6 de Octubre, 1991

6 de Octubre, 1991

Querido amigo,

Estoy muy avergonzado. Fui al partido de fútbol del instituto el otro día y no sé exactamente por qué. En el colegio, Michael y yo íbamos a veces a los partidos, aunque ninguno de los dos éramos suficientemente populares para ir. Era solo un lugar adonde ir los viernes cuando no queríamos ver la tele. A veces, nos encontrábamos a Susan allí, y ella y Michael se daban la mano.

Pero esta vez fui solo porque Michael ya no está, y ahora Susan se junta con otros chicos, y Bridget sigue loca, y la madre de Carl lo mandó a un colegio católico, y Dave, el de las gafas raras, se ha mudado. Estuve mirando un poco a la gente, viendo quién estaba enamorado y quién simplemente perdiendo el tiempo, y vi a ese chico del que te hablé. ¿Te acuerdas de Nada? Nada estaba allí, en el partido de fútbol, y de hecho era uno de los pocos que veían el partido, sin ser un adulto. Me refiero a ver el partido de verdad. Gritaba cosas como:

—¡Vamos, Brad! —así se llama nuestro defensa.

Bueno, normalmente soy muy tímido, pero Nada parece el tipo de chico con el que podrías ir a un partido de fútbol, aunque tengas tres años menos y no seas popular.

—¡Hey! ¡Tú estás en mi clase de Pretecnología! —Nada es muy simpático.

—Me llamo Charlie —dije sin demasiada timidez.

—Y yo Patrick. Y esta es Sam —señaló a una chica muy guapa que estaba a su lado. Y ella me saludó.

—¡Hola, Charlie! —Sam tenía una sonrisa muy bonita.

Ambos me dijeron que me sentara con ellos, y parecía que lo decían en serio, así que me senté. Escuché los gritos que Nada lanzaba al campo. Y escuché su análisis de cada jugada. Y me di cuenta de que sabía mucho de fútbol. De hecho, sabía de fútbol tanto como mi hermano. Quizá debería llamarle Patrick a partir de ahora, ya que es así como se ha presentado, y Sam también lo llama así.

Por cierto, Sam tiene el pelo castaño y unos ojos verdes muy, muy bonitos. El tipo de verde que no es consciente de lo bonito que es. Te lo habría dicho antes, pero bajo las luces del estadio, todo parecía como desvaído. Hasta que fuimos al Big Boy y Sam y Patrick empezaron a fumar un cigarrillo tras otro no pude contemplarla bien. Lo bueno del Big Boy fue que Patrick y Sam no estuvieron haciendo bromas privadas que yo tuviera que esforzarme en seguir. Para nada. Me hicieron preguntas:

—¿Cuántos años tienes, Charlie?

—Quince.

—¿Qué quieres hacer cuando seas mayor?

—Todavía no lo sé.

—¿Cuál es tu grupo de música favorito?

—Puede que The Smiths porque me encanta su canción Asleep, pero no estoy seguro del todo porque no conozco demasiado bien otras canciones suyas.

—¿Cuál es tu película favorita?

—La verdad es que no lo sé. Todas me parecen iguales.

—¿Y tu libro favorito?

A este lado del paraíso, de F. Scott Fitzgerald.

—¿Por qué?

—Porque ha sido el último que he leído.

Esto les hizo reír porque sabían que lo decía en serio, que no era una pose. Entonces me dijeron cuáles eran sus favoritos, y nos quedamos en silencio. Comí tarta de calabaza porque la señora dijo que era de temporada, y Patrick y Sam siguieron fumando.

Los contemplé, y parecían realmente felices juntos. Felicidad de la buena. Y aunque Sam me pareció muy guapa y simpática, y era la primera chica a la que habría querido invitar a salir algún día cuando pudiera conducir, no me importó que tuviera novio, sobre todo si era tan buena gente como Patrick.

—¿Cuánto tiempo lleváis «saliendo»? —pregunté.

Entonces se echaron a reír. A reír a auténticas carcajadas.

—¿Qué tiene tanta gracia? —dije.

—Somos hermanos —dijo Patrick, todavía entre risas.

—Pero no os parecéis —repuse.

Fue entonces cuando Sam me explicó que en realidad eran hermanastros, ya que el padre de Patrick se había casado con la madre de Sam. Me alegré mucho de saberlo porque la verdad es que me gustaría pedirle a Sam que saliera conmigo algún día. Y tanto que me gustaría. Es tan bonita…

Sin embargo, estoy avergonzado porque esa noche tuve un extraño sueño. Estaba con Sam. Y estábamos los dos desnudos. Y ella tenía las piernas extendidas a ambos lados del sofá. Y me desperté. Y nunca me había sentido tan bien en mi vida. Pero también me sentí mal porque la había visto desnuda sin su permiso. Creo que debería contárselo a Sam, y de verdad confío en que esto no impida que podamos llegar a hacer, a lo mejor, nuestras propias bromas privadas. Sería genial volver a tener un amigo. Lo preferiría incluso a salir con alguien.

Con mucho cariño,

Charlie