diga. No estoy seguro.
El jueves ocurrió algo realmente horrible.
Estaba sentado solo en la cafetería comiéndome un filete ruso, cuando vi que Patrick se acercaba a Brad, que estaba sentado con sus amigotes del equipo de fútbol, y vi que Brad pasaba de él como había hecho en la taquilla. Y vi que Patrick se estaba alterando, pero Brad seguía pasando de él. Entonces, vi cómo Patrick decía algo y parecía muy enfadado mientras se daba la vuelta para alejarse. Brad se quedó quieto en el sitio durante un segundo y después se giró. Entonces lo oí. Fue lo bastante alto para que algunas mesas lo oyeran. Lo que Brad le gritó a Patrick fue:
—¡Maricón!
Los colegas del equipo de Brad empezaron a reírse. Algunas mesas se quedaron en silencio mientras Patrick se daba la vuelta. Estaba fuera de sí. No estoy bromeando. Volvió como una furia a la mesa de Brad y dijo:
—¿Qué me has llamado?
Dios mío, estaba furioso. Yo nunca había visto a Patrick así.
Brad se quedó callado durante un segundo, pero sus colegas lo azuzaron dándole empujoncitos en los hombros. Brad levantó la mirada hacia Patrick y dijo en voz más baja y con mayor crueldad que antes:
—Te he llamado maricón.
Los colegas de Brad se echaron a reír todavía más fuerte. Bueno, hasta que Patrick lanzó el primer puñetazo. Es algo sobrecogedor cuando de golpe se hace el silencio en toda una sala, y entonces empieza el ruido de verdad.
La pelea fue dura. Mucho más dura que la que tuve con Sean el año pasado. No fue juego limpio a base de puñetazos ni como se ve en las películas. Solo luchaban y se golpeaban. Y el que fuera más agresivo o estuviera más enfadado daba la mayoría de los golpes. En cierto punto, la pelea iba bastante igualada hasta que los colegas de Brad se metieron y se convirtió en un cinco a uno.
Ahí fue cuando me metí yo. No podía ver cómo hacían daño a Patrick, aunque las cosas no se hubieran calmado todavía.
Creo que cualquiera que me conozca se podría haber asustado o desconcertado. Excepto tal vez mi hermano. Él me enseñó qué hacer en estas situaciones. No quiero entrar en detalles, solo diré que, cuando acabó, Brad y sus dos colegas dejaron de pelear y se me quedaron mirando. Sus otros dos amigos estaban tumbados en el suelo. Uno se apretaba la rodilla que yo le había roto con una de esas sillas de metal de la cafetería. El otro se tapaba la cara. Fui un poco a por sus ojos, pero no con mucha saña. No quería que fuera muy grave.
Bajé la vista al suelo y vi a Patrick. Tenía la cara bastante mal y estaba llorando mucho. Lo ayudé a ponerse de pie y después miré a Brad. No creo ni que hubiéramos cruzado dos palabras hasta entonces, pero supongo que aquel era el momento de empezar. Solo dije:
—Si alguna vez lo vuelves a hacer, se lo contaré a todos. Y si no es suficiente, te dejaré ciego.
Señalé a su amigo, el que se estaba tapando la cara, y supe que Brad me había oído y que sabía que lo decía en serio. Sin embargo, no repuso nada porque los guardias de seguridad de nuestro instituto vinieron a sacarnos a todos de la cafetería. Nos llevaron primero a la enfermería, y después a ver al director Small. Patrick fue quien empezó la pelea, así que lo expulsaron durante una semana. A los amigotes de Brad los expulsaron tres días a cada uno por atacar en grupo a Patrick después de irrumpir en la pelea inicial. A Brad no lo expulsaron porque había actuado en defensa propia. A mí tampoco, ya que solamente había intentado defender a un amigo al que atacaban cinco contra uno.
Brad y yo tuvimos un mes de castigo, empezando ese mismo día.
Durante las horas de castigo, el profesor Harris no nos puso ninguna norma. Nos dejaba leer o hacer los ejercicios para casa o hablar. No era realmente un castigo, a no ser que te gusten los programas que echan en televisión justo después de clase o estés muy preocupado por tu expediente. Me pregunto si es todo una mentira. El expediente, quiero decir.
En aquel primer día de castigo, Brad vino a sentarse a mi lado. Parecía muy triste. Creo que se había dado cuenta de lo ocurrido al salir del aturdimiento de la pelea.
—¿Charlie?
—¿Sí?
—Gracias. Gracias por pararlos.
—De nada.
Y eso fue todo. No le he vuelto a decir nada desde entonces. Y hoy él no se ha sentado a mi lado. Al principio, cuando lo dijo, me quedé algo desorientado. Pero creo que ya lo he pillado. Porque yo no querría que un puñado de amigos míos le dieran una paliza a Sam, ni aunque me hubieran prohibido que me siguiera gustando.
Cuando salí del aula de castigo ese día, Sam me estaba esperando. En cuanto la vi, sonrió. Yo estaba atontado. No podía creer que ella estuviera allí de verdad. Entonces, vi que se giraba y le lanzaba a Brad una mirada llena de frialdad.
Brad dijo:
—Dile que lo siento.
Sam repuso:
—Díselo tú mismo.
Brad apartó la vista y se fue andando hacia su coche. Entonces Sam se acercó a mí y me revolvió el pelo.
—Bueno, he oído que eres una especie de ninja.
Creo que asentí.
Sam me condujo a casa en su camioneta. De camino, me contó que estaba muy enfadada conmigo por hacerle lo que le hice a Mary Elizabeth. Me contó que Mary Elizabeth es amiga suya desde hace mucho tiempo. Hasta me recordó que Mary Elizabeth estuvo a su lado cuando pasó aquella época tan dura de la que me habló cuando me regaló la máquina de escribir. No quiero repetir lo que fue.
En fin, dijo que cuando la besé a ella en vez de a Mary Elizabeth, estropeé su amistad durante un tiempo. Porque supongo que yo le gustaba un montón a Mary Elizabeth. Me dio pena, porque no tenía ni idea de que yo le gustara tanto. Pensaba que solo quería descubrirme todas aquellas cosas geniales. Entonces fue cuando Sam dijo:
—Charlie, a veces eres muy tonto. ¿Lo sabes?
—Sí. La verdad es que sí. Lo sé. En serio.
Después dijo que Mary Elizabeth y ella ya lo habían superado, y me agradeció que hubiera seguido el consejo de Patrick y que me hubiera mantenido alejado durante este tiempo, porque había facilitado las cosas. Así que luego dije:
—Entonces, ¿podemos volver a ser amigos?
—Claro —fue lo único que respondió.
—¿Y de Patrick?
—Y de Patrick.
—¿Y del resto de la gente?
—Y del resto de la gente.
Fue entonces cuando me eché a llorar. Pero Sam me dijo que parara.
—¿Te acuerdas de lo que le dije a Brad?
—Sí. Le dijiste que tenía que ser él quien se disculpara con Patrick.
—Eso también va por Mary Elizabeth.
—Lo intenté, pero me dijo…
—Lo sé. Te estoy diciendo que lo vuelvas a intentar.
—Vale.
Sam me dejó en casa. Cuando estuvo tan lejos como para no verme, me eché a llorar otra vez. Porque volvía a ser mi amiga. Y eso me bastaba. Así que me prometí a mí mismo que no volvería a liar las cosas. Y no lo volveré a hacer. Eso te lo aseguro.
Cuando esta noche fui a The Rocky Horror Picture Show, fue muy tenso. No por Mary Elizabeth. Por esa parte estuvo bien. Le dije que lo sentía, y luego le pregunté si había algo que quisiera decirme. Y, como siempre, le hice una pregunta y conseguí una larguísima respuesta. Cuando terminé de escuchar (la escuché de verdad), le volví a decir que lo sentía. Entonces me dio las gracias por no quitarle importancia a lo que hice ofreciéndole un montón de excusas. Y las cosas volvieron a la normalidad, salvo porque quedamos solo como amigos.
Si te soy sincero, creo que la causa principal de que hayamos quedado bien es que Mary Elizabeth ha empezado a salir con uno de los amigos de Craig. Se llama Peter y va a la universidad, con lo que Mary Elizabeth está feliz. En la fiesta en el apartamento de Craig oí por casualidad que le decía a Alice que estaba mucho más contenta con Peter porque tenía «sus propias opiniones» y mantenían debates. Dijo que yo era muy dulce y comprensivo, pero que nuestra relación era demasiado unidireccional. Ella quería una persona que estuviera más abierta a la discusión y que no necesitara que le dieran permiso para hablar.
Me entraron ganas de reír. O quizá de enfadarme. O quizá de encogerme de hombros por lo rara que es la gente, y sobre todo yo. Pero estaba en una fiesta con mis amigos, así que tampoco le di mucha importancia. Solamente bebí, porque me pareció que ya era el momento de dejar de fumar tanta hierba.
Lo que provocó la tensión aquella noche fue que Patrick oficialmente dejó el papel de Frank’N Furter en la obra. Dijo que no quería volver a hacerlo… nunca. Así que se sentó y vio el espectáculo entre el público conmigo, y dijo cosas que me dolió escuchar, porque Patrick normalmente no es infeliz.
—¿Has pensado alguna vez, Charlie, que nuestro grupo es igual que cualquier otro grupo, como el del equipo de fútbol? ¿Y que lo único que verdaderamente nos distingue es la ropa que llevamos y por qué la llevamos?
—¿Sí? —pregunté. Y hubo una pausa.
—Bueno, creo que todo son gilipolleces.
Y lo decía en serio. Era duro ver que hablaba tan en serio.
Un tío que yo no conocía de nada hizo el papel de Frank ’N Furter. Había sido el sustituto de Patrick durante mucho tiempo, y ahora tenía su oportunidad. Era muy bueno, también. No tan bueno como Patrick, pero muy bueno.
Con mucho cariño,
Charlie