26 de Abril, 1992

26 de Abril, 1992

Querido amigo,

Nadie me ha llamado desde aquella noche. No los culpo. He pasado todas las vacaciones leyendo Hamlet. Bill tenía razón. Era mucho más fácil pensar en el chico de la obra como si fuera otro de los personajes sobre los que he leído hasta el momento. También me ha ayudado ahora que estoy intentando descubrir qué me pasa. No me ha dado necesariamente ninguna respuesta, pero ha sido de ayuda saber que alguien más ha pasado por esto. Y sobre todo, alguien que vivió hace tanto tiempo.

Llamé a Mary Elizabeth y le dije que había estado escuchando el disco todas las noches y leyendo el libro de E. E. Cummings.

Ella dijo solamente:

—Es demasiado tarde, Charlie.

Le habría explicado que no quería empezar a salir de nuevo con ella y que había hecho estas cosas solo como un amigo, pero sabía que con ello no haría más que empeorarlo todo, así que no lo hice.

Dije solamente:

—Lo siento.

Y era verdad que lo sentía. Y sé que ella me creyó. Pero cuando aquello no tuvo ningún efecto, y no hubo nada más que un silencio incómodo en el teléfono, supe realmente que era demasiado tarde.

Patrick sí me llamó, pero lo único que dijo fue que Craig se había enfadado mucho con Sam por mi culpa, y que debería seguir alejado hasta que las cosas se calmaran. Le pregunté si le gustaría dar una vuelta, él y yo solos. Dijo que iba a estar ocupado con Brad y cosas familiares, pero que intentaría llamarme si podía encontrar un rato. Hasta ahora no lo ha hecho.

Te contaría el Domingo de Pascua con mi familia, pero ya te he hablado de Acción de Gracias y Navidad, y la verdad es que no hay mucha diferencia.

Excepto que a mi padre le subieron el sueldo, y a mi madre no porque a ella no la pagan por trabajar en casa, y mi hermana dejó de leer esos libros sobre autoestima porque conoció a un chico nuevo.

Mi hermano volvió a casa, pero cuando le pregunté si su novia había leído mi redacción sobre Walden, dijo que no porque había roto con él cuando descubrió que la estaba engañando con otra. Hacía ya tiempo de aquello. Así que le pregunté si se lo había leído él, y dijo que no porque había estado demasiado ocupado. Dijo que intentaría leerlo durante las vacaciones. De momento, no lo ha hecho.

Bueno, fui a visitar a mi tía Helen y, por primera vez en mi vida, esto no me ayudó. Incluso intenté seguir mi propósito de recordar con detalle la última vez que tuve una semana genial, pero aquello tampoco me ayudó.

Sé que todo esto lo he provocado yo. Sé que me lo merezco. Haría cualquier cosa para no ser así. Haría cualquier cosa para compensarlos a todos. Y por no tener que ver a un psiquiatra que me explique lo que es ser «pasivo agresivo». Y por no tener que tomar la medicina que me da, que es demasiado cara para mi padre. Y por no tener que hablar de recuerdos desagradables con él. O ponerme nostálgico por cosas desagradables.

Ojalá que Dios o mis padres o Sam o mi hermana o alguien me dijeran qué es lo que me pasa. Que me dijeran cómo ser diferente de forma que tenga sentido. Para hacer que todo esto se vaya. Y desaparezca. Sé que está mal porque es responsabilidad mía, y sé que las cosas se ponen peor antes de mejorar porque eso dice mi psiquiatra, pero este «peor» me resulta demasiado grande.

Después de una semana sin hablar con nadie, al final llamé a Bob. Sé que no debía, pero no sabía qué hacer si no. Le pregunté si tenía cualquier cosa que pudiera comprar. Me dijo que le quedaban siete gramos de marihuana. Así que tomé parte de mi paga de Semana Santa y la compré.

Desde entonces, he estado fumándomela sin parar.

Con mucho cariño,

Charlie