NOTAS

[1] J. H. Elliott, La España imperial, Barcelona, 1965.

[2] L. Capitán y Henri Lorin, El trabajo en América, antes y después de Colón, Buenos Aires, 1948.

[3] Daniel Vidart, Ideología y realidad de América, Montevideo, 1968.

[4] Luis Nicolau D’Olwer, Cronistas de las culturas precolombinas, México, 1963. El abogado Antonio de León Pinelo dedicó dos tomos enteros a demostrar que el Edén estaba en América. En El Paraíso en el Nuevo Mundo (Madrid, 1656), incluyó un mapa de América del Sur en el que puede verse, al centro, el jardín del Edén regado por el Amazonas, el Río de la Plata, el Orinoco y el Magdalena. El fruto prohibido era el plátano. El mapa indícaba el lugar exacto de donde había partido el Arca de Noé, cuando el Diluvio Universal.

[5] J. M. Ots Capdequí, El Estado español en las Indias, México, 1941.

[6] Earl J. Hamilton, American Treasure and the Price Revolution in Spain (1501-1650), Massachusetts, 1934.

[7] Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias, Madrid, 1959. La interpretación hizo escuela. Me asombra leer, en el último libro del técnico francés René Dumon, Cuba, est-il socialiste?, París, 1970: «Los indios no fueron totalmente exterminados. Sus genes subsisten en los cromosomas cubanos. Ellos sentían una tal aversión por la tensión que exige el trabajo continuo, que algunos se suicidaron antes que aceptar el trabajo forzado.

[8] Guillermo Vázquez Franco, La conquista justificada, Montevideo, 1968, y J. H. Elliott, Op. cit.

[9] Según los informantes indígenas de fray Bernardino de Sahagún, en el Códice Florentino. Miguel León-Portilla, Visión de los vencidos, México, 1967.

[10] Estas asombrosas coincidencias han estimulado la hipótesis de que los dioses de las religiones indígenas habían sido en realidad europeos llegados a estas tierras mucho antes que Colón. Rafael Pineda Yáñez, La isla y Colón, Buenos Aires, 1955.

[11] Tacquetta Hawkes, Prehistoria, en la Historia de la Humanidad, de la UNESCO, Buenos Aires, 1966.

[12] Miguel León-Portilla, El reverso de la conquista. Relaciones aztecas, mayas e incas, México, 1964.

[13] Miguel León-Portilla, Op. cit.

[14] Gustavo Adolfo Otero, Vida social en el coloniaje, La Paz, 1958.

[15] Autores anónimos de Tisteloico e informantes de Saha gún, en Miguel León-Portilla, op. cit.

[16] Dercy Ribeiro, las Américas y la civilización, tomo r: La civilización occidentai y nosotros. Los pueblos testimonio, Buenos Aires, 1969.

[17] Miguel León-Portilla, op. cit. Ibid.

[18] Ibid.

[19] Para la reconstrucción del apogeo de Potosí, el autor ha consultado los siguientes testimonios del pasado: Pedro Vicente Cañete y Domínguez, Potosí colonial, guía bisrórica, geográfica, política, civil y legal del gobierno e intendencia de la provincia de Potosí, La Paz, 1939; Luis Capoche, Relación general de la Villa Imperial de Potosí, Madrid, 1959; y Nicolás de Martínez Arzanz y Vela, Historia de la Villa Imperial de Potosí, Buenos Aires, 1943 Además, las Crónicas potosinas, de Vicente G. Quesada, París, 1890, y La ciudad única, de Jaime Molins. Potosí, 1961.

[20] Earl J. Hamilton, op. cit.

[21] Citado por Gustavo Adolfo Otero, op. cit.

[22] J. H. Elliott, op. cit., y Earl J. Hamilton, op. cit.

[23] Roland Mousnier, Los siglos XVI y XVII, volumen IV de la Historia general de las civilizaciones, de Maurice Crouzet. Barcelona. 1967.

[24] J. Vicens Vives, director, Historia social y económica de España y América, Barcelona, 1957.

[25] Jorge Abelardo Ramos, Historia de la nación latinoamericana, Buenos Aires, 1968.

[26] J. H. Elliott, op. cit.

[27] La especie no se ha extinguido. Abro una revista de Madrid de fines de 1969, leo: ha muerto doña Teresa Bertrán de Lis y Pidal Gorouski y Chico de Guzmán, duquesa de Albuquerque y marquesa de los Alcañices y de los Balbases, y la llora el viudo duque de Albuquerque, don Beltrán Alonso Osorio y Díez de Rivera Martos y Figueroa, marqués de Alcañices, de los Balbases, de Cadreita, de Cuéllar, de Cullera, de Montaos, conde de Fuensaldaña, de Grajal, De Huelma, de Ledesma, de la Torre, de Villanueva de Cañedo, de Villahumbrosa, tres veces Grande de España.

[28] John Lynch, Administración colonial española, Buenos Aires, 1962.

[29] Ernest Mandel, Tratado de economía marxista, México, 1969.

[30] Ernest Mandel, La teoría marxista de la acumulación primitiva y la industrialización del Tercer Mundo, revista Amaru, núm. 6, Lima, abril-junio de 1968.

[31] Paul Batan, Economía política del crecimiento, México, 1959.

[32] Celso Furtado, La economía latinoamericana desde la conquista ibérica hasta la revolución cubana, Santiago de Chile, 1969, y México, 1969.

[33] J. Besuiesu-Garnier, L’économie de l’Améreque Latine, París, 1949.

[34] Sergio Bagú, Economía de la sociedad colonial. Ensayo de historia comparada de América Latina, Buenos Aires, 1949.

[35] Alexander von Humboldt, Ensayo sobre el Reino de la Nueva España, México, 1944.

[36] Sergio Bagú, op. cit.

[37] André Gunder Frank, Capitalism and Underdevelopment in Latin America, Nueva York, 1967.

[38] Álvaro Alonso-Barba, Arte de los metales, Potosí, 1967.

[39] Gustavo Adolfo Otero, op. cit.

[40] Fernando Carmona, prólogo a Diego López Rosado, Historia y pensamiento económico de México, México, 1968.

[41] D. Joseph Ribera Bernárdez, Conde Santiago de la Laguna, Descripción breve de la muy noble y leal ciudad de Zacatecas, en Gabriel Salinas de la Torre, Testimonios de Zacatecas, México, 1946. Además de esta obra y del ensayo de Humboldt, el autor ha consultado: Luis Chávez Orozco, Revolución industrial - Revolución política, Biblioteca del Obrero y Campesino, México, s. f.; Lucio Marmolejo, Efemérides guanajuatenses, o datos para formar la bistoria de la ciudad de Guanaiuato, Guanajuato, 1883; losé María Luis Mora, México y sus revoluciones, México, 1965; y para los datos de la actualidad, La economía dei Estado de Zacatecas y La economía del Estado de Guanajuato, de la serie de investigaciones del Sistema Bancos de Comercio, México, 1968.

[42] John Collier, The Indians of America, Nueva York, 1947.

[43] Según Darcy Ribeiro, op. cit., con datos de Henry F. Dobyns, Paul Thompson y otros.

[44] Emilio Romero, Historia económica del Perú, Buenos Aires, 1949.

[45] Enrique Finot, Nueva historia de Bolivia, Buenos Aires, 1946.

[46] Obras citadas.

[47] Antonello Gerbi, Una disputa del Nuevo Mundo, México, 1960, y Daniel Vídart, op. cit.

[48] Lewis Hanke, Estudios sobre fray Bartolomé de Las Casas y sobre la lucha por la justicia en la conquista española de América, Caracas, 1968.

[49] J. M. Ot Capdequí, op. cit.

[50] Un miembro del Servicio Norteamericano de Conservación de Suelos, según John Collier, op. cit.

[51] Daniel Valcárcel, La rebelión de Túpac Amaru, México, 1947.

[52] Alexander von Humboldt, Ansicbten des Natur, tomo tr. Citado en Adolf Meyer-Abich y otros, Alejandro de Humboldt (1769-1969), Bad Godesberg, 1969.

[53] Tulio Halperin Donghi, Historia contemporánea de América Latina, Madrid, 1969.

[54] Ernest Gruening, Mexico and its Heritage, Nueva York, 1928.

[55] Alonso Aguilar Monteverde, Dialéctica de la economía mexicana, México, 1968.

[56] Los últimos charrúas, que hacia 1832 sobrevivían saqueando novillos en las campiñas salvajes del norte del Uruguay, sufrieron la traición del presidente Fructuoso Rivera. Alejados de la espesura que les daba protección; desmoniados y desarmados por las falsas promesas de amistad, fueron abatidos en un paraje llamado la Boca del Tigre: «Los clarines tocaron a degüello —cuenta el escritor Eduardo Acevedo Díaz (diario La Epoca, 19 de agosto de 1890)

[57] John Kenneth Turner, México bárbaro, México, 1967. Arturo Bonilla Sánchez, Un problema que se agrava: la subocupación rural, en Neolatifundismo y explotación, De Emiliano Zapata a Anderson Clayton & Co., varios autores, México, 1968.

[58] René Dumont, Tierras vivas. Problemas de la reforma agraria en el mundo, México, 1963.

[59] Eduardo Galeano, Guatemala, país ocupado, México, 1967.

[60] Los mayas quichés creían en un solo dios, practicaban el ayuno, la penitencia, la abstinencia y la confesión; creían en el diluvio y en el fin del mundo: el cristianismo no les aportó grandes novedades. La descomposición religiosa comenzó con la colonia. La religión católica sólo asimiló algunos aspectos mágicos y totémicos de la religión maya, en la tentativa vana de someter la fe indígena a la ideología de los conquistadores. El aplastamiento de la cultura original abrió paso al sincretismo, y así se, recogen, por ejemplo, en la actualidad, testimonios de la involución con respecto a aquella evolución alcanzada: «Don Volcán necesita carne humana bien tostadita». Carlos Guzmán Bõckler y Jean-Loup Herbert, Guatemala: una interpretación histórico-social, México, 1970.

[61] Las bandeiras paulistas eran bandas errantes de organización paramilitar y de fuerza variable. Sus expediciones selva adentro desempeñaron un papel importante en la colonización interior de Brasil.

[62] Celso Furtado, op. cit.

[63] Celso Furtado, Formación económica del Brasil, México, 1959.

[64] C. R. Boxer, The Golden Age of Brazil (1695-1750), California, 1969.

[65] Augusto de Lima Júnior, Vila Rica de Ouro Preto. Sintese histórica e descritiva, Belo Horizonte, 1957.

[66] C. R. Boxer, op. cit.

[67] C. R. Boxer, op. cit. En Cuba se atribuían propiedades medicinales a las esclavas. Según el testimonio de Esteban Montejo, «había un tipo de enfermedad que recogían los blancos. Era una enfermedad en las venas y en las partes masculinas. Se quitaba con las negras. El que la cogía se acostaba con una negra y se la pasaba. Así se curaban en seguida». Miguel Barnet, Biografía de un cimarrón, Buenos Aires, 1968.

[68] Joaquim Felício dos Santos, Memórias do Distrito Diamantino, Río de Janeiro; 1956.

[69] Augusto de Lima Júnior, op. cit.

[70] Allan K. Manchester, British Preeminence in Brazil: it: Rice and Fall, Chapel Hill, Carolina del Norte, 1933.

[71] Celso Furtado, op. cit.

[72] Augusto de Lima júnior, op. cit. El autor siente una gran alegría por «la expansión del imperialismo colonizador, que los ignorantes de hoy, movidos por sus maestros moscovitas, califican de crimen».

[73] Roberto C. Simonsen, História económica do Brasil (1500-1820), São Paulo, 1962.

[74] Eponina Ruas, Ouro Preto. Sua história, seus templos, monumentos, Río de Janeiro, 1950.

[75] Fernando Ortiz, Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, La Habana, 1963.

[76] Caio Prado Júnior, Historia económica del Brasil, Buenos Aires, 1960.

[77] Sergio Begú, Economía de la sociedad colonial. Ensayo de historia comparada de América Latina, Buenos Aires, 1949.

[78] Celso Furtado, Formación económica del Brasil, México - Buenos Aires, 1959.

[79] Josué Castro, Geografía da forre, São Paulo, 1963.

[80] Ibid.

[81] Ibid. Un viajero inglés, Henry Koster, atribuía la costumbre de comer tierra al contacto de los niños blancos con los negritos, “que contagian este vicio africano”.

[82] El nordeste padece, por varias vías, una suerte de colonialismo interno en beneficio del sur industrializado. Dentro del nordeste, a la vez, la región del sertáo está subordinada a la zona azucarera a la cual abastece, y los latifundios azucareros dependen de las plantas industrializadoras del producto. La vieja institución del senhor de engenho está en crisis; los molinos centrales han devorado a las plantaciones.

[83] Según las investigaciones del Instituto Joaquím Nabuco de Pesquisas Sociais, de Pernambuco, citadas por Kit Sim Taylor en El nordeste brasileño: azúcar y plusvalía, Monthly Review, núm. 63, Santiago de Chile, junio de 1969.

[84] Franklin de Oliveira, Revolución y contrarrevolución en Brasil, Buenos Aires, 1965.

[85] René Dumont, Tierras vivas. Problemas de la reforma agraria en el mundo, México, 1963.

[86] Josué de Castro, op. cit.

[87] Celso Furtado, Dialética do desenvolvimento, Río de Janeiro, 1964.

[88] Karl Marx, Discurso sobre el libre cambio, en Miseria de la filosofía, Moscú, s. f.

[89] Vincent T. Harlow, A History of Barbados, Oxford, 1926.

[90] Tadeusz Lèpkowski, Haití, tomo I, La Habana, 1968.

[91] Ibid.

[92] Hay una novela espléndida de Alejo Carpentier, El reino de este mundo (Montevideo, 1966), sobre este alucinante período de la vida de Hair. Contiene una recreación perfecta de las andanzas de Paulina y su marido por el Caribe.

[93] Citado por Manuel Moreno Fraginals, El ingenio, La Flabana, 1964.

[94] Ya habían irrumpido los saladeros en el Río de la Plata. Argentina y Uruguay, que por entonces no existían por separado ni se llamaban así, habían adaptado sus economías a la exportación en gran escala de carne seca y salada, cueros, grasas y sebos. Brasil y Cuba, los dos grandes centros esclavistas del siglo XIX, fueron excelentes mercados para el tasajo, un alimento muy barato, de fácil transporte y no menos fácil almacenamiento, que no se descomponía al calor del trópico. Los cubanos llaman todavía «Montevideo» al tasajo, pero Uruguay dejó de venderlo en 1965, sumándose así al bloqueo dispuesto por la OEA contra Cuba. De esta manera Uruguay perdió, estúpidamente, el último mercado que le restaba para este producto. Había sido Cuba, a fines del siglo XVIII, el prímer mercado que se abrió a la carne uruguaya, embarcada en delgadas lonjas secas. José Pedro Barrán y Benjamín Nahum, Historia rural del Uruguay moderno (1851-1885), Montevideo, 1967.

[95] Manuel Moreno Fraginals, op. cit. Hasta hace poco tiempo, navegaban por el río Sagua los palanqueros. «Llevan una larga vara con una punta de hierro. Con ella van hiriendo el lecho del río hasta que clavan un madero… Así, día a día, extraen del fondo del río los restos de los árboles que el azúcar talara. Viven de los cadáveres del bosque».

[96] Celso Furtado, La economía latinoamericana desde la Conquista ibérica hasta la Revolución Cubana, Santiago de Chile, 1969, México, 1969.

[97] Moreno Fraginals ha observado, agudamente, que los nombres de los ingenios nacidos en el siglo XIX reflejaban las alzas y las bajas de la curva azucarera: Esperanza, Nueva Esperanza, Atrevido, Casualidad; Aspirante, Conquista, Confianza, El Buen Suceso; Apuro, Angustia, Desengaño. Había cuatro ingenios llamados, premonitoriamente, Desengaño.

[98] René Dumont, Cuba (intento de crítica constructiva), Barcelona, 1965.

[99] Celso Furtado, La economía lationamericana, op. cit.

[100] El director del programa de azúcar en el Ministerio de Agricultura de los Estados Unidos declaró tiempo después de la Revolución: «Desde que Cuba ha dejado la escena, nosotros no contamos con la protección de este país, el más grande exportador mundíal, ya que disponía siempre de reservas para atender, cuando era preciso, a nuestro mercado.» Enrique Ruiz García, América Latina anatomia de una revolución, Madrid, 1966.

[101] Leland H. Jenks, Nuestra colonia de Cuba, Buenos Aires; 1960.

[102] Puerto Rico, otra factoría azucarera, quedó prisionero. Desde el punto de vista norteamericano, los puertorriqueños no son suficientemente buenos para vivir en una patria propia, pero en cambio sí lo son para morir en el frente de Vietnam en nombre de una patria que no es la suya. En un cálculo proporcional a la población, el «estado libre asociado» de Puerto Rico tiene más soldados peleando en el sudeste asiático que cualquier otro estado de los Estados Unidos. A los puertorriqueños que resisten el servicio militar obligatorio en Vietnam se les envía por cinco años a las cárceles de Atlanta. Al servicio militar en filas norteamericanas se agregan otras humillaciones heredadas tras la invasión de 1898 y benditas por ley (por ley del Congreso de los Estados Unidos). Puerto Rico cuenta con una representación simbólica en el Congreso norteamericano, sin voto y prácticamente sin voz. A cambio de este derecho, un estatuto colonial: Puerto Rico tenía, hasta la ocupación norteamericana, una moneda propia y mantenía un próspero comercio con los principales mercados. Hoy la moneda es el dólar y los aranceles de sus aduanas se fijan en Washington, donde se decide todo lo que tiene que ver con el comercio exterior e interior de la isla. Lo mismo ocurre con las relaciones exteriores, el transporte, las comunicaciones, los salarios y las condiciones de trabajo. Es la Corte Federal de los Estados Unidos la que juzga a los puertorriqueños; el ejército local integra el ejército del norte. La industria y el comercio están en manos de los intereses norteamericanos privados. La desnacionalización quiso hacerse absoluta por la vía de la emigración: la miseria empujó a más de un millón de puertorriqueños a buscar mejor suerte en Nueva York, al precio de la fractura de su identidad nacional. Allí, forman un subproletariado que se aglomera en los barrios más sórdidos.

[103] Fidel Castro, La Revolución cubana (discursos), Buenos Aires, 1959.

[104] A. Núñez Jiménez, Geografía de Cuba, La Habana, 1959.

[105] René Dumont, op. cit.

[106] Dudley Seers, Andrés Bianchi, Richard Jolly y Max Nolff, Cuba, the Economic and Social Revolution, Chapel Hill, Carolina del Norte, 1964.

[107] K. S. Karol, Les guérrilleros au pouvoir. L’tinéraire politique de la révolution cubaine, París, 1970.

[108] El precio estable del azúcar, garantizado por los países socialistas, ha desempeñado un papel decisivo en este sentido. También la ruptura del bloqueo dispuesto por los Estados Unidos, que se hizo añicos a través del tráfico comercial intenso con España y otros países de Europa occidental. Un tercio de las exportaciones cubanas proporciona dólares, es decir, divisas convertibles, al país; el resto se aplica el trueque con la Unión Soviética y la zona del rublo. Este sistema de comercio implica también ciertas dificultades: las turbinas soviéticas para las centrales termoeléctricas son de excelente calidad, como todos los equipos pesados que la URSS produce, pero no ocurre lo mismo con los artículos de consumo de la industria ligera o mediana.

[109] Informe de Cuba a la XI Conferencia Regional de la RAO Versión de Prensa Latina, 13 de octubre de 1970.

[110] Ellsworth Bunker, presidente de la National Sugar Refining Co., fue el enviado especial de Lyndon Johnson a la Dominicana después de la intervención militar. Los intereses de la National Sugar en este pequeño país fueron salvaguardados bajo la atenta mirada de Bunker: las tropas de ocupación se retiraron para dejar en el poder, al cabo de muy democráticas elecciones, a Joaquín Balaguer, que había sido el brazo derecho de Trujillo todo a lo largo de su feroz dictadura. La población de Santo Domingo había peleado en las calles y en las azoteas, con palos, machetes y fusiles, contra los tanques, las bazukas y los helicópteros de las fuerzas extranjeras, reivindicando el retorno al poder del presidente constitucionalmente electo, Juan Bosch, que había sido derribado por un golpe militar. La historia, burlona, juega con las profecías. El día que Juan Bosch inauguró su breve presidencia, al cabo de treinta años de tiranía de Trujillo, Lyndon Johnson, que era por entonces vicepresidente de los Estados Unidos, llevó a Santo Domingo el obsequio oficial de su gobiemo: era una ambulancia.

[111] L. Capitan y Henri Lorin, El trabajo en América, antes y después de Colón, Buenos Aires, 1948.

[112] Sergio Bagú, op. cit.

[113] Daniel P. Mannix y M. Cowley. Historia de la trata de negros, Madrid, 1962.

[114] Eric Williams, Capitalism and Slavery, Chapel Hill, Carolina del Norte, 1944.

[115] Daniel P. Mannix y M. Cowley, op. cit.

[116] La primera ley que expresamente prohibió la esclavitud en Brasil no fue brasileña. Fue, y no por casualidad, inglesa. El Parlamento británico la votó el 8 de agosto de 1845. Osny Duarte Pereira, Quem faz as leis no Brasil?, Río de Janeiro, 1963.

[117] Daniel P. Munnix y M. Cowley, op. cit.

[118] Fernando Ortiz, op. cit.

[119] Philip Reno, El drama de la Guayana británica. Un pueblo desde la esclavitud a la lucha por el socialismo, Monthly Review, núm. 17/18, Buenos Aires, enero-febrero de 1965.

[120] Edison Carneiro, O quilombo dos Palrnares, Río de Janeiro, 1966.

[121] Nina Rodrigues, Os africanos no Brasil, Río de Janeiro, 1932.

[122] Décio de Freitas A guerra dos escravos, inédito.

[123] Esteban Montejo tenía más de un siglo de edad cuando contó su historia a Miguel Barnet Biografía de un cimarrón, Buenos Aires, 1968.

[124] Roberto C. Simonsen, História económica do Brasil (1500-1820), São Paulo, 1962.

[125] Manuel Moreno Fraginals, op. cit. Un jueves santo, el conde de Casa Bayona decidió humillarse ante sus esclavos. Inflamado de fervor cristiano, lavó los pies a doce negros y los sentó a comer, con él, a su mesa. Fue la última cena propiamente dicha. Al día siguiente, los esclavos se sublevaron, y prendieron fuego al ingenio. Sus cabezas fueron clavadas sobre doce lanzas, en el centro del batey.

[126] Eduardo Galeano, Los dioses y los diablos en las favelas de Río, en Amaru, núm. 10, Lima, junio de 1969.

[127] Rodolfo Teófilo, Historia de Séca do Ceará (1877-1880), Río de Janeiro, 1922.

[128] France Presse, 21 de abril de 1970. En 1938, la peregrinación de un vaquero por los calcinados caminos del sertão había dado origen a una de las mejores novelas de la historia literaria de Brasil. El azote de la sequía sobre los latifundios ganaderos del interior, subordinados a los ingenios de azúcar del litoral, no ha cesado, y tampoco han variado sus consecuencias. El mundo de Vidas secas continúa intacto: el papagayo imitaba el ladrido del perro, porque sus dueños ya casi no hacían uso de la voz humana. Graciliano Ramos, Vidas secas, La Habana, 1964.

[129] Paulo Schilling, Un nuevo genocidio, en Marcha, número 1.501, Montevideo, julio 10 de 1970. En octubre de 1970, los obispos de Pará denunciaron ante el presidente de Brasil la explotación brutal de los trabajadores nordestinos por parte de las empresas que están construyendo la carretera transamazónica. El gobierno la llama «la obra del siglo».

[130] Aurélio Pinheiro, A margem do Amazonas, São Paulo. 1937.

[131] Rodolfo Teófilo, op. cit.

[132] Bolivia fue mutilada en casi doscientos mil kilómetros cuadrados. En 1902 recibió una indemnización de dos millones de libras esterlinas y una línea férrea que le abriría el acceso a los ríos Madeira y Amazonas.

[133] A principios de siglo, las montañas con bosques de caucho también habían ofrecido a Perú las promesas de un nuevo Eldorado. Francisco García Calderón escribía en El Perú contemporáneo, hacia 1908, que el caucho era la gran riqueza del porvenir. En su novela La casa verde (Barcelona, 1966), Mario Vargas Llosa reconstruye la atmósfera febril en Iquitos y en la selva, donde los aventureros despojaban a los indios y se despojaban entre sí. La naturaleza se vengaba; dïsponía de la lepra y otras armas.

[134] Domingo Alberto Rangel, El proceso del capitalismo contemporáneo en Venezuela, Caracas, 1968.

[135] Domingo Alberto Rangel, Capital y desarrollo, tomo I, La Venezuela agraria, Caracas, 1969.

[136] El título de «coronel» se otorga en Brasil, con facilidad, a los latifundistas tradicionales y, por extensión, a todas las personas importantes. El párrafo proviene de la novela de Jorge Amado, São Jorge dos Ilhéus (Montevideo, 1946). Mientras tanto, «ni los chicos tocaban los frutos de cacao. Sentían miedo de aquellos cocos amarillos, de carozos dulces, que los tenían presos a esa vida de frutos de jaca y carne seca». Porque, en el fondo, «el cacao era el gran señor a quien hasta el coronel temía» (Jorge Amado, Cacao, Buenos Aires, 1935). En otra novela, Gabriela, clavo y canela, Buenos Aires, 1969, un personaje habla de Ilhéus en 1925, alzando un dedo categórico: «No existe en la actualidad, en el norte del país, una ciudad de progreso más rápido». Actualmente, Ilhéus no es ni la sombra.

[137] Refiriéndose a los aumentos de precios del cacao y del café, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) de las Naciones Unidas dice que «tienen un carácter relativamente transitorio» y que obedecen «en gran parte a contratiempos ocasionales en las cosechas». CEPAL, Estudio económico de América Latina, 1969, tomo II: La economía de América Latina en 1969, Santiago de Chile, 1970.

[138] Roberto C. Simonsen, op. cit.

[139] Caio Prado Júnior, Formação do Brasil contemporáneo, São Paulo, 1942.

[140] Comité Interamericano de Desarrollo Agrícola, Guatemala. Tenencia de la tierra y desarrollo socioeconómico del sector agrícola, Washington, 1965.

[141] José Carlos Mariátegui, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, Montevideo, 1970.

[142] Comité Interamericano de Desarrollo Agrícola, Perú. Tenencia de la tierra y desarrollo socioeconómico del sector agrícola, Washington, 1966.

[143] Alonso Aguilar M. y Fernando Carmona, México riqueza y miseria, México, 1968.

[144] Mario Arrubia, Estudios sobre el subdesarrollo colombiano, Medellín, 1959. El precio se descompone así: 40 por 100 para los intermediarios, exportadores e importadores; 10 por 100 para les impuestos de ambos gobiernos; 10 por 100 para los transportadores; 5 por 100 para la propaganda de la Oficina Panamericana del Café, en Washington; 30 por 100 para los dueños de las plantaciones, y 5 por 100 para los salarios obreros.

[145] Banco Cafetero, La industria cafetera en Colombia, Bogotá, 1962.

[146] Panorama económico Latinoamericano, núm. 87, La Habana, septiembre de 1963.

[147] Pierre Monbeig, Pionniers et planteurs de São Paulo, París, 1952.

[148] Datos del Banco Central, Instituto Brasileiro do Café y FAO, Revista Fator, núm. 2, Río de Janeiro, noviembre-diciembre de 1968.

[149] Según la investigación realizada por la Fedetal Trade Commission. Cid Silveira, Café: um drama na economía nacional. Río de Janeiro, 1962.

[150] CEPAL, El comercio internacional y el desarrollo de América Latina, México-Buenos Aires, 1964.

[151] Roberto C. Simonsen, op. cit.

[152] Mario Arrubla, op. cit.

[153] Luis Eduardo Nieto Arteta, Ensayos sobre economía colambiana, Medellín, 1969.

[154] Germán Guzmán Campos, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna, La violencia en Colombia. Estudio de un proceso social, Bogotá, 1963-64.

[155] Germán Guzmán, La violencia en Colombia (parte descriptiva), Bogotá, 1968.

[156] Naciones Unidas, Crisis y proyecciones del desarrollo económico, en El desarrollo económico de Colombia, Nueva York, 1957.

[157] El profesor Germán Rama encontró que algunas de estas venerables casas acadérnicas tienen en sus bibliotecas, como acervo más importante, la colección encuadernada de Selecciones del Reader’s Digest. Germán W. Rama, Educación y movilidad social en Colombia, Revista «Eco», núm. 116, Bogotá, diciembre de 1969.

[158] Edelberto Torres-Rivas, Procesos y estructuras de una sociedad dependiente (Centroamérica), Santiago de Chile, 1959.

[159] Carlos Guzmán Bóckler y Jean-Loup Herbert, Guatemala: una interpretación histórico-social, México, 1971.

[160] Darcy Ribeiro, Las Américas y la civilización, tomo III: Los pueblos trasplantados. Civilización y desarrollo, Buenos Aires, 1970.

[161] Gregorio Selser, Diplomacia, garrote y dólares en América Latina, Buenos Aires, 1962.

[162] Claude fulien, L’Empire American. Paris, 1968.

[163] Publicado en Common Sense, noviembre de 1935. Leo Huberman, Man’s Wordly Goods. The Story of the Weaith of Nations, Nueva York, 1936.

[164] William Krehm, Democracia y tiranías en el Caribe, Buenos Aires, 1959.

[165] Este es el tema de la novela de Alvaro Cepeda Samudio, La casa grande (Buenos Aires, 1967), y también integra uno de los capítulos de Cien años de soledad (Buenos Aires, 1967) de Gabriel García Márquez: «Seguro que fue un sueño», insistían los oficiales.

[166] El ciclo comprende las novelas Viento fuerte, El papa verde y Los ojos de los enterrados, trilogía publicada en Buenos Aires en la década del 50. En Viento fuerte, uno de los personajes, Mr. Pyle, dice proféticamente: «Si en lugar de efectuar nuevas plantaciones, nosotros compramos a los productores particulares su fruta, se ganará mucho hacia el futuro». Esto es lo que actualmente ocurre en Guatemala: la United Fruit —ahora United Brands— ejerce su monopolio bananero a través de los mecanismos de comercialización, más eficaces y menos riesgosos que la producción directa. Cabe anotar que la producción de bananas cayó verticalmente en la década del sesenta, a partir del momento en que la United Fruit decidió vender y/o arrendar sus plantaciones de Guatemala, amenazadas por los hervores de la agitación social.

[167] Edelberto Torres-Rivas, op. cit.

[168] Gregorio Selser, Sandino, general de hombres libres, Buenos Aires, 1959.

[169] Carleton Beals, América ante América, Santiago de Chile, 1940.

[170] William Krehm, Op. Cit. Krehm vivió largos años en Centroamérica como corresponsal de la revista norteamericana Time.

[171] Eduardo Galeano, Guatemala, país ocupado, México, 1967.

[172] Discurso en la American Booksellers Association, Washington, 10 de junio de 1963. Citado por David Wise y Thomas Ross, El gobierno invisible, Buenos Aires, 1966.

[173] J.P. y G.P. Robertson, La Argentina en la época de la Revolución. Cartas sobre el Paraguay, Buenos Aires, 1920.

[174] Washington Reyes Abadie, Oscar H. Bruschera y Tabaré Melogno, El ciclo artiguista, tomo IV, Montevideo, 1968.

[175] Nelson de la Torre, Julio C. Rodríguez y Lucía Sala de Touron, Artigas: tierra y revolución, Montevideo, 1967.

[176] Nelson de la Torre, Julio C. Rodríguez y Lucía Sala de Touron, op. cit. De los mismos autores, Evolución económica de la Banda Oriental, Montevideo, 1967, y Estructura económico-social de la Colonia, Montevideo, 1968.

[177] Vivian Trías, Reforma agraria en el Uruguay, Montevideo, 1962. Este libro constituye todo un prontuario, familia por familia, de la oligarquía uruguaya.

[178] Eduardo Galeano, Uruguay: Promise and Betrayal, en Latin America: Reform or Revolution?, ed. por J. Petras y M. Zeitlin, Nueva York, 1968.

[179] Instituto de Economía, El proceso económico del Uruguay, Contribución al estudio de su evolución y perspectivas, Montevideo, 1969. En las épocas del auge de la industria nacional, fuertemente subsidiada y protegida por el Estado, buena parte de las ganancias del campo derivó hacia las fábricas nacientes. Cuando la industria entró en su agónico ciclo de crisis, los excedentes de capital de la ganadería se volcaron en otras direcciones. Las más inútiles y lujosas mansiones de Punta del Este brotaron de la desgracia nacional, la especulación financiera desató, después la fiebre de los pescadores en el río revuelto de la inflación. Pero, sobre todo, los capitales huyeron: los capitales y las ganancias que, año tras año, el país produce. Entre 1962 y 1966, según los datos oficiales, 250 millones de dólares volarán del Uruguay rumbo a los seguros bancos de Suiza y Estados Unidos. También los hombres, los hombres jóvenes, bajaron del camino a la ciudad, hace veinte años, a ofrecer sus brazos a la industria en desarrollo, y hoy se marchan, por tierra o por mar, rumbo al extranjero. Claro está, su suerte es distinta. Los capitales son recibidos con los brazos abiertos; a los peregrinos les aguarda un destino difícil, el desarraigo y la intemperie, la aventura incierta. El Uruguay de 1970, estremecido por una crisis feroz, no es ya el mitológico oasis de paz y progreso que se prometía a los inmigrantes europeos sino un país turbulento que condena al éxodo a sus propios habitantes. Produce violencia y exporta hombres, tan naturalmente como produce y exporta carne y lana.

[180] German Wettstein y Juan Ruduir, La sociedad rural, en la colección Nuestra Tierra, núm. 16. Montevideo, 1969.

[181] Jesús Silva Herzog, Breve historia de la Revolución mexicana, México-Bueno, Aires, 1960.

[182] John Kenneth Turner, México bárbaro, publicado en Estados Unidos en 1911, México, 1967.

[183] John Kenneth Turner, op. cit. México era el país preferido por las inversiones norteamericanas: reunía a fines de siglo poco menos de la tercera parte de los capitales de Estados Unidos invertidos en el extranjero. En el estado de Chihuahua y otras regiones del norte, William Randolph Hearst, el célebre Citizen Kane del film de Welles, poseía más de tres millones de hectáreas. Fernando Carmona, El drama de América Latina. El caso de México, México, 1964.

[184] John Womack Jr., Zapata y la Revolución mexicana, México, 1969.

[185] John Womack Jr., op Cit.

[186] Fernando Carmona, Op. cit.

[187] Edmundo Flores, ¿Adónde va la economía de México?, en Comercio exterior, vol. XX, núm. l, México, enero de 1970.

[188] Ana María Flores, La magnitud del hambre en México, México, 1961.

[189] Alonso Aguilar M. y Fernando Carmona, Op. Cit. Véase también, de los mismos autores y Guillermo Montaño y Jorge Carrión, El milagro mexicano, México, 1970.

[190] Rodolfo Stavenhagen, Fernando Paz Sánchez, Cuauhtémoc Cárdenas y Arturo Bonilla, Neolatifundismo y explotación. De Emiliano Zapata a Anderson Clayton & Co., México, 1968.

[191] Carlos Fuentes, La muerte de Artemio Cruz, México 1962.

[192] FAO, Anuario de la producción, vol 19, 1965.

[193] Alberto Baltra Cortés, Problemas del subdesarrollo ecolatinoamericano, Buenos Aires, 1966.

[194] D. F. Maza Zavala, Explosión demográfica y crecimiento económico, Caracas, 1970.

[195] Paul Bairoch, Diagnostic de l’évotution économique du Tiers Monde. 1900-1966, París, 1967.

[196] Rui Facó, Cangaceiros e fanáticos, Río de Janeiro, 1965.

[197] La pradera artificial representa, desde el punto de vista del capitalista ganadero, un traslado de capital hacia una inversión más cuantiosa, más riesgosa y simultáneamente menos rentable que la inversión tradicional en ganadería extensiva. Así, el interés privado del productor entra en contradicción con el interés de la sociedad en su conjunto: la calidad del ganado y sus rendimientos sólo pueden incrementarse, a partir de cierto punto, a través del aumento del poder nutritivo del suelo. El país necesita que las vacas produzcan más carne y las ovejas más lana, pero los dueños de la tierra ganan más que suficiente al nivel de los rendimientos actuales. Las conclusiones del instituto de Economía de la Universidad del Uruguay (Op. Cit.) son, en cierto sentido, también aplicables a la Argentina.

[198] Dardo Cúneo, Comportamiento y crisis de la clase empresaria, Buenos Aires, 1967.

[199] CEPAL, Estudio económico de América Latina, Santiago de Chile, 1964 y 1966, y El uso de fertilizantes en América Latina, Santiago de Chile, 1966.

[200] M. Darcy Ribeiro, Las Américas y la civilización, tomo I, Los pueblos nuevos, Buenos Aires, 1969.

[201] Edward C. Kirkland, Historia económica de Estados Unidos, México, 1941.

[202] Celso Furtado, Um projeto para o Brasil, Río de Janeiro, 1969.

[203] Lewis Hanke y otros autores de Do the Américas Have a Common History? Nueva York, 1964.

[204] Sergio Bagú, op. cit.

[205] Edwin y Lieuwen, The United States and the Challenge to Segurity in Latin America, Ohio, 1966.

[206] Philip Courtney, en un trabajo presentado ante el II Congreso Internacional de Ahorro e Inversion, Bruselas, 1959.

[207] Harry Magdoff, La era del imperialismo, en Monthly Review, selecciones en castellano, Santiago de Chile, enero-febrero de 1969 y Claude Julien, L’Empire Américan, Paris, 1969.

[208] El gobierno de México advirtió a tiempo, en cambio, que el país, uno de los principales exportadores mundiales de azufre, se estaba vaciando. La Texas Gulf Sulphur Co. y la Pan American Sulfur habian asegurado que las reservas con que todavía contaban sus concesiones eran seis veces más abundantes de lo que eran en realidad, y el gobierno resolvió, en 1965, limitar las ventas al exterior.

[209] Sergio Allmaraz Paz, Réquiem para una república, La Paz, 1969.

[210] Claude Julien, op. cit.

[211] Arthur Davis, presidente de la Aluminium Co. durante largo tiempo, murió en 1962 y dejó trescientos millones de dólares en herencia a las fundaciones de caridad, con la expresa condición de que no gastaran los fondos fuera del territorio de los Estados Unidos. Ni siquiera por esta vía pudo Guyana rescatar aunque fuera una parte de la riqueza que la empresa le ha arrebatado. Philip Reno, Aluminium Profits and Caribbean People, en Monthly Review, Nueva York, octubre de 1963, y del mismo autor, El drama de la Guayana Británica. Un pueblo desde la esclavitud a la lucha por el socialismo, en Monthly Review, selecciones en castellano, Buenos Aires, enero-febrero de 1965.

[212] Harry Magdoff, op. cit.

[213] Hermano Alves, Aerolotogrametria, en Correio de Manhã. Río de Janeiro, 8 de junio de 1967.

[214] Informe de la Comisión Parlamentaria de Investigaciones sobre la venta de tierras brasileñas a personas físicas o jurídicas extranjeras, Brasilia, 3 de junio de 1968.

[215] Correio da Manhã, Río de Janeiro, 30 de junio de 1968.

[216] Paulo R. Schilling, Brasil para extranjeros, Montevideo; 1966.

[217] Ernst Samhaber, Sudamérica, biografía de un continente, Buenos Aires, 1946. Las aves guaneras son las más valiosas del mundo, escribía Robert Cushman Murphy mucho después del auge, «por su rendimiento en dólares por cada digestión». Están por encima, decía, del ruiseñor de Shakespeare que cantaba en el balcón de Julieta, por encima de la paloma que voló sobre el Arca de Noé y, desde luego, de las tristes golondrinas de Bécquer. Emilio Romero, Historia económica del Perú, Buenos Aires, 1949.

[218] Óscar Bermúdez, Historia del salitre desde sus orígenes basta la Guerra del Pacífico, Santiago de Chile, 1963.

[219] José Carlos Mariátegui, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, Montevideo, 1970.

[220] Perú perdió la provincia salitrera de Tarapacá y algunas importantes islas guaneras, pero conservó los yacimientos de guano de la costa norte. El guano seguía siendo el fertilizante principal de la agricultura peruana, hasta que a partir de 1960 el auge de la harina de pescado aniquiló a los alcatraces y a las gaviotas. Las empresas pesqueras, en su mayoría norteamericanas, arrasaron rápidamente los bancos de anchoítas cercanos a la cesta, para alimentar con harina peruana a los cerdos y las aves de Estados Unidos y Europa, y los pájaros guaneros salían a perseguir a los pescadores, cada vez más lejos, mar afuera. Sin resistencia para el regreso, caían al mar. Otros no se iban, y así podían verse, en 1962 y en 1963, las bandadas de alcatraces persiguiendo comida por la avenida principal de Lima: cuando ya no podían levantar vuelo; los alcatraces quedaban muertos en las calles.

[221] Hernán Ramírez Necochea, Historia del imperialismo en Chile, Santiago de Chále, 1960.

[222] Hernán Ramírez Necochea, Balmaceda y la contrarrevolución de 1891, Santiago de Chile, 1969.

[223] Hernán Ramírez Necochea, op. cit.

[224] Las mismas empresas industrializaban el mineral chileao en sus fábricas lejanas. Anaconda Americ an Brass, Anaconda Wire and Cable y Kennecott Wire and Cable figuran entre las principales fábricas de bronce y alambre del mundo entero. José Cademartori, La economía chilena, Santiago de Chile, 1968.

[225] R. J. Grant-Suttie, Sucedáneos del cobre, en Finanzas y Desarrollo, revista del FMI y el BIRF, Washington, junio de 1969.

[226] Mario Vera y Elmo Catalán, La encrucijada del cobre. Santiago de Chile, 1965.

[227] El New York Times del 13 de agosto de 1969 lo definía en esos términos, al describir en éxtasis las vacaciones del duque y la duquesa de Windsor en el castillo del siglo XVI que Patino posee en los alrededores de Lisboa. «Nos gusta dar a los sirvientes algo de calma y de paz», confesaba la señora, mientras explicaba a Charlotte Curtis su programa del día. Después, es el tiempo de las vacaciones de montaña en Suiza; los fotógrafos y los periodistas se abalanzaban sobre los condes y los artistas de moda en Saint Moritz. Una millonaria de cincuenta años acaba de perder a su segundo marido, vicepresidente de la Ford, y sonríe ante los flashes: anuncia su próximo matrimonio con un jovencito que la toma del brazo y mira con ojos asustados. Al lado, otra pareja del gran mundo. Él es un hombre de baja estatura y rasgos de indio; cejas espesas, ojos duros, nariz aplastada, pómulos salientes. Antenor Patiño continúa pareciendo boliviano. En una revista, Antenor aparece disfrazado de príncipe oriental, con turbante y todo, entre varios príncipes auténticos que se han reunido en el palacio del barón Alexis de Rédé: la princesa Margarita de Dinamarca, el príncipe Enrique, María Pía de Saboya y su primo el príncipe Miguel de Borbón Partna, el príncipe Lobckowitz y otros trabajadores.

[228] Cuando el general Alfredo Ovando anunció, en julio de 1966, que se había llegado a un acuerdo con la empresa alemana Klochner para instalar los hornos estatales, dijo que tendrían un nuevo destino «esas pobres minas que solamente han servido, hasta ahora, para abrir socavones en los pulmones de nuestros hermanos mineros». Esos hombres que dan su vida por el mineral, escribía Sergio Àlmaraz (El poder y la caída: El estaño en la historia de Bolivia, La Paz, Cochabamba, 1967), «no lo poseen. Nunca lo poseyeron; ni antes ni después de 1952. Porque lo que sucede es que el estaño nada vale en cuanto a aprovechamiento inmediato si no es bajo el brillante aspecto de un lingote. El mineral, polvo pesado de terroso aspecto, ciertamente no sirve para nada que no sea para volcarlo en la boca de un horno».

Almaraz contó la historia de un industrial, Mariano Peró, que libró una guerra solitaria, a lo largo de más de treinta años, para que el estaño boliviano se refinara en Oruro y no en Liverpool. En 1946, pocos días después de la caída del presidente nacionalista Gualberto Villarroel, Peró entró en el Palacio Quemado. Iba a recoger dos lingotes de estaño. Eran los primeros lingotes producidos en su fundición de Oruro, y ya no tenía sentido que aquel par de símbolos; que encarnaban a la nación, continuaran adornando el escritorio del presidente de la república. Villarroel había sido ahorcado en un farol de la Plaza Murillo y el poder de la rosca oligárquica era restaurado a partir de su caída. Maríano Peró recogió los lingotes y se fue con ellos. Estaban manchados de sangre seca.

[229] «Cuando me siento, borracho estoy. Tres, cuatro, veo a la gente. No puedo comer solo. Una huahua soy, pues. Un niño» Saturnino Condori, viejo albañil del campamento minero de Siglo XX, está tendido desde hace más de tres años en una cama del hospital de Catavi. Es una de las víctimas de la matanza de la noche de San Juan, en 1967. Ni siquiera había festejado nada. Por trabajar el sábado 24, le habían ofrecido pagarle triple, así que decidió no sumergirse, a diferencia de todos los demás, en el delirio de la chicha y la farra. Se acostó temprano. Esa noche soñó con que un caballero le arrojaba espinas al cuerpo: «Espinas grandes me ha empujado». Se despertó varias veces, porque la lluvia de balas se desencadenó sobre el campamento desde las cinco de la mañana. «Mi cuerpo se ha deshecho, se ha descomponido, medio templación me ha agarrado, y yo asustado, y yo asustado, así, he estado. Mi señora me ha dicho: anda, escápate. Pero yo ¿qué había hecho? A ninguna parte no he salido. Andate, andate, me ha dicho. Tiroteos había de noche, qué será eso, qué será, pap-pap-pap-pap-pap. Y yo mismo despertando y durmiendo así de a ratos, y ni asimismo me he escapado, mi señora me ha dicho: pues andate, pues andate, escapa. Qué me van a hacer, le digo, yo soy un albañil particular, qué me van a hacer.» Se despertó a eso de las ocho de la mañana. Se irguió sobre la cama. La bala atravesó el techo, atravesó el sombrero de su mujer y se le metió en el cuerpo y le reventó la columna vertebral.

[230] Sergio Almaraz Paz, op. cit.

[231] Salvador de la Plaza, en el volumen colectivo Perfiles de la economía venezolana, Caracas, 1964.

[232] Osny Duarte Pereira, Ferro e Independencia. Um desafio a dignidade nacional, Río de Janeiro, 1967.

[233] Inmovable Mountains, en Fortune, abril de 1965.

[234] Citado por Mário Pedrosa, A opção brasileira, Río de Janeiro, 1966.

[235] De Lyndon Johnson a Raínieri Mazzili, 2 de abril de 1964, versión de Associated press.

[236] Según informó el diario O Estado de São Paulo, 4 de mayo de 1964.

[237] José Stacchini, Mobilizaçio de audácia, São Paulo, 1965.

[238] Philip Siekman, «When Executives turned Revolutionaires», en Fortune, julio de 1964.

[239] Véanse las declaraciones ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, citadas por Harry Magdoff, op. cit., y el revelador artículo de Eugene Methvin en Selecciones de Reader’s Digest en español, de diciembre de 1966: según Methvin, gracias a los buenos servicios del Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre, con sede en Washington, los golpistas brasileños pudieron coordinar por cable sus movimientos de tropas, y el nuevo régimen militar recompensó al IADSL designando a cuatro de sus graduados «para que hicieran una limpieza en los sindicatos dominados por los rojos».

[240] Osny Duarte Pereira, op. cit.

[241] Según los datos publicados por la Organización de Países Exportadores de Petróleo. Francisco Mieres, El petróleo y la problemática estructural venezolana, Caracas, 1969.

[242] Informe del Senado de Estados Unidos; Actas secretas del cártel petrolero, Buenos Aires, 1961, y Harvey O’Connor, El Imperio del petróleo, La Habana, 1961.

[243] Paul A. Baran y Paul M. Sweezy, El capital monopolista, México, 1970.

[244] Francisco Mieres, op. cit.

[245] Michael Tanzer, The Political Economy of International Oil and the Underdeveloped Countries, Boston, 1969.

[246] Harvey O’Connor, La crisis mundial del petróleo, Buenos Aires, 1963. Este fenómeno sigue siendo usual en varios países. En Colombia, por ejemplo, donde el petróleo se exporta libremente y sin pagar impuestos, la refinería estatal compra a las compañías extranjeras el petróleo colombiano con un recargo del 37 por 100 sobre el precio internacional, y lo tiene que pagar en dólares. Raúl Alameda Ospina en la revista Esquina, Bogotá, enero de 1968.

[247] Jesús Silva Herzog, Historia de la expropiación de las empresas petroleras, México. 1964.

[248] Vivian Trías, Imperialismo y petróleo en el Uruguay, Montevideo, 1963. Véase también el discurso del diputado Enrique Erro en el diario de sesiones de la Cámara de Representantes, núm. 1211, tomo 577, Montevideo, 8 de septiembre de 1966.

[249] Petrobrás figura en el primer lugar en la lista de las quinientas mayores empresas, publicada por Conjuntura económica, vol. 24, núm. 9, Río de Janeiro, 1970.

[250] Declaraciones del ingeniero Márcio Leite Cesarino, en Correio da Manha, Río de Janeiro, 28 de enero de 1967.

[251] Correio da Manhá publicó un amplio extracto del documento en su edición del 19 de febrero de 1967.

[252] René Zavaleta Mercado, Bolivia. El desarrollo de la conciencia nacional, Montevideo, 1967.

[253] El senador Long no ahorró ningún adjetivo a la Standard Oil: la llamó criminal, malhechora, facinerosa, asesina doméstica, asesina extranjera, conspiradora internacional, hato de salteadores y ladrones rapaces, conjunto de vándalos y ladrones. Reproducido en la Revista Guarania, Buenos Aires, noviembre de 1934.

[254] Los ejemplos abundan en la historia, reciente o lejana. Irving Florman, embajador de los Estados Unidos en Bolivia, informaba a Donald Dawson, de la Casa Blanca, el 28 de diciembre de 1950: «Desde que he llegado aquí, he trabajado diligentemente en el proyecto de abrir ampliamente la industria petrolera de Bolivia a la penetración de la empresa privada norteamericana, y ayudar a nuestro programa de defensa nacional en vasta escala». Y también: «Sabía que a usted le interesaría escuchar que la industria petrolera de Bolivia y esta tierra entera están ahora bien abiertas a la libre iniciativa norteamericana. Bolivia es, por lo tanto, el primer país del mundo que ha hecho una desnacionalización, o una nacionalización a la inversa, y yo me siento orgulloso de haber sido capaz de cumplir esta tarea para mi país y la administración». La copia fotostática de esta carta, extraída de la biblioteca de Harry Truman, fue reproducida por NACLA Newsletter, Nueva York, febrero de 1969.

[255] Marcelo Quiroga Santa Cruz, interpelación del 11 y 12 de octubre de 1966 en la Cámara de Diputados, en la Revista jurídica, edición extraordinaria, Cochabamba, 1967.

[256] Cuando el escándalo estalló, la embajada de los Estados Unidos no guardó un prudente silencio. Uno de sus funcionarios llegó a afirmar que no existía ningún original del contrato de Talara. (Richard N. Goodwin, «El conflicto con la IPC: Carta de Perú». reproducido de The New Yorker por Comercio exterior, México, julio de 1969.

[257] Georgie Anne Geyer, Seized U.S. Oil Firm Made Napalm, en el New York Post, 7 de abril de 1969.

[258] Para la redacción de este capítulo, el autor ha utilizado, además de las obras ya citadas de Harvey O’Connor y Francisco Mieres, los libros siguientes: Orlando Araújo, Operación Puerto Rico sobre Venezuela, Caracas, 1967; Federico Brito, Venezuela siglo XX, La Habana, 1967; M. A. Falcon Urbano, Desarrollo e industrialización de Venezuela, Caracas, 1969; Elena Hochman, Héctor Mujica y otros, Venezuela 1.°, Caracas, 1963; William Krehm, Democracia y tiranías en el Caribe, Buenos Aires, 1959; los ensayos de D. F. Maza Zavala, Salvador de la Plaza, Pedro Esteban Mejía y Leonardo Montiel Ortega en el volumen citado en la nota 27; Rodolfo Quintero, La cultura del petróleo, Caracas, 1968; Domingo Alberto Rangel, El proceso del capitalismo contemporáneo en Venezuela, Caracas, 1968; Arturo Uslar Pietri, ¿Tiene un porvenir la juventud venezolana?, en Cuadernos Americanos, México, marzo-abril de 1968; y Naciones Unidas-CEPAL, Estudio económico de América Latina, 1969, Nueva York-Santiago de Chile, 1970.

[259] Time, edición para América Latina, 11 de septiembre de 1953.

[260] Williar. W. Kaufmann, La política británica y la independencia de la América Latina (1804-1828), Caracas, 1963.

[261] Manfred Kossok, El virreinato del Río de la Plata. Su estructura económico-social, Buenos Aires, 1959.

[262] H. S. Ferns, Gran Bretaña y Argentina en el siglo XIX, Buenos Aires, 1966.

[263] Ibid.

[264] Alexander von Humboldt, Ensayo sobre el reino de la Nueva España, México, 1944.

[265] Emilio Romero, Historia económica del Perú, Buenos Aires, 1949.

[266] Ibid.

[267] Hernán Ramírez Necochea, Antecedentes económicos de ia independencia de Chile, Santiago de Chile, 1959.

[268] Caio Prado Júnior, Historia económica del Brasil, Buenos Aires, 1960.

[269] The University Society, Bolivia en el primer centenario de su independencia, La Paz, 1925.

[270] Luis C. Alen Lascano, Imperialismo y comercio libre, Buenos Aires, 1963.

[271] Pedro Santos hlartirez, Las industrias durante el virreinato (1776-18101), Buenos Aires, 1969.

[272] Ricardo Levene, introducción a Documentos para la historia argentina, 1915, en Obras completas, Buenos Aires, 1962.

[273] Woodbine Parish, Buenos Aires y las Provincias del Rio de la Plata. Buenos Aires, 1958.

[274] Paulo Schilling, Brasil para extranjeros, Montevideo, 1966.

[275] Alan K. Manchester, British Preeminente in Brazil: its Rise and Decline, Chapel Hill, Carolina del Norte, 1933.

[276] Celso Furtado, Formación económica del Brasil, México Buenos Aires, 1959.

[277] J. F Normano, Evolucão económica do Brasil, São Paulo, 1934.

[278] Gustavo Beyhaut, Raíces contemporáneas de América Latina, Buenos Aires, 1964.

[279] Hernán Ramírez Necochea, Historia del imperialismo en Chile, Santiago de Chile, 1960.

[280] Este economista alemán, nacido en 1789, propagó en los Estados Unidos y en su propia patria la doctrina del proteccionismo aduanero y el fomento industrial. Se suicidó en 1846, pero sus ideas se impusieron en ambos países.

[281] Claudio Véliz, La mesa de tres patas, en Desarrollo económico, vol. 3, núms. 1 y 2, Santiago de Chile, septiembre de 1963.

[282] «Nada de extraño tiene que los librecambistas sean incapaces de comprender cómo un país puede enriquecerse a costa de otro, pues estos mismos señores tampoco quieren comprender cómo en el interior de un país una clase puede enriquecerse a costa de otra.» Karl Marx, Discurso sobre el libre cambio, en Miseria de la filosofia, Moscú, s. f.

[283] Luis Chávez Orozco, La industria de transformación mexicana (1821-1867), en Banco Nacíonal de Comercio Exterior, Colección de documentos para la historia del comercio exterior de México, tomo VII, México, 1962.

[284] Alonso Aguilar Monteverde, Dialéctica de la economía mexicana, México, 1968.

[285] Jan Bazant, Estudio sobre la productividad de la industria algodonera mexicana en 1843-1845 (Lucas Alamán y la Revolución industrial en México), en Banco Nacional de Comercio Exterior, op. cit.

[286] Luis Chávez Orozco, op. cit.

[287] En el tomo III de la citada colección de documentos del Banco Nacional de Comercio Exterior se transcriben varios alegatos proteccionistas publicados en El Siglo XIX a fines de 1850: «Pasada ya la conquista de la civilización española con sus tres siglos de dominación militar, entró México en una nueva era, que también puede llamarse de conquista, pero científica y mercantil… Su potencia son los buques mercantes; su predicación es la absoluta libertad económica; su norma poderosísima con los pueblos menos adelantados es la ley de la reciprocidad… "Llevad a Europa —se nos dijo— cuantas manufacturas podáis (excepto, sin embargo, las que nosotros prohibimos), y en recompensa permitid que traigamos cuantas manufacturas podamos, aunque sea arruinando vuestras artes…” Adoptemos las doctrinas que ellos (nuestros señores del otro lado del océano y del río Bravo) dan y no toman y nuestro erario crecerá un poco, si se quiere…, pero no será fomentando el trabajo del pueblo mexicano, sino el de los pueblos inglés y francés, suizo y de Norteamérica.

[288] Miron Burgin, Aspectos económicos del federalismo argentino, Buenos Aires, 1960.

[289] Juan Alvarez, Las guerras civiles argentinas, Buenos Aires, 1912.

[290] La montonera «nace en escampado como los remolinos. Arremete, brama y troza como los remolinos, y se detiene, repentina, y muere como ellos» Dardo de la Vega Díaz, La Rioja beroica, Mendoza, 1955.

José Hernández, que fue soldado de la causa federal, cantó en el Martín Fierro, el más popular de los libros argentinos, las desdichas del gaucho desterrado de su querencia y perseguido por la autoridad:

Vive el águila en su nido, / el tigre vive en la selva,

el zorro en la cueva agena, / y es su destino incostante,

sólo el gaucho vive errante / donde la suerte lo lleva.

Porque:

Para él son los calabozos, / para él las duras prisiones,

en su boca no hay razones / aunque la razón le sobre,

que son campanas de palo / las razones de los pobres.

Jorge Abelardo Ramos observa (Revolución y contrarrevolución en la Argentina, Buenos Aires, 1965) que los dos apellidos verdaderos que aparecen en el Martín Fierro son los de Anchorena y Gaínza, nombres representativos de la oligarquía que exterminó al criollaje en armas, y en nuestros días ambos se han fundido en la familia propietaria del diario La Prensa.

Ricardo Güiraldes mostro en Don Segundo Sombra (Buenos Aires, 1939) la contracara del Martín Fierro: el gaucho domesticado, atado al jornal, adulón del amo, de buen uso para el folklore nostalgioso o la lástima.

[291] Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde, Felipe Varela contra el Imperio Británico, Buenos Aires, 1966. En 1870, también caía bañado en sangre por la invasión extranjera Paraguay, único Estado latinoamericano que no había entrado en la prisión imperialista.

[292] Miron Burgin, op. cit.

[293] Juan Alvarez; op. cit.

[294] Jorge Abelardo Ramos, op. cit.

[295] José Luis Busaniche, Rosas visto por sus contemporáneos, Buenos Aires, 1955.

[296] José Rivera Indarte realizó, en sus célebres Tablas de sangre, un inventario de los crímenes de Rosas, para estremecer la sensibilidad europea. Según el Atlas de Londres, la casa bancaria inglesa de Samuel Lafone pagó al escritor un penique por muerto. Rosas había prohibido la exportación de oro y plata, duro golpe al Imperio, y había disuelto el Banco Nacional, que era un instrumento del comercio británico. John F. Cady, La intervención extranjera en el Río de la Plata, Buenos Aires, 1943.

[297] Vívian Trías, Juan Manuel de Rosas. Montevideo, 1970.

[298] Discurso de Gervasio A. de Posadas. Citado por Dardo Cúneo, Comportamiento y crisis de la clase empresaria, Buenos Aires, 1967. En 1876, el ministro de Hacienda dijo en el Congreso: «…No debemos poner un derecho exagerado que haga imposible la introducción del calzado, de una manera que mientras cuatro remendones aquí florecen, mil fabricantes de calzado extranjero no pueden vender un solo par de zapatos».

[299] Armando Raúl Bazán, Las bases sociales de la montonera, en Revista de historia americana y Argentina, núms. 7 y 8, Mendoza, 1962-63.

[300] Domingo Faustino Sarmiento, Facundo, Buenos Aires 1952.

[301] Mario Margulis, Migración y marginalidad en la sociedad argentina, Buenos Aires, 1968.

[302] Para escribir este capítulo, el autor consultó las siguientes obras: Tuan Bautista Alberdi, Historia de la guerra del Paraguay, Buenos Aires, 1962; Pelham Horton Box, Los orígenes de la Guerra de la Triple Alianza, Buenos Aires - Asunción, 1958; Efraím Cardozo, El imperio del Brasil y el Rio de la Plata, Buenos Aires, 1961; Julio César Chaves, El presidente López, Buenos Aires, 1955; Carlos Pereyra, Francisco Solano López y la guerra del Paraguay, Buenos Aires, 1945; Juan F. Pérez Acosta, Carlos Antonio López, obrero máximo. Labor administrativa y constructiva, Asunción, 1948; José María Rosa, La guerra del Paraguay y las montoneras argentinas, Buenos Aires, 1965; Bartolomé Mitre y Juan Carlos Gómez, Cartas polémicas sobre la guerra del Paraguay, con prólogo de J. Natalicio González, Buenos Aires, 1940. Tambíen un trabajo inédito de Vivian Trías sobre el tema.

[303] Francia integra, como uno de los ejemplares más horrorosos, el bestiario de la historia oficial. Las deformaciones ópticas impuestas por el liberalismo no son un privilegio de las clases dominantes en América Latina; muchos intelectuales de izquierda, que suelen asomarse con lentes ajenos a la historia de nuestros países, también comparten ciertos mitos de la derecha, sus canonizaciones y sus excomuniones. El Canto general, de Pablo Neruda, Buenos Aires, 1955, espléndido homenaje poético a los pueblos latinoamericanos, exhibe claramente esta desubicación. Neruda ignora a Artigas y a Carlos Antonio y Francisco Solano López; en cambio, se identifica con Sarmiento. A Francia lo califica de «rey leproso, rodeado / por la extensión de los yerbales», que «cerró el Paraguay como un nido / de su majestad» y «amarró / tortura y barro a las fronteras». Con Rosas no es más amable: clama contra los «puñales, carcajadas de mazorca / sobre el martirio» de una «Argentina robada a culatazos / en el vapor del alba, castigada / hasta sangrar y enloquecer, vacía, / cabalgada por agrios capataces».

[304] Los fanáticos monjes de la Compañía de Jesús, «guardia negra del Papa», habían asumido la defensa del orden medieval ante las nuevas fuerzas que irrumpían en el escenario histórico europeo. Pero en la América hispánica las misiones de los jesuitas se desarrollaron bajo un signo progresista. Venían para purificar, mediante el ejemplo de la abnegación y el ascetismo, a una Iglesia católica entregada al ocio y al goce desenfrenado de los bienes que la conquista había puesto a disposición del clero. Fueron las misiones del Paraguay las que alcanzaron el mayor nivel; en poco más de un siglo y medio (1603-1768) definieron la capacidad y los fines de sus creadores. Los jesuitas atrajeron, mediante el lenguaje de la música, a los indios guaraníes que habían buscado amparo en la selva o que en ella habían permanecido sin incorporarse al proceso civilizatorio de los encomenderos y los terratenientes. Ciento cincuenta mil indios guaraníes pudieron, así, reencontrarse con su organización comunitaria primitiva y resucitar sus propias técnicas en los oficios y las artes. En las misiones no existía el latifundio; la tierra se cultivaba en parte para la satisfacción de las necesidades individuales y en parte para desarrollar obras de interés general y adquirir los instrumentos de trabajo necesarios, que eran de propiedad colectiva. La vida de los indios estaba sabiamente organizada; en los talleres y en las escuelas se hacían músicos y artesanos, agricultores, tejedores, actores, pintores, constructores. No se conocía el dinero; estaba prohibida la entrada a los comerciantes, que debían negociar desde hoteles instalados a cierta distancia.

La Corona sucumbió finalmente a las presiones de los encomenderos criollos, y los jesuitas fueron expulsados de América. Los terratenientes y los esclavistas se lanzaron a la caza de los indios. Los cadáveres colgaban de los árboles en las misiones; pueblos enteros fueron vendidos en los mercados de esclavos de Brasil. Muchos indios volvieron a encontrar refugio en la selva. Las bibliotecas de los jesuitas fueron a parar a los hornos, como combustible, o se utilizaron para hacer cartuchos de pólvora. Jorge Abelardo Ramos, Historia de la nación latinoamericana, Buenos Aires, 1968.

[305] Solano López arde todavía en la memoria. Cuando el Museo Histórico Nacional de Río de Janeiro anunció, en setiembre de 1969, que inauguraría una vitrina dedicada al presidente paraguayo, los militares reaccionaron furiosamente. El general Mourão Filho, que había desencadenado el golpe de Estado de 1964, declaró a la prensa. «Un viento de locura barre al país… Solano López es una figura que debe ser borrada para siempre de nuestra historia, como paradigma del dictador uniformado sudamericano. Fue un sanguinario que destruyó al Paraguay, llevándolo a una guerra imposible».

[306] Poco antes de las elecciones de principios de 1968, el general Stroessner visitó los Estados Unidos. «Cuando me entrevisté con el presidente Johnson —declaró a France Presse—, le manifesté que ya hace doce años que desempeño funciones de primer magistrado por mandato de las urnas. Johnson me contestó que eso constituía una razón más para continuar ejerciéndola el período venidero».

[307] Presidencia de la Nación, Secretaría Técnica de Planificación, Plan nacional de desarrollo económico y social, Asunción, 1966.

[308] Muchos de los campesinos han optado finalmente por volverse a la región minifundista del centro del país o han ido camino del nuevo éxodo hacia Brasil, donde sus brazos baratos se ofrecen a los yerbales de Curitiba y Mato Grosso o a las plantaciones cafetaleras de Paraná. Es desesperada la situación de los pioneros que se encuentran de cara a la selva, sin la menor orientación técnica y sin ninguna asistencia crediticia, con tierras concedidas por el gobierno, a las que tendrán que arrancar frutos suficientes para alimentarse y poder pagarlas —porque si el campesino no paga el precio estipulado, no recibe el título de propiedad.

[309] R. Scalabrini Ortiz, Política británica en el Río de la Plata, Buenos Aires, 1940.

[310] J. Fred Rippy, British Investments in Latin America (1822-1949), Minneapolis, 1959.

[311] Celso Furtado, op. cit.

[312] Robert Schnerb, Le XIX siécle. L’apogée de l’expansion européenne (1815-1914), tomo VI de la Historia general de las civilizaciones dirigida por Maurice Crouzet, París, 1968.

[313] R. Scalabrini Ortiz, op. cit.

[314] J. Eduardo Retondo, El bosque y la industria forestal en Santiago del Estero, Santiago del Estero, 1962.

[315] Citado por André Gunder Frank, Capitalism and Underdevelopment in Latin America, Nueva York, 1967.

[316] Edward C. Kirkland, Historia económica de Estados Unidos, México, 1441.

[317] Celso Furtado, op. cit.

[318] Claude Folilen, L’Amérique anglo-saxonne de 1815 à nos jours, París, 1965.

[319] Robert Schnerb, op. cit.

[320] «El capital del Estado asume el riesgo inicial… La ayuda oficial a los ferrocarriles no solamente facilita la reunión de capitales, sino que además reduce los costos de construcción. En algunos casos, entre otros para las líneas marginales, los fondos públicos hicieron posible la construcción de ferrocarriles que no hubieran podido nacer de otra manera. En otro número de casos aún más importante, aceleraron la realización de proyectos que la utilización de capitales privados hubiera ciertamente demorado.» Harry H. Pierce, Radroads of New York, A Study of Government Aid, 1826-1875, Cambridge, Massachusetts, 1953.

[321] Claude Fohlen, op. cit.

[322] El sur se convirtió en una colonia interna de los capitalistas del norte. Después de la guerra, la propaganda por la construcción de hilanderías en las dos Carolinas, Georgia y Alabama, cobró el carácter de una cruzada. Pero éste no era el triunfo de una causa moral, las nuevas industrias no nacían por puro humanitarismo: el sur ofrecía mano de obra menos cara, energía más barata y beneficios altísimos, que a veces llegaban al 75 por 100. Los capitales venían del norte para atar al sur al centro de gravedad del sistema. La industria del tabaco, concentrada en Carolina del Norte, estaba bajo la dependencia directa del trust Duke, mudado a Nueva Jersey para aprovechar una legislación más favorable; la Tennessee Coal and Iron Co., que explotaba el hierro y el carbón de Alabama, pasó en 1907 al control de la U. S. Steel, que desde entonces dispuso de los precios y eliminó así la competencia molesta. A principios de siglo, el ingreso per capita del sur se había reducido a la mitad en relación con el nivel anterior a la guerra. C. Vann Woodward, Origins of the New South, 1879-1913, en A History of the South, varios autores, Baton Rouge, 1948.)

[323] Hace cuarenta años, la inversión norteamericana en industrias de transformación sólo representaba el 6 por 100 del valor total de los capitales de Estados Unidos en América Latina. En 1960, la proporción rozaba ya el 20 por 100, y luego continuó ascendiendo hasta cerca de la tercera parte del total. Naciones Unidas, CEPAL, El financiamiento externo de América Latina, Nueva York-Santiago de Chile, 1964, y Estudio económico de América Latina de 1967, 1968 y 1969.

[324] Secretaría General de la Organización de Estados Americanos, El financiamiento externo para el desarrollo de la América Latina, Washington, 1969. Documento de distribución limitada; sextas reuniones anuales del CIES.

[325] Datos del Departamento de Comercio de los Estados Unidos y del Comité Interamericano de la Alianza para el Progreso. Secretaría General de la OEA, op. cit.

[326] Paul A. Baran y Paul M. Sweezy, El capital monopolista, México, 1971.

[327] J. J. Servan-Schreiber, El desafío americano, Santiago de Chile, 1968.

[328] Citado por Alfredo Parera Dtnnis, Naturaleza de las relaciones entre las clases dominantes argentinas y las metrópolis, en Fichas de investigación económica y social, Buenos Aires, diciembre de 1964.

[329] Ministério do Planejamento e Coordenarão Geral, A industrialização brasileira: diagnóstico e perspectivas, Río de Janeiro, 1959.

[330] Dardo Cúneo, Comportamiento y crisis de la clase empresaria. Buenos Aires, 1967.

[331] Chile, Colombia y Uruguay vivieron también procesos de industrialización sustitutiva de importaciones, en los períodos que aquí se describen. El presidente uruguayo José Batlle y Ordóñez (1903-7 y 1911-15) había sido, tiempo antes, un profeta de la revolución burguesa en América Latina. La jornada laboral de ocho horas se consagró por ley en Uruguay antes que en los Estados Unidos. La experiencia de welfare state de Batlle no se limitó a poner en práctica la legislación social más avanzada de su tiempo, sino que además impulsó con fuerza el desarrollo cultural y la educación de masas y nacionalizó los servicios públicos y varias actividades productivas de considerable importancia económica. Pero no tocó el poder de los dueños de la tierra, ni nacionalizó la banca ni el comercio exterior. Actualmente, Uruguay padece las consecuencias de estas omisiones, quizá inevitables, del proícía, y de las traiciones de sus herederos.

[332] El pasaje a la producción interna de un determinado bien apenas «sustituye» parte del valor agregado que antes se generaba fuera de la economía… En la medida en que el consumo de ese bien «sustituido» se expande rápidamente, la demanda derivada por importaciones puede ultrapasar en breve plano la economía de divisas… María de Gonceiçao Tavares, O processo de substitução de importações como modelo de desenvolvimento recente na América Latina, CEPAL-ILPES, Río de Janeiro, s. f.

[333] Ismael Viñas y Eugenio Gastiazoro, Economía y dependencia (1900-1968), Buenos Aires, 1968.

[334] El Ministro de Asuntos Económicos contestaba así a la pregunta del periodista de la revista Visión (27 de noviembre, 1953): «—Además de la industria del petróleo, ¿qué otras industrias desea desarrollar Argentina con la cooperación del capital extranjero?—» «—Para ser más preciso, en orden de prioridad citaremos el petróleo… En segundo término, la industria siderúrgica… La química pesada… La fabricación de elementos para transporte… La fabricación de llantas y ejes… Y la construcción en el país de motores diesel». (Citado por Alfredo Parera Dennis, op, Cit.).

[335] Octavio Ianni, O colapso do populismo no Brasil, Río de Janeiro, 1968.

[336] Luciano Martins, Industrialização, burguesia nacional e desenvolvimento, Río de Janeiro, 1968.

[337] Fernando Henrique Cardoso, Ideologías de la burguesía industrial en sociedades dependientes (Argentina y Brasil), México, 1970.

[338] François Bourricaud, Jorge Bravo Bresani, Henrí Favre, Jean Piel, La oligarquía en el Perú, Lima, 1969. El dato proviene del trabajo de Favre.

[339] Ricardo Lagos Escobar, La concentración del poder económico. Su teoría. Realidad chilena (Santiago de Chile, 1961) y Vivian Trías, Reforma agraria en el Uruguay, Montevideo, 1962, brindan ejemplos irrefutables: unos centenares de familias son dueños de las fábricas y las tierras, los grandes comercios y los bancos.

[340] «Los capitalistas mexicanos son cada vez más versátiles y ambiciosos. Con independencia del negocio que les haya servido de punto de partida para hacer fortuna, disponen de una fluida red de canales que a todos, o al menos a los más prominentes, brinda siempre la posibilidad de multiplicar y entrelazar sus intereses a través de la amistad, la asociación en los negocios, el matrimonio, el compadrazgo, el otorgamiento de favores mutuos, la pertenencia a ciertos clubes o agrupaciones, las frecuentes reuniones sociales y, desde luego, la afinidad en sus posiciones políticas.» Alonso Aguilar Monteverde, en El milagro mexicano, de varios autores, México, 1970.

[341] Era Carlos Pellegrini. Cuando el jockey Club le rindió homenaje editando sus discursos, suprimió los que sostenían las tesis industrialistas. Dardo Cúneo, op. cit.

[342] Discurso del ministro Hélio Beltrão, en el almuerzo de la Asociación Comercial de Río de Janeiro, Correio do Povo. 24 de mayo de 1969.

[343] CEPAL-BNDE, Quince años de política económica en el Brasil, Santiago de Chile, 1965.

[344] Un economista muy favorable a la inversión extranjera, Eugênio Gudin, calcula que sólo por este último concepto Brasil donó a las empresas norteamericanas y europeas nada menos que mil millones de dólares; Moacir Paixão ha estimado que los privilegios otorgados a la industria automovilística en el período de su implantación equivalieron a una suma igual a la del presupuesto nacional. Paulo Schilling señala (Brasil para extranjeros, Montevideo, 1961) que mientras el Estado brasileño cedía a las grandes corporaciones internacionales un aluvión de beneficios, y les permitía el máximo de ganancias con el mínimo de inversiones, al mismo tiempo negaba apoyo a la Fábrica Nacional de Motores, creada en la época de Vargas. Posteriormente, durante el gobierno de Castelo Branco, esta empresa del Estado fue vendida a la Alfa Romeo.

[345] Mauricio Vinhas de Queiroz, Os grupos multibilionarios, en Revista do Instituto de Ciéncias Sociais, Universidade Federal de Río de Janeiro, enero-diciembre de 1965.

[346] La comisión llegó a la conclusión de que el capital extranjero controlaba, en 1968, el 40 por 100 del mercado de capitales de Brasil, el 62 por 100 de su comercio exterior, el 82 por 100 del transporte marítimo, el 67 por 100 de los transportes aéreos externos, el 100 por 100 de la producción de vehículos a motor, el 100 por 100 de los neumáticos, más del 80 por 100 de la industria farmacéutica, cerca del 50 por 100 de la química, el 59 por 100 de la producción de máquinas y el 62 por 100 de las fábricas de autopiezas, el 48 por 100 del aluminio y el 90 por 100 del cemento. La mitad del capital extranjero correspondía a las empresa de los Estados Unidos, seguida en orden de importancia por las firmas alemanas. Interesa advertir, de paso, el peso creciente de la inversiones de Alemania Federal en América Latina. De cada dos automóviles que se fabrican en Brasil, uno proviene de la planta de la Volkswagen, que es la más importante de toda la región. La primera fábrica de automóviles en América del Sur fue una empresa alemana, la Mercedes-Benz Argentina, fundada en 1951. Boyer, Hoechat, BASP y Schering dominan buena parte de la industria química en los países latinoamericanos.

[347] Suplemento especial del New York Times, 19 de enero de 1969.

[348] Sergio Nicolau, La inversión extranjera directa en los países de la ALALC, México, 1968.

[349] Rogelio García Lupo, Contra la ocupación extranjera, Buenos Aires, 1968.

[350] Citado por Naciones Unidas, CEPAL, Estudio económico de América Latina, 1968, Nueva York-Santiago de Chile; 1969.

[351] Reportaje de la revista Visión, 3 de febrero de 1967.

[352] José Luis Ceceña, Los monopolios en México, México, 1962.

[353] José Luis Ceceña, México en la órbita imperial, México, 1970, y Alonso Aguilar y Fernando Carmona, México, riqueza y miseria, México, 1968.

[354] Testimonio del ministro Roberto Campos, en el informe de la Comisión Parlamentaria de Investigaciones sobre las transacciones efectuadas entre empresas nacionales y extranjeras. Versión dactilográfica. Cámara de Diputados, Brasilia, 6 de septiembre de 1968. Poco tiempo después, Campos publicó una curiosa interpretación de las actitudes nacionalistas del gobierno de Perú. Según él, la expropiación de la Standard Oil por parte del gobiemo del general Velasco Aivarado no era más que una «exhibición de masculinidad». El nacionalismo, escribió, no tiene otro objeto que satisfacer la primitiva necesidad de odio del ser humano. Pero, agregó, «el orgullo no genera inversiones, no aumenta el caudal de capitales…» (En el diario O Globo, 25 de febrero de 1969)

[355] Samuel Lichtensztejn y Alberto Couriel, El FMI y la crisis económica nacional, Montevideo, 1967; y Vivian Trías, La crisis del know-how, Montevideo, 1970.

[356] Fernando Gasparian, en Correio da Manhã, 1ero. de mayo de 1968.

[357] Secretaría General de la OEA, op. cit.

[358] International Banicing Survey, journal of Commerce, Nueva York. 25 de febrero de 1968.

[359] Robert A. Bennett y Karen Almonti, International Activities of United States Banks en The American Banker, Nueva York, 1969.

[360] Ministério do Planeiamento e Coordenaçiao Económica, Programa de Açao Económica do Govérno, Río de Janeiro, noviembre de 1964. Dos años después, hablando en la Universidad Mackenzie, de São Paulo, Campos insistía: «Ya que las economías en proceso de organización no disponen de recursos para dinamizarse, por el simple hecho de que si los tuviesen no estarían en atraso, es licito aceptar el concurso de todos cuantos quieran correr con nosotros los riesgos de la aventura maravillosa que es el progreso, para recibir de él una parte de los frutos» (22 de diciembre de 1966).

[361] «Las remesas desde Brasil muestran un alza desde la legislación de 1965», celebraba el órgano del Departamento de Comercio de los Estados Unidos. «Aumenta el flujo de intereses, beneficios, dividendos y regalías; los términos y las condiciones de los préstamos están sujetos al compromiso con el Fondo Monetario Internacional.» International Commerce, 24 de abril de 1967.

[362] Secretaría General de la OEA, op. cit. Ya el presidente Kennedy había reconocido que en 1960, «del mundo subdesarrollado, que tiene necesidad de capitales, hemos retirado 1300 millones de dólares mientras sólo le exportábamos doscientos millones en capitales de inversión» (discurso ante el congreso de la AFL-CIO; en Miami, el 8 de diciembre de 1961)

[363] Los misteriosos errores y omisiones sumaron, por ejemplo, entre 1955 y 1966, más de mil millones de dólares en Venezuela, 743 millones en Argentina, 71.4 en Brasil, 310 en Uruguay. Naciones Unidas, CEPAL, op. cit.

[364] Fichas de investigación económica y social, Buenos Aires, junio de 1965.

[365] V. A. Cheprakov, El capitalismo monopolista de Estado, Moscú, s. f.; Paul A. Baran y Paul M. Sweezy, op. cit., y Vivian Trías, op. cit.

[366] O Estado de São Paulo. 24 de enero de 1963.

[367] International Commerce, 4 de febrero de 1963.

[368] Wall Street Journal, 31 de enero de 1968.

[369] International Commerce, 17 de julio de 1967.

[370] Secretaría General de la OEA, op. cit.

[371] Por ejemplo, en Uruguay, el texto del contrato firmado el 21 de mayo de 1963 entre el BID y el gobierno departamental de Montevideo, para la ampliación del alcantarillado.

[372] Por ejemplo, en Bolivia, el texto del contrato firmado el 1 de abril de 1966 entre el BID y la Universidad Mayor de San Simón, en Cochabamba, para mejorar la enseñanza de las ciencias agrícolas.

[373] Documento publicado por el diario Ya, Montevideo, 28 de mayo de 1970.

[374] Panorama, Centro de Estudios y Documentación Sociales, México, noviembre-diciembre de 1965.

[375] También se prometió a la dictadura de Duvalier, en señal de gratitud, una carretera en dirección al aeropuerto, Irving Pflaum (Arena of Decision. Latin American Crisis, Nueva York, 1964) y John Gerassi (The Great Fear in Latin América, Nueva York, 1965) coinciden en que éste fue un caso de soborno. Pero los Estados Unidos no cumplieron con sus promesas a Haití. Duvalier, «Papa-Doc», guardián de la muerte en la mitología vudú, se sintió estafado. Según dicen, el viejo brujo invocó la ayuda del Diablo para vengarse de Kennedy, y sonrió complacido cuando los balazos de Dallas pusieron fin a la vida del presidente norteamericano.

[376] Reportaje por Georgie Anne Geyer, The Miami Herald, 24 de diciembre de 1966.

[377] Declaración ante la subcomisión de la Cámara de Representantes. Citado por Nelson Werneck Sodré, História militar do Brasil, Río de Janeiro, 1965.

[378] Frederick B. Pike, The Modern History of Peru. Nueva York, 1968.

[379] Amado Canelas, Radiografia de la Alianza para el Atraso, La Paz, 1963; Mariano Baptista Gumucio y otros, Guerrilleros y generales sobre Bolivia, Buenos Aires, 1968; y John Gunther, Inside South America, Nueva York, 1967.

[380] La hija de David, Peggy Rockefeller, decidió poco después irse a vivir a una favela de Río de Janeiro llamada Jacarezinho. Su padre, uno de los hombres más ricos del mundo, viajó a Brasil para atender sus negocios y fue personalmente a la humilde casa de familia que Peggy había elegido, probó la humilde comida, comprobó con espanto que la casa se llovía y las ratas entraban por debajo de la puerta. Al irse, dejó sobre la mesa un cheque con varios ceros. Peggy vivió allí durante algunos meses, colaborando con los Cuerpos de Paz. Los cheques continuaron llegando. Cada uno de ellos equivalía a lo que el dueño de casa podía ganar en díez años de trabajo. Cuando Peggy finalmente se fue, la casa y la familia de Jacarezinho se habían transformado. Nunca la favela había conocido tanta opulencia. Peggy había venido del cielo en línea recta. Era como haber ganado todas las loterías juntas. Entonces, el dueño de la casa donde Peggy había vivido pasó a ser la mascota del régimen. Reportajes en la televisión y en la radio, artículos en diarios y revistas, la publicidad desatada: él era un ejemplo que todos los brasileños debían imitar. Había salido de la miseria gracias a su inquebrantable voluntad de trabajo y a su capacidad de ahorro: vean, vean, él no gasta en aguardiente lo que gana, ahora tiene televisión, refrigerador, muebles nuevos, los chicos calzan zapatos. La propaganda olvidaba un pequeño detalle: la visita del hada Peggy. Porque Brasil tenía noventa millones de habitantes y el milagro se había producido para uno solo.

[381] Hickenlooper Amendment, Section 620, Foreign Assistance Act. No es casual que este texto legal se refiera explícitamente a las medidas adoptadas contra los intereses norteamericanos «al primero de enero de 1962 o en fecha posterior». El 16 de febrero de 1962, el gobernador Leonel Brizola había expropiado la compañía de teléfonos del estado brasileño de Río Grande do Sul, subsidiaria de la International Telephone and Telegreph Corporation, y esta decisión había endurecido las relaciones entre Washington y Brasilia. La empresa no aceptaba la indemnización propuesta por el gobierno.

[382] International Commerce, abril 10 de 1967.

[383] Citado por NACLA Newsletter, mayo-junio de 1970.

[384] ADELA Annual Report, 1968. Citado por NACIA, op. cit.

[385] Banco Interamericano de Desarrollo, Décimo informe anual, 1969, Washington, 1970.

[386] Harry Magdoff, La era del imperialismo, Monthly Review, selecciones en castellano, enero-febrero de 1969.

[387] The World Bank, IFC and IDA, Policies and Operations, Washington, 1962.

[388] The World Bank, IFC and IDA, op. cit.

[389] «Nuestros programas de ayuda al extranjero… estimulan el desarrollo de nuevos mercados para las sociedades americanas… y orientan la economía de los beneficiarios hacia un sistema de libre empresa en el que las firmas americanas puedan prosperar.» Eugene R. Black en Columbia Journal of Worid Business, vol. I, 1965.

[390] Naciones Unidas, CEPAL, op. cit., y Estudio económico de América Latina, 1969, Nueva York-Santiago de Chile, 1970.

[391] Según previsiones del Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social, La brecha comercial y la integración latinoamericana, México-Santiago de Chile, 1967.

[392] Pierre Jalée, Le pillage du Tiers Monde, París, 1966.

[393] En el trienio 1966-68, el café proporcionó a Colombia el 64 por 100 de sus ingresos totales por exportaciones; a Brasil, el 43 por 100; a El Salvador, el 48 por 100; a Guatemala, el 42 por 100, y a Costa Rica, el 36 por 100. El banano abarcó el 61 por 100 de las divisas de Ecuador, el 54 por 100 de las de Panamá y el 47 por 100 de las de Honduras. Nicaragua dependió del algodón en un 42 por 100. La República Dominicana del azúcar, en un 56 por 100. Carnes, cueros y lanas proporcionaron a Uruguay un 83 por 100 de sus divisas y a la Argentina un 38 por 100. El cobre sumó un 74 por 100 de los ingresos comerciales de Chile, y el 26 por 100 de los de Perú; el estaño representó el 54 por 100 del valor de las exportaciones de Bolivia. Venezuela obtuvo del petróleo el 93 por 100 de sus divisas. Naciones Unidas, CEPAL, op. cit. En cuanto a México, «depende en más de un 30 por 100 de tres productos, en más de un 40 por 100 de cinco productos y en más de un 50 por 100 de diez productos, en su gran mayoría no manufacturados, que tienen como principal salida el mercado norteamericano». Pablo González Casanova, La democracia en México. México, 1965.

[394] Marco D. Pollner en el volumen colectivo de INTAL-BID, Los empresarios y la integración de América Latina, Buenos Aires, 1967.

[395] Central Unica de Trabajadores de Chile, América Latina, un mundo que ganar, Santiago de Chile, 1968.

[396] Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social, op. cit.

[397] A. Emmanuel, El cambio desigual, México.

[398] Citado por André Gunder Frank, Totuard a Theory of Capitalist Underdevelopment, introducción a la antología Underdevelopment.

[399] L. Delwart (The Future of Latin American Exports to the United States: 1965 and 1970, Nueva York, 1970) publica una lista muy elocuente de las restricciones en vigencia a la importación de productos latinoamericanos.

[400] Harry Magdolf, op. cit.

[401] Revista Fator, Río de Janeiro, noviembre-diciembre de 1968.

[402] Carlos Quijano, Las víctimas del sistema en marcha, Montevideo, 23 de octubre de 1970.

[403] New York Times, 3 de abril de 1968.

[404] Secretaría General de la OEA, op. cit. Una amplia encuesta a las subsidiarias norteamericanas en México, realizada en 1969 por encargo de la National Chamber Foundation, reveló que las casas matrices de los Estados Unidos prohibían vender sus productos en el exterior a la mitad de las empresas que contestaron el cuestionario. Las filiales no habían sido instaladas para eso. Miguel S. Wionczek, La inversión extranjera privada en México: problemas y perspectivas, en Comercio exterior, México, octubre de 1970. La relación entre las exportaciones de manufacturas y el producto bruto industrial no superó el 2 por 100, en 1963, en Argentina, Brasil, Perú, Colombia y Ecuador; fue de un 3,1 por 100 en México y de un 3,2 por 100 en Chile (Aldo Ferrer en el ya citado volumen colectivo de INTAL-BID)

[405] Naciones Unidas, CEPAL, op. cit.

[406] Jornal do Comercio, Río de Janeiro 23 de marzo de 1950.

[407] Celso Furtado, Um projeto para o Brasil, Río de Janeiro, 1968.

[408] International Commerce, 24 de abril de 1967.

[409] Ismael Viñas y Eugenio Gastiazoro, op. cit.

[410] Antonio García, Las constelaciones del poder y el desarrollo latinoamericano, en Comercio exterior, México, noviembre de 1969.

[411] Por cierto que el mecanismo no es nuevo. El frigorífico Anglo ha dado siempre pérdidas en el Uruguay, para cobrar los subsidios del Estado y para que rindieran millonarias utilidades sus seis mil carnicerías de Londres, donde cada kilo de carne uruguaya se vende a un precio cuatro veces mayor que el que recibe el Uruguay por la exportación. Guillermo Bernhard, Los monopolios y la industria frigorífica, Montevideo, 1970.

[412] Declaraciones del presidente Salvador Allende, según cable de AFP del 12 de diciembre de 1970.

[413] Dato publicado en el diario La Razón, Buenos Aires, 2 de marzo de 1970.

[414] Resultados da indústria automobilística, estudio especial de Conjuntura económica, febrero de 1969.

[415] NACLA Newsletter, abril-mayo de 1969.

[416] Miguel S. Wionczek, La trasmisión de la tecnología a los países en desarrollo: proyecto de un estudio sobre México, en Comercio exterior, México, mayo de 1968.

[417] Víctor L. Urquidi en Obstacles to Change in Latin America, de Claudio Véliz y otros, Londres, 1967.

[418] Manuel Sadosky, América Latina y la computación, en Gaceta de la Universidad, Montevideo, mayo de 1970. Sadosky cita para ilustrar la ilusión desarrollista el testimonio de un especialista de la OEA: «Los países subdesarrollados —sostiene George Landau— tienen algunas ventajas en relación con los países desarrollados, porque cuando incorporan algún nuevo dispositivo o proceso tecnológico eligen, generalmente, el más avanzado dentro de su tipo y así recogen el beneficio de años de investigación y el fruto de inversiones considerables que debieron hacer los países más industrializados para alcanzar esos resultados».

[419] Oscar J. Maggiolo en el volumen colectivo Hacia una política cultural autónoma para América Latina, Montevideo, 1969.

[420] Gustavo Lagos y otros, Las inversiones multinacionales en el desarrollo y la integración de América Latina, Bogotá, 1968.

[421] Raúl Prebisch, La cooperación internacional en el desarrollo latinoamericano, en Desarrollo, Bogotá, enero de 1970.

[422] Leo Fenster, en julio de 1969. Citado por André Gunder Frank, Lumpenburguesía: lumpendesarrollo, Montevideo, 1970. Las filiales extranjeras resultan de todos modos infinitamente más modernas que las empresas nacionales. En la industria textil, por ejemplo, uno de los últimos reductos del capital nacional, es bajísimo el grado de automatización. Según la CEPAL, en 1962 y 1963 cuatro países de Europa invirtieron en nuevos equipos para su industria textil una suma seis veces mayor que la que invirtió con el mismo fin en 1964, toda América Latina.

[423] Las filiales norteamericanas ocupaban en la industria europea, en 1957 —no existen datos más recientes—, una proporción de mano de obra, en relación con el capital invertido, más alta que en América Latina. Secretaría General de la OEA, op. cit.

[424] Naciones Unidas, CEPAL, op. cit.

[425] F. S. O’Brien, The Brazilian Population and Labor Force in 1968, documento para discusión interna, Ministério do Planejamento e Coordenação Geral, Rio de Janeiro, 1969.

[426] Naciones Unidas, CEPAL, Estudio económico de América Latina, 1967, Nueva York-Santiago de Chile, 1968.

[427] Naciones Unidas, CEPAL, op. cit.

[428] Raimundo Ongaro, carta desde la prisión, De Frente, Buenos Aires, 25 de septiembre de 1969.

[429] André Gunder Frank, Capitalism and Underdevelopment in Latin America, Nueva York, 1967.

[430] Ministério do Planejamento e Coordenação Económica, op. cit.

[431] Z. Romarova, La expansión económica de Estados Unidos en América Latina, Moscú, s. f.

[432] Datos de Serge Bim, técnico norteamericano en organización del trabajo, según Jornal do Brasil, Río de Janeiro, 5 de enero de 1969.

[433] André Gunder Frank, op. cit.

[434] Naciones Unidas, CEPAL. Estudio sobre la distribución del ingreso en América Latina, Nueva York-Santiago de Chile, 1967. «En la Argentina tuvo lugar, en los años anteriores a 1953, un proceso significativo de redistribución progresiva del ingreso. De los tres años para los que se dispone de información más detallada fue precisamente ese el año en que fue menor la desigualdad, en tanto que fue mucho mayor en 1959… En México, en el período más extenso comprendido entre los años 1940 y 1964… hay indicaciones que permiten suponer que la pérdida no fue sólo relativa sino también absoluta para el 20 por 100 de las familias de ingresos más bajos».

[435] Maurício Vinhas de Queiroz, op. cit.

[436] Gustavo Lagos, en el volumen del BID, varios autores, Las inversiones multinacionales en el desarrollo y la integración de América Latina, Bogotá, 1968. El 64 por ciento de las empresas exportaba dentro de la región, haciendo uso de las concesiones de la ALALC, productos químicos y petroquímicos, fibras artificiales, materiales electrónicos, maquinaria industrial y agrícola, equipos de oficina, motores, instrumentos de medición, tubos de acero y otros productos.

[437] Business Internacional, LAFTA, Key Amenca’s 200 Million Consumers, reportaje de investigación, junio de 1966.

[438] Fortune, A Latin American Common Market Makes Common Sense For U. S. Businessmen Too, junio de 1967.

[439] Raúl Prebisch, Problemas de la integración económica, en Actualidades económicas financieras, Montevideo, enero de 1962.

[440] Prebisch, Sanz de Santamaría, Mayobre y Herrera, Proposiciones para la creación del Mercado Común Latinoamericano, documento presentado al presidente Frei, 1966.

[441] Judd Polk (del U.S. Council of the International Chamber of Commerce) y C. P. Kindleberger (del Massachusetts Institute of Technology) brindan muy jugosos datos y opiniones sobre la norteamericanización de la economía capitalista mundial, en la publicación del Departamento de Estado, The Multinational Corporation, Office of External Research, Washington, 1969.

[442] Business International, op. cit.

[443] E. Lízano F., El problema de las inversiones extranjeras en Centro América, en la Revista de Banco Central de Costa Rica, septiembre de 1966.

[444] En Columbia Journal of World Business. Citado por NACLA Newletter, enero de 1970.

[445] Paul N. Rosenstein-Rodan, Reflections on Regional Development. Citado en Bonn, varios autores, op. cit.

[446] Sesiones extraordinarias del Comité Ejecutivo Permanente de la ALALC, julio y septiembre de 1969. Apreciaciones sobre el proceso de integración de la ALALC, Montevideo, 1969. La integración como un simple proceso de reducción de las barreras de comercio, advierte el director de la UNCTAD en Nueva York, mantendrá «los enclaves de alto desarrollo dentro de la depresión general del continente». Sidney Dell, en el volumen colectivo The Movement Toward Latin American Unity, editado por Ronald Hilton, Nueva York-Washington-Londres, 1969.

[447] La industria automotriz es ciento por ciento extranjera en Brasil y Argentina, y mayoritariamente extranjera en México. ALALC, La industria automotriz en la ALALC, Montevideo, 1969.

[448] Vívian Trías, Imperialismo y geopolítica en América Latina, Montevideo, 1967. Uruguay se comprometió, por ejemplo, a incrementar sus importaciones de maquinarias desde Brasil, a cambio de favores tales como el suministro de energía eléctrica brasileña a la zona norte del país. Actualmente, los departamentos uruguayos de Artigas y Rivera no pueden aumentar su consumo de energía sin permiso de Brasil.

[449] Golbery do Couto e Silva, Aspectos geopolíticos do Brasil, Río de Janeiro, 1952.

[450] «Mandó preparar las armas, se descubrió, mandó apuntar, corrigió la puntería, dio la voz de fuego y cayó; aún levantó la cabeza sangrienta y dijo: estoy vivo; una nueva descarga lo hizo expirar.» Gregorio Bustamante Maceo, Historia militar de El Salvador, San Salvador, 1951, en la plaza de Tegucigalpa, la banda toca música ligera todos los domingos por la noche al pie de la estatua de bronce de Morazán. Pero la inscripción está equivocada: ésta no es la estampa ecuestre del campeón de la unidad centroamericana. Los hondureños que habían viajado a París, tiempo después del fusilamiento, para contratar un escultor por encargo del gobierno, se gastaron el dinero en parrandas y terminaron comprando una estatua del Mariscal Ney en el mercado de la pulgas. La tragedia de Centroamérica se convertía rápidamente en farsa.

[451] Naciones Unidas, CEPAL, Los fletes marítimos en el comercio exterior de América Latina, Nueva York-Santiago de Chile, 1968.

[452] Enrique Angulo H. en el volumen colectivo Integración de América Latina, experiencias y perspectivas, México, 1964.

[453] Sidney Dell, Experiencias de la integración económica en América Latina, México, 1966.

[454] Entrevista de Jean-Pierre Clerc en Le Monde, París, 8-9 de mayo de 1977.

[455] The Nation, 28 de agosto.

[456] El crimen ocurrió en Washington, el 21 de septiembre de 1976. Varios exiliados políticos de Uruguay, Chile y Bolivia habían sido asesinados, antes, en la Argentina. Entre ellos, los más notorios fueron el general Carlos Prats, figura clave en el esquema militar del gobierno de Allende, cuyo automóvil estalló en un garaje de Buenos Aires el 27 de septiembre de 1974; el general Juan José Torres, que había encabezado un breve gobierno antimperialista en Bolivia, fue acribillado a balazos el 15 de junio de 1976; y los legisladores uruguayos Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz, secuestrados, torturados y asesinados, también en Buenos Aires, entre el 18 y el 21 de marzo de 1976.

[457] También fue arrasada la reforma agraria que había someneado bajo el gobierno de la Democracia Cristiana y fue profundizada por la Unidad Popular. Véase Marta Beatriz de Albuquerque W., «La agricultura chilena: ¿modernización capitalista o regresión a formas tradicionales? Comentarios sobre la contra-reforma agraria en Chile, Iberoamericana, vol. 2, 1976, Institute of Latin American Studies, Estocolmo.

[458] Tres meses después, hubo elecciones en la Universidad. Eran las únicas elecciones que quedaban. Los candidatos de la dictadura obtuvieron el 2,5 por 100 de los votos universitarios. Por lo tanto, en defensa de la democracia, la dictadura encarceló a medio mundo y entregó la Universidad a ese dos y medio por ciento.

[459] Veja, núm 444, San Pablo, 9 de marzo de 1977.

[460] U. Túpac. House of Representatives, Committee on Appropriations, Foreign Operations Appropriations for 1963, Hesrings 87th Congress, 2nd. Session, Part. 1.

[461] Declaración de Lourdes, octubre de 1976.

[462] Le nouvelliste, Puerto Príncipe, Haití, 19-20 de marzo de 1977. Dato citado por Agustín Cueva en El desarrollo del capitalismo en América Latina, Siglo XXI, México, 1977.

[463] Ida May Mantel, «Sources and uses of funds for a sample of majorityowned foreign affiliates of U.S. companies, 1966-1972», U.S. Department of Commerce, Survey of Current Business, julio de 1975.

[464] Naciones Unidas, Comisión Económica para América latina (CEPAL), El desarrollo económico y social y las relaciones externas de América Latina, Santo Domingo, República Dominicana, febrero de 1977.

[465] El dinero, que tiene alitas, viaja sin pasaporte. Buena parte de las ganancias generadas por la explotación de nuestros recursos se fuga a Estados Unidos, a Suiza, a Alemania Federal o a otros países donde pega un salto de circo para luego volver a nuestras comarcas convertida en empréstitos.

[466] Agustin Cueva, op. cit.

[467] Idem.

[468] Naciones Unidas, CEPAL, op. cit.

[469] UNCTAD, The marketing and distribution system for bananas. diciembre de 1974.

[470] «Reflexiones sobre la desnutrición en México», Comercio exterior, Banco Nacional de Comercio Exterior, S.A., vol. 28, núm. 2, México, febrero de 1978.

[471] Roger Burbach y Patricia Flynn, «Agribusiness Targets Latin America», NACLA, volumen XII, núm. 1, Nueva York, enero-febrero de 1978.

[472] Idem.

[473] Datos de fuentes sindicales y periodísticas, publicados en Uruguay Informations, núms. 21 y 25, París.

[474] Naciones Unidas, CEPAL, op. cit.

[475] Idem.

[476] OIT, Empleo, crecimiento y necesidades esenciales, Ginebra, 1976.

[477] Naciones Unidas, CEPAL, op. cit.

[478] En Uruguay, los inquisidores se han modernizado. Curiosa mezcla de barbarie y sentido capitalista del negocio. Los militares ya no queman los libros: ahora los venden a las empresas papeleras. Las papeleras los pican, los convierten en pulpa de papel y los devuelven al mercado de consumo. No es verdad que Marx no esté al alcance del público. No está en forma de libros. Está en forma de servilletas.

[479] Conferencia de prensa del presidente Aparicio Méndez, el 21 de mayo de 1977, en Paysandú. «Estamos evitando al país la tragedia de la pasión política», dijo el presidente. «Los hombres de bien no hablan de dictaduras, no piensan en dictaduras ni reclaman derechos humanos».