EN LOS PUEBLOS, a las afueras de las ciudades, en los campos, en solares vacíos, aparecían almacenes de coches de segunda mano, de restos y piezas de automóviles, garajes con anuncios ofreciendo coches de segunda mano, coches usados en buen estado; transporte barato, tres camiones; Ford de 1927 en perfecto estado; coches revisados, coches con garantía; radio gratis; coche con cien galones de gasolina incluidos. Pase y vea, coches de segunda mano, decían, sin gastos de administración.
Bastaban un solar y una casa en la que cupieran una mesa, una silla y un libro de cuentas; un fajo de contratos, con los bordes carcomidos, sujetos con clips, y un montón pulcro de contratos sin rellenar. Cuidado con las plumas, que estén siempre llenas y listas para escribir: más de una venta se ha perdido por no tener a punto una pluma.
Esos hijos de puta de ahí no vienen a comprar. Cada almacén tiene su panda de mirones. Se pasan todo el tiempo mirando, pero no vienen a comprar un coche, sino a hacernos perder el tiempo. A ellos nuestro tiempo les importa un comino. Allí, aquellos dos… no, los que van con los niños. Mételos en un coche. Empieza por doscientos y baja desde esa cifra. Creo que por ciento veinticinco se lo quedarán. Consigue que se interesen. Que salgan de aquí en uno de esos cacharros. Que se lo lleven, bastante tiempo les hemos dedicado.
Propietarios de camisas remangadas, vendedores pulcros, certeros, de ojillos resueltos, atentos a cualquier debilidad del comprador.
Fíjate en el rostro de la mujer. Si a ella le gusta, nos metemos al viejo en el bolsillo. Empieza ofreciéndoles el Cadillac y luego pasa a ese Buick de 1926. Si empiezas por el Buick, se quedarán con el Ford. Remángate y ponte a trabajar. Esto no va a ser eterno. Muéstrales ese Nash mientras yo hincho esa rueda del Dodge de 1925 que pierde. Te hago una seña cuando esté preparado.
Usted lo que quiere es un medio de transporte, ¿no es eso? A usted no le dan gato por liebre. Es verdad que la tapicería está gastada, pero los almohadones de los asientos no hacen que las ruedas giren.
Coches alineados, con los morros de frente, morros oxidados, y ruedas pinchadas, aparcados uno cerca del otro.
¿Quiere montarse en éste para verlo? No faltaría más. Lo saco ahora mismo de la fila.
Haz que se sientan comprometidos, que se den cuenta del tiempo que les dedicas. Que no olviden que estás perdiendo tu tiempo. La mayoría son buena gente. No les gusta molestarte. Arréglatelas para que te molesten y entonces mételes el coche a presión.
Coches alineados, del modelo T, altos y presuntuosos, con un volante que chirría y los laterales gastados. Buicks, Nashs, De Sotos.
Sí, señor, un Dodge de 1922. El mejor coche que Dodge haya fabricado nunca. No se gasta jamás y es de compresión baja. Los coches de compresión alta tienen al principio mucha fuerza, pero no hay metal que lo aguante mucho tiempo. Plymouths, Rocknes, Stars.
¡Dios! ¿De dónde ha salido ese Apperson? Es más viejo que Matusalén. Y un Chalmers y un Chandier, llevan años sin fabricarlos. No vendemos coches, sino basura rodante. Maldita sea, hay que conseguir cacharros. No quiero nada por más de veinticinco o treinta dólares. Los vendemos por cincuenta o setenta y cinco; eso es un buen beneficio. ¿Qué tajada puedes sacar de un coche nuevo? Dame cafeteras, que se venden tan deprisa como se compran. Nada que valga más de doscientos cincuenta. Jim, acorrala a ese infeliz que está en la acera. No distingue el culo de las témporas. Intenta endosarle el Apperson. ¡Eh! ¿Dónde está el Apperson? ¿Que está vendido? Si no traemos algunos cacharros, no vendemos nada.
Banderas, rojas y blancas, blancas y azules, alineadas en la acera.
Coches de segunda mano. Buenos coches de segunda mano.
La oferta del día, en la plataforma. No la vendáis nunca. Sirve para que la gente se acerque. Si vendiéramos esa ganga por ese precio, no sacaríamos ni un centavo de beneficios. Diles que lo acabamos de vender.
Quítale esa batería antes de entregarlo. Ponle esa otra vieja. ¿Pues qué querrán por sesenta dólares? Arremangaos y a trabajar. Esto no va a durar mucho. Con los cacharros suficientes me podría retirar en seis meses.
Mira, Jim, he oído el ruido que hace la parte trasera de ese Chevrolet: suena igual que vidrios rotos. Métele un par de kilos de serrín y pon otro poco en los engranajes también. Tenemos que quitarnos de en medio esa birria por treinta y cinco dólares. Se lo compré a un cabrón que me timó. Le ofrecí diez, consiguió subir hasta quince y entonces el hijo de puta fue y sacó las herramientas de detrás. ¡Dios Todopoderoso! Ojalá tuviese quinientos cacharros. Esto no va a durar. ¿No le gustan los neumáticos? Dile que no llevan más de diez mil y rebájale un dólar y medio.
Pilas de restos herrumbrosos apoyados contra la valla, filas de desechos al fondo, parachoques, ruinas cubiertas de grasa negra, zapatas tiradas por el suelo y hierbajos creciendo dentro de los cilindros. Bielas de frenos, tubos de escape, apilados como serpientes. Grasa, gasolina.
Mira a ver si puedes encontrar una bujía que no esté agrietada. Si tuviera cincuenta remolques que pudiera vender a menos de cien dólares, seguro que me los compraban todos. ¿De qué demonios se queja? Nosotros los vendemos, pero no se lo vamos a empujar hasta casa. Esto sí que está bien. Nosotros no empujamos. Apuesto a que lo publicarían. ¿Crees que no comprará? Pues quítatelo de encima. Tenemos mucho trabajo para entretenernos con un tío que no se aclara. Quítale el neumático derecho de delante al Graham. Gíralo para que el parche quede abajo. Por lo demás tiene buena pinta. Tiene banda de rodadura y todo.
¡Pues claro! A ese montón de chatarra le quedan aún cincuenta mil. Asegúrese de ponerle mucho aceite. Hasta luego. Buena suerte.
¿Busca usted un coche? ¿En qué tipo de coche estaba pensando? ¿Ve algo que le guste? Estoy seco. ¿Qué le parece si tomamos un trago de algo bueno? Venga, mientras su mujer mira ese La Salle. Le recomiendo que no se lleve el La Salle. Tiene los cojinetes gastados. Gasta demasiado aceite. Compre un Lincoln de 1924. Eso es un coche, dura eternamente y lo puede convertir en un camión.
Sol caliente sobre metal oxidado. Aceite por el suelo. La gente entra con aire de despiste, desorientada; necesitan coches.
Límpiate los pies. No te apoyes en ese coche, que está sucio. ¿Cómo se compra un coche? ¿Cuánto cuesta? Vigila a los niños. Me pregunto cuánto vale éste. Vamos a preguntar. No te cobran por preguntar. Podemos preguntar, ¿no? No podemos pagar ni un centavo más de setenta y cinco dólares; si no, no nos llega para el viaje hasta California.
Ojalá pudiera conseguir cien cafeteras. Me da igual que anden o no. Neumáticos usados y deteriorados, amontonados formando altos cilindros, tubos rojos, grises, colgando como salchichas.
¿Un parche de neumático? ¿Limpiador para el radiador? ¿Reforzador del encendido? Eche esta pildorita en el depósito de gasolina y podrá hacer diez millas más por cada galón. Simplemente píntelo, por cincuenta centavos tiene el coche como nuevo. ¿Limpiaparabrisas, correas de ventilador, juntas de culata? Quizá sea la válvula. Póngale un vástago nuevo. No pierde nada, total por cinco centavos.
Bien, Joe. Trabájalos un poco y luego mándamelos. O cierro el trato o los mato. No me mandes vagos. Quiero hacer negocios.
Sí, señor, suba usted. Es una buena compra. ¡Sí, señor! Se lo doy por ochenta dólares.
No puedo pagar más de cincuenta. El tipo de ahí fuera dice que cincuenta. Cincuenta. ¿Cincuenta? Está loco. Pagué setenta y ocho cincuenta por esa monada. Joe, chalado, ¿qué quieres, llevarnos a la quiebra? Está para que le encierren. Si paga sesenta, es suyo. Mire, no puedo perder el día entero. Soy un hombre de negocios, pero no voy por ahí estafando a nadie. ¿Tiene algo para cambiar?
Tengo un par de mulas que puedo cambiar.
¡Mulas! Eh, Joe, ¿has oído eso? Este tío quiere cambiar mulas. ¿No le ha dicho nadie que ésta es la era de la maquinaria? Ahora las mulas no se usan más que para hacer cola.
Son buenas mulas, grandes, de cinco y siete años. Quizá sería mejor que siguiéramos mirando.
¡Seguir mirando! Vienen cuando estamos ocupados, nos hacen perder tiempo y luego se largan. Joe, ¿sabías que estabas tratando con tacaños?
No soy un tacaño. Necesito un coche. Nos vamos a California y tengo que conseguir un coche.
Bueno, yo soy un poco primo. Joe dice que siempre hago el primo, que si no dejo de regalar hasta la camisa me voy a morir de hambre. Mire lo que vamos a hacer…, puedo sacar cinco dólares por cada mula si las vendo para comida de perros.
No quisiera que acabaran así.
Bueno, o tal vez me den siete dólares o diez. Mire lo que vamos a hacer. Nos quedamos sus mulas valoradas en veinte dólares. El carro va incluido ¿no? Usted me paga cincuenta dólares y firma un contrato para pagar el resto a diez dólares por mes.
Pero si me dijo que valía ochenta.
¿No ha oído hablar de gastos de transporte y del seguro? Todo eso sube un poco el precio. Pero en cuatro o cinco meses lo habrá pagado entero. Firme aquí. Nosotros nos ocupamos de todo.
No sé, no estoy seguro.
Mire, fíjese bien, yo estoy dándole mi camisa y usted no hace más que malgastar mi tiempo. Podría haber cerrado tres ventas en el tiempo que llevo hablando con usted. Estoy asqueado. Sí, firme aquí mismo. Todo en regla. Joe, llena el depósito para este caballero. Le vamos a dar la gasolina.
¡Dios!, Joe, éste ha estado difícil. ¿Cuánto nos costó ese cacharro? ¿Treinta dólares? Creo que treinta y cinco ¿no? He sacado ese tronco de mulas y seguro que consigo que me den por él setenta y cinco dólares. Me ha dado cincuenta en metálico y ha firmado un contrato por otros cuarenta dólares. Ya sé que no todos son honrados, pero te sorprendería el número de los que siguen pagando el resto. Un tipo se presentó con cien dólares dos años después de que lo hubiera dado por perdido. Te apuesto a que este otro envía el dinero. Si pudiera disponer de quinientos cacharros… Arremángate, Joe. Sal, trabájalos, déjalos suaves y mándamelos. Te has ganado veinte dólares de la última venta. No vas mal.
Banderas desmayadas bajo el sol de la tarde. La oferta del día: una camioneta Ford de 1929; marcha bien.
¿Qué quiere por cincuenta dólares, un Zephyr?
Crin de caballo saliendo rizada de los almohadones de los asientos, parachoques abollados y vueltos a enderezar a martillazos. Guardabarros desprendidos y colgando. Un Ford dos plazas, elegante, con pilotos pequeños de colores en la guía del parachoques, en el tapón del radiador y tres en la parte trasera. Salpicaderos para el barro y un gran dado en la palanca de cambio. Una chica guapa en la cubierta de los neumáticos, pintada de colores, que se llama Cora. El sol de la tarde en los polvorientos parabrisas. ¡Dios, no he tenido ni tiempo de salir a comer! Joe, manda a un chico a por una hamburguesa.
Zumbido intermitente de motores viejos.
Hay un atontado mirando el Chrysler. Averigua si tiene algo de pasta. Algunos de estos granjerillos son escurridizos. Trabájalos un poco y pásamelos, Joe. Lo estás haciendo bien.
Sí, claro que lo vendimos nosotros. ¿Garantía? Garantizamos que era un automóvil, no que lo íbamos a criar. Óigame usted: compró un coche y ahora se pone a berrear. Me importa un comino que no efectúe los pagos. No tenemos sus documentos. Nosotros se los pasamos a la compañía financiera. Ellos se entenderán con usted, no nosotros. Nosotros no conservamos ningún documento. ¿Ah, sí? Póngase pesado y llamo a la policía. No, no le dimos el cambiazo con los neumáticos. Échale de aquí, Joe. Primero compra un coche, y ahora no está satisfecho. ¿Qué le parecería si yo comprara un filete, e intentara devolverlo después de comerme la mitad? Llevamos un negocio, no una organización de caridad. ¿Te puedes creer lo que dice ese tío, Joe? Eh, mira allí. Tiene un diente de alce. Corre para allá. Que le echen un vistazo a ese Pontiac de 1936. Sí, ése.
Morros cuadrados, redondos, herrumbrosos, de pala, y las largas curvas aerodinámicas y las superficies planas anteriores a los diseños aerodinámicos. Ofertas del día. Viejos monstruos de tapicería oscura, se pueden convertir fácilmente en camión. Remolques de dos ruedas, ejes oxidados en el fiero sol de la tarde. Coches de segunda mano, en buen estado. Sin problemas, marcha bien. No tira el aceite.
¡Mira! Éste ha estado bien cuidado.
Cadillacs, La Salles, Buicks, Plymouths, Packards, Chevrolets, Fords, Pontiacs. Fila tras fila, con los faros destellando al sol de la tarde. Coches de segunda mano en buen estado.
Suavízales, Joe. Dios, ojalá tuviera mil cacharros. Prepáralos y yo cerraré el trato.
¿Van a California? Tengo justo lo que necesitan. Parece que está viejo, pero aún puede tirar miles de millas.
Alineados uno junto a otro. Coches de segunda mano en buen estado. Gangas. En perfecto estado, marcha muy bien.